El gran reto de los profesores de religión es que su asignatura "se respete". Ese fue uno de los temas principales que se trató ayer en el Seminario de San Atilano, donde tuvo lugar la asamblea regional de la Asociación Profesional de Profesores de Religión en Centros Estatales (Aprece). Su presidenta en Castilla y León -también secretaria nacional-, María del Rosario Álvarez, insistió que la asignatura "se debe respetar, porque es un derecho constitucional y además cuenta con un tratado internacional que así nos lo considera, más luego los acuerdos Iglesia-Estado y las leyes orgánicas que lo han desarrollado", enumeró.

Además de ese respeto, los docentes también aspiran a que la religión se siga manteniendo en los niveles educativos y que los horarios de la asignatura, y por ende los del profesorado, no se rebajen. "Queremos que se dignifique esta materia", solicitó.

Conscientes de que el momento político actual deja muchos aspectos en el aire -entre ellos una nueva Ley de Educación-, desde el sindicato se propone para esa nueva normativa el denominado "currículo integrado", en el que en la asignatura de religión también se añada el aprendizaje de valores tales como "la vida humana, la generosidad, la libertad o la solidaridad", puso como ejemplos. Con ello, salvarían el recurso de inconstitucionalidad que parlamentarios socialistas interpusieron aludiendo a que los alumnos que estudiaban religión desatendían estos valores.

Los profesores de religión tienen la misma titulación que un funcionario docente del mismo nivel y, aparte, cuentan con una serie de estudios de Teología para poder impartir la asignatura. Todos ellos son propuestos por la diócesis en la que están impartiendo las clases. "Tenemos una mayor cercanía con el alumnado y con sus familias. Aunque estés dando una materia académica, la relación con el niño es más cercana que aquellos compañeros que, por ejemplo, imparten matemáticas", comparó la presidenta.