Soldadito de plomo

No es el colmo

que tengas que luchar

por un general de madera

"Soldadito de plomo"

Cecilia

Durante estos días la ciudad de Zamora está viviendo una nueva puesta en escena del llamado "Milagro de Empel", suceso acaecido en 1585 en el contexto de la Guerra de los Ochenta Años, y protagonizado por un grupo de paisanos integrantes del Tercio Viejo de Zamora que combatían en Flandes. El espectáculo -producido para el Museo del Ejército de Toledo hace algunos años por la asociación cultural Imperial Service-, se representa por segunda vez en la playa de los Pelambres a orillas del río Duero, que muta un año más en el Mosa. Mucho trajín para un río que hace apenas un mes se transformaba en el Don, durante la recreación, también por segundo año consecutivo y de la mano del mismo colectivo, de la toma del Puente de Kalach, en el marco de la batalla de Stalingrado.

De los productores de... "La ciudad líquida", "La ciudad de las cigüeñas" y "Zamora, desconocida, perfecta", llega a sus pantallas "Zamora, ciudad de recreaciones-Zamora diferente", lema con el que el Ayuntamiento, spot publicitario mediante, está promocionando la ciudad como escenario de este tipo de eventos que constituyen, según palabras del alcalde "un buen atractivo turístico y una lección sobre los hechos acaecidos en el pasado. Una lección de historia para aprender y no tropezar dos veces en la misma piedra" (La Opinión de Zamora, 13 de noviembre de 2019). Para la próxima primavera ya se anuncia la recreación del "Día de Torgau", por lo que nuestro río mutará de nuevo milagrosamente -esta vez en el Elba-, mientras Zamora renace de su letargo invernal y se llena de visitantes "freaks" ávidos de "experiencias" bélicas. Tanto análisis sociológico sesudo, tanto esfuerzo en promoción de nuestros activos turísticos y resulta que el "quid" de la cosa estaba en los "soldaditos de plomo" a los que cantara Cecilia una de sus letras más descarnadas. El milagro turístico de las recreaciones de batallas: "el milagro de EmPel-ambres".

"(...) Formación de batalla, y al final de tu guerra, una medalla, una bandera, un hoyo bajo la tierra (...)".

No deja de resultar curioso que una ciudad que hace mucho tiempo, y a pesar de esforzados e ingeniosos intentos, difícilmente consigue recrearse a sí misma, haya encontrado una de sus razones de ser en este tipo de eventos, algunos de ellos tan descontextualizados de nuestra historia y territorio.

La cosa de las recreaciones históricas ("reenactment"), viene de lejos, aunque sería conveniente matizar entre las recreaciones, las fiestas históricas (mercados no medievales y derivados varios incluidos), y los diferentes formatos de "living history", o "historia viviente", que, en esto como en todo, también hay puristas. Y será del ámbito anglosajón, singularmente de los Estados Unidos, de donde nos vino la moda de pasar los fines de semana, uniforme en ristre, recreando acontecimientos históricos, casi siempre batallas, asunto que forma parte del ahora llamado "turismo de experiencias", vamos, lo que viene siendo jugar a las batallitas.

No dudo del interés que estos espectáculos puedan generar tanto al público que los presencia, como a los que -en principio-, de forma altruista, participan en ellos y les dan forma. Cada uno pasa su tiempo libre como quiere, ya saben aquello que dijo el torero cuando le presentaron al filósofo "hay gente pa tó". Tampoco de la capacidad que estos espectáculos tengan para la atracción de turistas: la piedra filosofal de esta trasnochada postmodernidad en la España Vacía. No pongo en duda la rigurosidad de los acabados, que, en el caso de los espectáculos programados en Zamora -y pese a no ser profesionales-, parecen bastante rigurosos; ni tampoco si pueden tener cierto potencial didáctico, pero la cuestión me genera varias reflexiones.

En primer lugar, como historiador, dudo mucho que estas recreaciones constituyan una buena lección de historia. Si bien estos espectáculos pueden funcionar como un complemento visual evidente (hay muchas experiencias serias sobre "living history"), no dejan de ser un producto de entretenimiento donde se recrea una historia reducida al acontecimiento político -y especialmente militar-, descontextualizada, despojada de sus antecedentes y consecuencias, con demasiada querencia por lo bélico y muy cercana al positivismo decimonónico -y al simplismo wikipédico-, que más de un siglo de historiografía científica ha conseguido desterrar. El propósito, dice José Miguel Alberte Cao, presidente de Imperial Service, es "enseñar a la población que la historia puede ser una aventura" (ABC, 2 de junio de 2015). ¡Santa María Egipciaca nos asista! Para ello, dice el periodista que firma el artículo, los miembros de la asociación "dan conferencias vestidos de época, cuentan curiosidades y dan clases de Historia de una forma distinta". Enciendan alarmas y sirenas... ¡Historiadores del mundo, uníos!

