María José Martín Vicente se estrena en el cargo de defensor del profesor del sindicato ANPE con la presentación del último informe, donde se alerta del aumento de las agresiones de padres a docentes en Castilla y León durante el pasado curso.

-¿Desde cuándo lleva en el puesto de defensor del profesor de ANPE?

-Llevo desde el 1 de septiembre en el puesto. La persona que estaba antes era Jesús Niño, que lo puso en marcha en Castilla y León y también a nivel nacional. Abandonó estas tareas para incorporarse a su centro y le tomé el relevo. Es una propuesta que me hizo el presidente del sindicato ANPE en Salamanca y la verdad es que me apetecía. Me parece un puesto atractivo, porque soy maestra de pedagogía terapéutica y orientadora y estoy acostumbrada a tratar con alumnos y con padres. Esta es otra experiencia, el poder hablar con los compañeros y ver los problemas que le surgen.

-¿Cuál es la situación en Castilla y León según el último informe que ha elaborado el sindicato sobre los problemas que sufren los profesores?

-En el curso 2017-2018 atendimos 74 casos y este año se han elevado hasta 81, así que ha aumentado un poquito. Pero tengo que insistir en que estos no son los casos de agresiones que se han producido en la comunidad de Castilla y León, sino los datos de maestros y profesores que se han puesto en contacto con nosotros para recibir ayuda. Lamentablemente, el número de casos es mucho mayor.

-¿Qué datos se manejan en el caso concreto de Zamora?

-En esta provincia los números han bajado con respecto al pasado curso en dos casos. En 2017-2018 fueron nueve casos y este pasado curso se han contabilizado siete.

-¿Cuál es la evolución en los últimos años, desde que ANPE puso en marcha la figura del defensor del profesor?

-El número de casos en los ´últimos años, en general, va aumentando. Desde que se pone en marcha este servicio, en el curso 2011-2012, se observa la tendencia de que aumentan los docentes que se ponen en contacto con nosotros y, desgraciadamente, cada vez hay un mayor número de casos de este tipo de conflictos en los centros educativos.

-¿Cuáles son los incidentes más habituales, los mayores peligros para el profesor?

-Cuando presentamos este informe distinguimos diferentes problemas: los relacionados con el alumnado, con los padres y con el propio entorno laboral, donde incluimos a los compañeros, el equipo directivo e incluso la administración. Este año sí que se ve un aumento de casos relacionados con los padres y madres, así como en el propio entorno laboral. Ahí hay un problema significativo, pero parece que con el alumnado, en general, ha disminuido.

-¿Era necesaria una figura así para dar apoyo a los docentes?

-Por supuesto. Solo hay que ver en los medios de comunicación los casos que aparecen. Y solo salen a la luz además un número muy limitado. Podemos decir que se conocen los más alarmistas, pero hay un aumento de casos y muchas veces los profesores se sienten un poco desvalidos. Afortunadamente, en Castilla y León tenemos un protocolo de actuación ante estas agresiones, pero que se desconoce o no se aplica. Pero cualquier caso es grave, porque cuando la persona llama, está viviendo una situación de angustia y de ansiedad. En muchas ocasiones no son casos de agresión física, pero sí una situación que le está generando estrés y que muchas veces no se atreve a hablarlo en el centro educativo por miedo a ser juzgado por sus propios compañeros.

-Así que normalmente se trata de situaciones que se alargan en el tiempo, no casos puntuales.

-Normalmente los casos más graves, donde hay agresión física, puede ser algo puntual, pero las amenazas o la imposibilidad por ejemplo de dar clase un día tras otro, suele ser un proceso de desgaste.

-¿Qué mecanismos se ponen en marcha desde ANPE cuando un profesor pide ayuda?

-Cuando recibimos una llamada lo primero que hacemos es escucharla y explicarle luego el funcionamiento del servicio. Los datos son confidenciales en todo momento. El siguiente paso es la escucha activa, donde el profesor cuenta lo que le pasa y nosotros intentamos analizar la situación y ver qué podemos hacer por él. Hay ocasiones en que simplemente se trata de escuchar y darle unas pequeñas pautas, en el mejor de los casos. En otros, le informamos de la existencia de un protocolo de actuación, insistiendo en que el profesor es una figura de autoridad y, en los casos más graves, le guiamos sobre los pasos para solicitar asistencia jurídica. Los funcionarios y personal interino tenemos este tipo de servicio por parte de la Junta de Castilla y León y nosotros como sindicato también disponemos de un servicio jurídico y podemos asesorarles. A partir de ahí, se realiza un seguimiento del caso, por ejemplo, cuando se tiene que coger una baja médica. Otro servicio es apoyarle en los trámites burocráticos y todo ese proceso hasta que finalice la situación.

-¿Es complicado para el docente dar el paso de llamar?

