Pues tendrá a lo mejor alguna razón de ser, pero lo cierto es que nadie entiende por qué el paso de cebra de Pablo Morillo en la confluencia de Cardenal Cisneros, que permitía a los peatones, sobre todo personas en sillas de ruedas, cruzar la calle tranquilamente se ha decidido trasladar una decena de metros. El resultado es que las personas con discapacidad, portadores de carritos de bebé y usuarios asimilados tendrán que abandonar la estupenda acera de ocho metros para hacer un giro de 90 grados y meterse en un estrechamiento hasta los dos metros, volver a girar 90 grados, cruzar el nuevo paso de cebra y realizar la misma maniobra al otro lado para incorporarse de nuevo a la acera ancha de Cardenal Cisneros. Eso cuando esté toda la obra acabada en el tramo, porque ahora mismo ya no existe el rebaje del actual paso de cebra, que se ha trasladado donde debería estar el nuevo, pero aún no se ha pintado y además está bloqueado con los coches aparcados legalmente en la zona de ORA. En fin, que parece que se gana poco con el cambio.