Por otro lado, y a pesar de reconocer capacidad de estos shows para generar visitantes, dudo si es conveniente que desde la Administración local se promueva -y patrocine-, la recreación de la guerra como entretenimiento familiar de fin de semana, y más cuando se programan "bolos" de espectáculos que poco o nada tienen que ver con el ámbito de actuación territorial de ésta. Parece que "llenar hoteles" es uno de los objetivos principales. Así se ha manifestado en varias ocasiones y así lo ha dejado claro Alberte en su ponencia titulada "Reservas de hotel, líneas de prensa, segundos de televisión... (De la divulgación a la sostenibilidad de la recreación en España)", pronunciada en el congreso "Recreación histórica, Museos y Didáctica del Patrimonio", celebrado en Caspe el pasado mes de octubre.

Asimismo, en su perfil de Facebook, el presidente de Imperial Service sostiene que siguen apostando porque las recreaciones se acompañen "de una explicación cercana, comprensible, divulgativa y sobre todo divertida del hecho histórico que se recrea". No termino de entender cuál es la explicación divertida de una guerra. Me parece peligroso frivolizar con estas cosas, convertirlas en un divertido espectáculo familiar de parque temático. Jugar a la guerra en un país que aún tiene sus cunetas atestadas de muertos de su último conflicto. No me parece casual que ni Alemania, ni el Servicio de Parques Nacionales de los Estados Unidos, patria de origen del "living history", autoricen este tipo de juegos bélicos, sin duda, toda una traición a la memoria de las víctimas más allá del postureo de pasear una corona de laurel.

"(...) Soldadito de plomo, no es el colmo, que tengas que morir, por lucir tu guerrera (...)".

Desde el punto de vista escénico el asunto también me genera algunas dudas. Es significativo que algunos promotores se refieran con frecuencia a los recreadores como actores, sin matizar que en realidad son actores aficionados. Supongo que los profesionales del teatro algo tendrían que decir al respecto. No es un asunto baladí, el negocio de las recreaciones históricas ha creado en España cuatrocientas empresas y factura cien millones de euros (El País, 30 de abril de 2016). Ciertamente es necesario diferenciar entre las productoras profesionales (algunas no dudan en ofrecernos en su catálogo "todo tipo de recreaciones de batallas, tanto medievales como renacentistas"), y otros formatos, como asociaciones culturales -ya saben, de esas "sin ánimo de lucro"-. El problema es cuando estas asociaciones "batallan", en esa delgada y confusa frontera entre lo que es y debe ser, y cambian de "animo" sin complejos; y de eso en esta ciudad sabemos bastante, y más en estas fechas de las "nieblas de la Purísima".

No suelo pecar de "zamoranismo trágico", más bien al contrario, pero me llama mucho la atención que se invierta en recrear batallas ajenas, sin que apenas hayamos patrimonializado las nuestras. Puestos a "jugar a las batallitas", recreemos la "Jornada del Foso", el "Cerco de Zamora" o los precedentes de la "Batalla de Toro o Peleagonzalo" por poner solo algunos ejemplos (hay otros muchos), al tiempo que planteamos una actuación seria sobre los paisajes que le sirvieron de escenario. El proyecto artístico "Campos de Batalla", de María Bleda y José María Rosa, Premio Nacional de Fotografía 2008, es una buena sugerencia para comenzar a trabajar. Reencontrarse con la historia propia y contar con herramientas válidas que nos permitan una correcta lectura de los paisajes, ayuda a tener una buena relación emocional con el territorio y a reforzar identidades sanas.

Es posible que un proyecto a largo plazo, con un trabajo previo y posterior, incluyendo a la población escolar, pudiera dar algunos frutos. Sería interesante trabajar estos temas desde la perspectiva de la educación para la paz. El programa "Sentieri di pace" con el que la región italiana del Friuli-Venezia-Giulia ha conmemorado el centenario de la I Guerra Mundial es un buen ejemplo a seguir. Pero reducir la cosa a unos cuantos bolos de fin de semana poco poso puede dejar más allá de algunas publicaciones en redes sociales, un puñado de "selfies" y mucho humo de fusilería. En Zamora hemos invertido bastantes recursos en "Medievalias" de todo pelaje y condición, y la historia del Cerco -y nos vamos acercando a su 950 aniversario-, es más desconocida que nunca (y mientras tanto los tópicos -carentes de todo de rigor científico-, campan a sus anchas por la ciudad). Es triste pero la abundancia de "saraos", series y novelas históricas, es inversamente proporcional al conocimiento histórico.

De momento este fin de semana nos estamos "tomando" otra ronda de Empel, y estará -seguro-, siendo un éxito. En Zamora somos "cofrades de acera" para todo, y nos suele dar igual pasacalle, cabalgata, procesión o desfile militar. Hace poco más de un año en la plaza de Belén, y mientras un tanque avanzaba por el puente de Piedra, una amiga -quizás confundida por la espera-, preguntó en voz alta: ¿y la Virgen por donde viene...?

El "Día de Torgau" las tropas estadounidenses y las rusas confluyeron en su avance contra los nazis. A los rusos ya los conocemos bien, así que, ya saben, para la próxima primavera vayan ensayando... "Americanos os recibimos con alegría...". Efectivamente, como dice el nuevo lema promocional, "Zamora is different".

"(...) Soldadito de plomo, ¡Ay! qué pena que tengas que matar, por la paz con la guerra (...)".