Sarah March nació en Brasil hace cuarenta años. Cuarenta años en los que ha sufrido violencia, agresiones y el desprecio de su familia. Y todo por querer vivir su vida. Una vida en el cuerpo de una mujer. Nacida en el seno de una familia evangelista, cuando sus padres supieron que no sentía como propio el cuerpo en el que había nacido, la obligaron a dejar el colegio para estudiar la Biblia. Cuanta que para su familia era una vergüenza tener una hija como ella. A los 21 años, la echaron de casa. Comenzó entonces un periplo por las calles de Brasil. No tenía estudios, así que no le quedó más remedio que dedicarse a la prostitución "porque tenía que comer todos los días". Tal era su desesperación, que, tras su primer servicio, recuerda, lo que le pidió al taxista con el que acababa de mantener relaciones sexuales fue un perrito caliente.

Este es, cuenta, el destino al que se ven obligadas muchas mujeres transexuales, que no encuentran otra solución que dedicarse a este oscuro mundo para poder salir adelante. Años más tarde, Sarah viajó a Italia donde siguió ejerciendo el oficio más viejo del mundo hasta que finalmente acabó en España. Aquí, tras mucho esfuerzo, logró formase y abrir un establecimiento de manicura. Es precisamente en Salamanca donde lucha en favor de los derechos de todas aquellas que no tienen voz desde la asociación Transformación. "Vivimos el rechazo de una parte de la sociedad, por eso pedimos a las administraciones que nos defiendan, pero hablando de nuestra realidad, de lo que nos pasa, de la prostitución a la que muchas mujeres se ven abocadas. Sin obviar la realidad", algo que muchas veces no tienen en cuenta a la hora de llevar a cabo políticas de reinserción. Ella no es la única mujer transexual que ha contado su historia en la charla organizada por el sindicato CGT bajo el título "Violencia y discriminación en la población trans". La cantante y compositora Alicia Vatra también quiso narrar su testimonio, haciendo hincapié en los problemas laborales a los que se tienen que enfrentar cada día, muchos provocados por el hecho de no poder cambiar el nombre en el DNI tras el tránsito. "Tengo la sensación, muchas veces, de que los políticos no se interesan por nosotras porque en definitiva somos pocos votos". Un día a día complicado al que estas dos mujeres se enfrentan con valentía, mientras la situación en el mundo no mejora. No en vano, recordaron, son uno de los colectivos que más sufren la violencia machista. De hecho, en los últimos diez años, 3.314 mujeres transexuales han sido asesinadas en todo el planeta, muchas por armas de fuego, otras, víctimas de palizas crueles, lo que hace que testimonios como el de Sarah y el de Alicia sean más que necesarios para lograr una integración real.