La designación como finalista del premio de arquitectura BigMat ha traído de nuevo a la palestra la reforma del Teatro Ramos Carrión, obra de MGM Arquitectos, que componen Pepe Morales, Juan González Mariscal y el socio local Ángel Fernández Poyo. Precisamente el arquitecto sevillano Juan González valoraba para este diario una obra de larguísima gestación, ya que el concurso de ideas se convocó en 1996 y la reforma no finalizó hasta 2016 y con no pocos problemas que ha debido superar. En efecto explica "la obra se terminó malamente, porque había que terminarla. De hecho, le falta la puerta. Tiene la puerta principal que es la que tenía el teatro, pero le falta las que dan acceso a la zona de congresos, que deberían ser de cristal y se han quedado con tres láminas de metal blanco". Por lo demás el edificio funciona bien: "Ha habido alguna gotera, que se ha solucionado y algún vidrio que se ha movido más de la cuenta por el efecto del viento. Pero a nosotros no nos han incordiado mucho y eso significa que las cosas se han podido resolver en Zamora sin ningún problema".

"Lo que me hubiera gustado es terminar bien la obra", con la entrada principal al centro de congresos que acabó "Ángel, el arquitecto de la Diputación". El Ramos Carrión "es un espacio muy bonito, espero que se viva culturalmente. Y no solamente el edificio, el teatro y el centro de congresos, sino también uno de los espacios más bonitos que tiene Zamora, que es la plaza de detrás. Y siempre nosotros quisimos hacer un teatro de guiñol para niños, por eso está la panza del teatro, para que los niños jueguen debajo y no se mojen, y para que el sonido rebote, que sea como un tambor, que a los niños se les oiga desde al otra punta de la ciudad".

Recuerda el arquitecto la dura lucha para sortear los obstáculos. Por ejemplo, con la Comisión de Patrimonio: "Curiosamente fue más vanguardista en la gestación del proyecto que al final, mucho más conservadora, sobre todo con el color de la fachada". Y "nos sorprendieron cosas alucinantes, como por ejemplo casi terminado el edificio, a falta de nada, cuando la Justicia se dejó caer con que la servidumbre de paso del siglo XIV seguía siendo válida y nos obligó a retirar aquello por cinco centímetros. Y hubo que derribar el muro y no sé qué historias, cuando además estaba todo el mundo harto y muy quemado".

Pero Juan González Mariscal, que nunca pierde el sentido del humor, no tiene solo la vista puesta en el pasado y deja caer también algunas reflexiones. Por ejemplo de la posibilidad de un gestor común para el Teatro Principal y el Ramos Carrión que pudiera aprovechar al máximo el potencial de ambas salas, complementarias para muchos tipos de espectáculos.

O el potencial que puede aprovechar Zamora no sólo con su romático, sino por los magníficos ejemplos de arquitectura contemporánea. "Nueva arquitectura moderna y de calidad no la hay en muchos sitios y Zamora tiene unos cuantos edificios que son extraordinarios, no lo digo tanto por el nuestro sino por personas de reconocido prestigio como Luis Moreno, que hizo el teatro, Manuel de las Casas que hizo el Instituto Hispano Luso, el Museo Etnográfico, una maravilla con un edificio interesante o el de Campo Baeza, el Consultivo. Los garbanzos se inventaron hace mucho tiempo, pero las estrellas Michelín estaban entre los garbanzos de una manera nueva. El patrimonio es importante, pero el románico ya lo sabemos y hay que incorporar al atractivo de la ciudad ese otro patrimonio nuevo".

Y está muy orgulloso del protagonismo del edificio en la vista de la ciudad desde el sur: "Ves la Catedral y el segundo edificio que se ve es el nuestro, que como es de vidrio cambia de color cada día".