La poesía del jienense Carlos Catena fue la protagonista ayer de una nueva sesión de los Encuentros Literarios. El autor compartió sus poemas con alumnos de los institutos María de Molina y Universidad Laboral.

-¿Cómo se cruzó la poesía en su vida?

-En realidad llevo escribiendo desde los 14 años. Comencé con narrativa, pero un año fui a una escuela de verano que organizaba el Centro Andaluz de las Letras para escritores noveles y había talleres tanto de narrativa como de poesía. Me di cuenta de que en verdad los poetas son más guays que los narradores y empecé a leer poesía mientras seguía escribiendo narrativa. Me dedico a la traducción, que tiene que ver con las letras, aunque no con la poesía, pero me di cuenta de que no tenía tiempo para la narrativa y que la poesía era la única vía de escape que me quedaba.

-¿Es más sencillo para usted escribir poemas?

-Al menos es más rápido, aunque luego tenga mucho de corrección detrás, pero no es lo mismo que armar una novela de 400 páginas. Y tiene eso de que se puede practicar en todos los sitios y en todo momento. Una novela solo se escribe cuando se está tecleando.

-¿Qué se encuentra el lector en su libro "Los días hábiles"?

-Mucha negatividad, sobre todo. Es un libro que dice no a muchas cosas y allana el camino a ponerte a pensar contigo mismo y saber a qué vamos a decir sí. El tema del trabajo está muy presente, repaso las expectativas que se tienen y cómo dialoga eso con tu genealogía familiar, ideológica e histórica.

-¿Qué supuso el Premio Hiperión para su incipiente carrera?

-Llevaba años trabajando en mi primer libro de poemas que al final descarté, porque no iba a buen puerto. Estaba desencantado y realizando un máster muy exigente, así que había dejado la poesía aparcada cuando recibí la llamada del editor de Hiperión, Jesús Munárriz. No sé cómo sería ahora mi relación con la poesía si no hubiera ganado este premio que me puso de vuelta a la literatura.

-No es el primer reconocimiento que recibía por su obra, ¿eso qué supone?

-Se escribe por muchos motivos, pero uno de los más importantes es para que te lean y si encima te lo reconocen de esta manera, te ayuda a seguir adelante, aunque haya momentos en los que piensen por qué te dedicas a esto. Tener ese reconocimiento te ancla y te ayuda a resistir, porque merece la pena. Te ayuda a ver las cosas positivas.

-¿Es fácil llegar a los jóvenes a través de la poesía?

-Creo que sí, los jóvenes cada vez leen más. En definitiva, estamos todo el tiempo leyendo en el móvil y eso facilita mucho el salto de Internet a otras cosas. Y entre esas otras cosas está la poesía, aunque la puerta de entrada no sea un gran poeta. Con el Premio Hiperión he tenido otros lectores y me ha sorprendido que el entusiasmo recibido por parte de ambos ha sido igualmente positivo.

-¿Se puede definir a la nueva generación de poetas del siglo XXI?

-Sí que hay una hornada de nueva gente nacida a partir de 1995 publicando de manera potente, pero creo que haya algo que nos una, aparte de la edad. Somos una generación que hemos leído lo que había antes que nosotros y cada uno va tomando libremente lo que quiere de la generación anterior. Somos una generación bastante libre en cuanto a referencias, abierta en cuanto a estilo e ideología y que está intentando dejar atrás el lenguaje de los años noventa, pero no sé si hemos encontrado aún el nuestro.

-¿Sobre qué temas escribe?

-En "Los días hábiles" todo giraba en torno al trabajo, aunque aparezca la familia o el amor. Ya he cerrado ese capítulo pero en realidad escribo bastante sobre el hecho de convivir en sociedad con unas normas que hemos aceptado, para bien o para mal, con sus consecuencias afectivas, emocionales y psicológicas.

-Como lector de poesía, ¿a qué autores acudes normalmente?

-Mi poeta de cabecera es Lorca y generacionalmente García Casado es un referente que todos compartimos. Recientemente me leí la obra de Francisca Aguirre, que me sorprendió no haber leído antes. A Machado recurro mucho también y de internacionales leo a Anne Carson y a la uruguaya Idea Vilariño.