-En los casos más graves, cuando hay una agresión, se llama de manera inmediata, cuando acaba de pasar. En las otras circunstancias, que también son graves porque provocan problemas de ansiedad y depresión y además es el grueso de las bajas que hay, se trata de un proceso más meditado. En principio, la víctima se suele autoconvencer de que sola puede con eso, que la situación va a pasar. Ahí sí que es un proceso más largo.

-¿Los profesores se sienten respaldados por la administración?

-Nos consta que la administración se pone en contacto con los profesores y maestros agredidos y les presta atención de manera inmediata, acudiendo el inspector a informarles. Pero en muchas ocasiones está la incomprensión. En una situación en la que te sientes tan vulnerables es lógico sentirse también desprotegido.

-¿La administración tiene la llave para evitar estos casos?

-Existe un protocolo y unas leyes en las que hay que seguir trabajando para mejorar. La ansiedad y la depresión deriva de todos estos tipos de problemas y se deberían reconocer como enfermedad laboral. Herramientas existen, pero hay que seguir trabajando en ellas para perfeccionarlas.

-¿Cuáles son las incidencias más habituales?

-Son muy variadas y depende de las etapas. Este año lo que más nos sorprenden son las derivadas con los padres, porque vemos un aumento en el número de casos de acoso con los progenitores, de las amenazas e incluso de las denuncias.

-¿Está siendo demasiado habitual que los padres se enfrenten al profesor?

-Deberían saber es que la única vía es que vayan por el mismo camino que los profesores. Nosotros insistimos en que los padres, evidentemente, tienen todo el derecho y la obligación de estar pendientes del proceso educativo de sus hijos, pero hay muchas otras vías, como acudir a las reuniones y a las tutorías e informarse de lo que ha ocurrido en el aula.

-¿A qué achaca este cambio de actitud, más agresiva?

-Creo que es un reflejo de la sociedad, del cambio de valores que existe, de la hiperprotección que se tiene ahora mismo con los hijos, que saben que sus padres van a venir al centro para enfrentarse al profesor.

-¿Cómo ha perdido el docente ese estatus de figura de autoridad?

-Es por el cambio de valores de la sociedad en general. Antes nadie se cuestionaba la palabra del maestro ni del médico, por ejemplo. Ahora, por desgracia, vivimos en un momento en el que los valores cambian y perdemos autoridad. Hasta hace relativamente poco los alumnos llegaban a clase y se sentaban para escuchar al profesor con respeto. En nuestro último informe se recoge un estudio en el que el profesor tarda una media de catorce minutos en poder empezar a dar clase.

-¿Qué consecuencias personales tiene para el profesor?

-Sobre todo casos de ansiedad bastante importantes, que suelen derivar en bajas más o menos prolongadas. Luego hay situaciones de estrés o incluso bajas por depresión. Generalmente, lo más habitual son problemas de ansiedad y profesores que dicen que no van con ganas a clase, que les cuesta levantarse sabiendo a lo que se van a enfrentar, incluso gustándole su profesión. Cuando acuden a nosotros, confiesan que lo único que quieren es que nadie más pase por lo que está pasando.

-Las situaciones de acoso, ¿afectan más a los nuevos docentes o a los de mayor experiencia?

-No hay un perfil definido en ese sentido ni una línea clara. Es algo muy variopinto y el miedo a denunciar o levantar la voz el joven lo vive pensando que creerán que no tiene experiencia y que es un novato. El mayor, sin embargo, se enfrenta a situaciones que no ha vivido antes en todos sus años de carrera.

-El último Informe PISA vuelve a situar a Castilla y León en lo más alto. ¿Qué papel juega el profesor en este éxito?

-El profesor tiene un papel importante y en esa línea se tiene que quedar. No es un enemigo ni para el alumno ni para las familias. Tenemos que trabajar conjuntamente, sobre todo familia y escuela, porque estamos preparando a la sociedad del futuro. Hay que fomentar un entorno normalizado para el niño desde que entra a la escuela. De lo contrario, los casos de agresiones, falta de educación o respeto se va a traducir mañana en su entorno laboral o en cuando tenga que hacer cualquier gestión. Si los resultados son buenos, hay que seguir trabajando en esa línea y valorar al docente. Como padre se puede no estar de acuerdo con cómo actúa un maestro o profesor, pero lo primero es reunirse con él para saber qué ha pasado.

-¿Hay algún secreto para esos resultados?

-Se está trabajando mucho y muy bien en los centros. Castilla y León es una comunidad autónoma amplia con sus características. Hay centros de ciudad, pero también muchos otros en entornos rurales donde, a pesar de ser pequeños, el profesorado está haciendo un esfuerzo inmenso para atender a ese alumnado, con una atención bastante individualizada que también hay que saber valorarlo positivamente.