El pintor Daniel Parra exhibe estos días 16 obras, la mayoría de ellas de gran formato, en su primera exposición en solitario en la galería de arte Espacio 36-Ángel Almeida

-En los cuadros que pueden verse estos días en Zamora evidencia un dominio del dibujo.

-Yo considero que es un dibujo pictórico por la aplicación que le doy jugando sobre tabla con el carbón graso y el magro y otorgándole plasticidad. Yo provengo de la ilustración, del dibujo y el cómic. Durante unos ocho años he estado desarrollando técnicas personales en acrílico y en óleo, con las que conseguí más de 300 premios nacionales. Con el tiempo volví a encontrarme con mi faceta de dibujante, pero con la experiencia de mi bagaje pictórico. En esta exposición quizá pesa más el dibujo, pero la plasticidad, el desenfoque, la composición, en definitiva los recursos plásticos los he incorporado.

-¿Por qué utiliza la técnica de carbón graso y magro?

-Es una técnica no muy frecuente y he creado cierta escuela. (risas). Surgió a raíz de un certamen de pintura en el año 2009. Desde entonces la estoy desarrollando. La magra, que es el carboncillo tradicional, me permite corregir muy bien mientras que la grasa me brinda la oportunidad de dar más profundidad, densidad e intensidad, pero no puedo cambiar nada, ahí radica su dificultad. Esta técnica realmente es muy compleja. Hay un juego entre el magro y el graso que se ha convertido en mi sello de identidad en los últimos años. Dependiendo de las galerías de los distintos países donde exponga, lo empleo solo o con color como sucede en el caso de Holanda o Marruecos, donde gusta el color. Para mis trabajos en España he ido incorporando el colorido, como en el proyecto de Trafalgar,

-En una de sus obras de la exposición apuesta por el color. ¿Qué le ha movido a incluirla?

-He incluido un cuadro con el color dorado por la inspiración bizantina de la catedral de la ciudad. Quise hacer un guiño al pan de oro que se emplea en el estilo bizantino.

-En sus obras ha elegido numerosos ejemplos del románico zamorano.

-Toda muestra tiene que tener una unidad y a los que llegamos de fuera nos llama mucho la atención el románico de la ciudad. Lo he conocido en mayor profundidad y es una maravilla. Luego he descubierto el modernismo que quizá centre otra exposición. En primera instancia al trabajar una técnica en blanco y negro, que otorga serenidad y seriedad, mezclarlo con el románico de Zamora era una conjunción muy interesante que realza su belleza.

-Usted ha pintado la batalla de Trafalgar, ¿cómo surgió el proyecto?

-Todo comenzó hace dos años. Ha sido un camino en el que he estado acompañado de un historiador y hemos ido estudiando el conjunto de la historia, analizando escena por escena, los preámbulos de la batalla y el propio enfrentamiento. El trabajo se mostró por primera vez en abril en un ayuntamiento de la provincia de Málaga, luego se ha expuesto en la Casa de la Moneda de Segovia y sigue adelante. De hecho, estamos ultimando detalles para que pueda exhibirse en Madrid. La primera exposición la integraron 30 piezas, pero ya hay 40 realizadas. Es un proyecto pictórico y didáctico que funciona en su conjunto y donde conjugo diversas técnicas. He ido mezclando en función de lo que me pedía la obra. Desde carbón graso y magro para las escenas de preámbulos y de batallas en cubiertas y dependiendo de la acción en sí, he optado por el gouache, acrílico u óleo. Este proyecto tiene un gran calado y está suponiendo un gran reconocimiento en el ámbito cultural nacional. Hasta ahora yo había logrado premios otorgados por un jurado, era algo temporal, pero esto lo avalan críticos, responsables de museos e historiadores. Se trata de un crecimiento artístico y profesional.

-A mayores usted ha montado su propia galería en Málaga.

-Antes de embarcarme en mi propia galería yo tenía mi parte bohemia como muchos artistas, pero también trabajaba y trabajo con firmas importantes de publicidad y daba talleres de una manera muy desperdigada. Mi actual pareja es muy emprendedora y fue ella quien me animó a enfocarlo de una manera más empresarial. En mi galería doy lo talleres que a mí me apetece impartir, como cursos de ilustración, de ilustración digital y dibujo del natural, lo que supone un enriquecimiento constante. Muchas cosas las das por aprendidas y sabidas, pero hasta que tienes que enseñarlas no sabes si las dominas. La enseñanza me permite reactualizarme lo que es fundamental en dibujo e ilustración, me hace volver a los orígenes artísticos e incorporar las técnicas y el lenguaje secuencial del cómic, que he trabajado.

-¿Volverá al cómic?

-Sí, es un género que ha ganado prestigio en los últimos años. Estoy trabajando en una novela gráfica y tengo otros dos proyectos más pendientes que han surgido a raíz de la exposición sobre Trafagar.