Manuel, de 8 años, juega en la cocina con una taza vacía durante el desayuno mientras su padre leía el periódico. Comienza un diálogo entre padre e hijo.

“-Padre: Lo romperás, siempre rompes las cosas./

-Manuel: No es verdad.(Y, justo entonces, la taza cayó al suelo y se rompió)./

-Padre: ¡Ya está bien!, ¡qué tonto! ¡Lo rompes todo!/

-Manuel: ¡Tonto tú! Rompiste el plato preferido de mamá./

-Padre:¡Llamas tontoa tu padre! ¡Eresunmaleducado!/

-Manuel: ¡Maleducado, tú! Me llamaste tonto primero./

- Padre:¡Ni una palabra más!¡Vete a tu cuarto enseguida!/

-Manuel: ¡Venga, oblígame!”.

Es una discusión habitual que puede mantener un padre con su hijo, después de haber cometido alguna travesura, que ha causado un daño o perjuicio. Un caso abordado en la escuela de padres, dirigida por Clemente Guerra y Mari Carmen Sanz, en el Colegio Público Ponce de León de Valladolid, ante medio centenar de padres ymadres, reunidos en la sala de informática del centro. Es entonces cuando se analiza el episodio y surgen diferentes interpretaciones. “¿Qué hacemos cuando ocurre algo parecido en casa y se ha perdido el respeto entre unos y otros?”, pregunta Mari Carmen. “Huir porque no hay quien pueda arreglar esa situación.Ya empezó mal”, responde una madre asistente a la charla.

Hay risas en el aula pero Mari Carmen se pone seria y recomienda no “entrar al trapo” porque meterse en este tipo de peleas no es la solución. Clemente incide en la idea y recuerda a los padres que el niño no necesita gritos, amenazas y castigos, sino un ejemplo al que seguir, además del autocontrol y el manejo de ciertos valores. También se refiere altérmino de “acariciar los sentimientos” y así evitar conflictos y conductas indeseables. Y es que asegura que el éxito de la educación de un menor no está en la respuesta del hijo sino en la actitud del padre y en el proceso que lleva a cabo. “Es importante que los padres no se desmoronen aunque su hijo le falte al respeto y que compruebe que no ha perdido la seriedad en todo el proceso educativo”, comenta este ingeniero jubilado que ejerció 32 años como profesor en el Instituto Politécnico Cristo Rey.

Por su parte, ella es maestra de Educación Infantil y orientadora familiar. Además, son abuelos, por lo que los consejos que dan también les sirven para sus tres nietos. La pareja imparte el curso “Educarse para educar”, destinado a padres y educadores, a cinco grupos en este trimestre, con la participación de 174 familias. Tienen la agenda completa al impartir el curso básico en las localidades de Renedo y Medina del Campo, en la provincia de Valladolid, en el CEIP Ponce de León de la capital y en dos centros de Palencia. El próximo trimestre irán a Burgos para impartir charlas intensivas los fines de semana. A lo largo de diez sesiones, Clemente y Mari Carmen pretenden proporcionar a los padres, futuros papás, docentes e incluso abuelos unos recursos que les ayuden a corregir conductas y prevenir conflictos así como contar con herramientas para fomentar las fortalezas y virtudes. Ambos repiten, con insistencia, que el educador que no esté dispuesto a educarse, no educará bien. De ahí el título del curso básico, que se complementa con otro que imparten para padres con hijos adolescentes mientras que otro matrimonio (formado por Rocío y Pío) se encarga de la educación afectivo-sexual.

La experiencia de Clemente y Mari Carmen viene avalada por sus 40 años en la escuela de padres cuando comenzaron a irdenovios a cursos sobre la educación de los hijos como alumnos y, después, como formadores explicando su “método” en más de 60 colegios, sobre todo de Valladolid y provincia aunque también en otros puntos de la comunidad. “Iniciamos los cursos de lamano de losJesuitas, después de comprobarlas necesidades de las familias”, señala Clemente a la Agencia Ical. Una demanda que, a su juicio, ha ido en aumento en los últimos años y hoy es aún más urgente.“El mundo es más complejo y ahora es más difícil educar. Se han perdido referencias donde ancla rcertezas.

Los padres ahora están desbordados y angustiados, al comprobar que son otros los que educan a sus hijos”, subraya. Entonces,cita Internet, las pantallas de los teléfonos móviles y las tabletas, las modas y las estadísticas pero también los nuevos modelos de familia. “Una madre reconocía hace poco que ahora tenía más problema con un hijo que cuando vivía en casa de su spadres y eran diez hermanos”, recuerda. Tampoco ayuda que los niños estén “infantilizados” y “heridos de bienestar”, por lo que hay que prepararse para “curar las heridas” y “educarles en la frustración”. Se centra, sobre todo, en los padres varones ya que muchos de ellos han “desertado” de la “ineludible” labor de educar a sus hijos e incluso de la función de progenitor. Algo que considera un grave error al asegurar que “el padre que huye ahora se pasará toda la vida huyendo, a nivel educativo”.Y quien se arrepienta, en unos años, de esta decisión lo tendrá difícil porque asegura que es complicado “retomar” ese papel cuando el hijo es adolescente. En la cuarta sesión, los padres miran la completa guía elaborada por Clemente y Mari Carmen y escuchan con atención la parte del comportamiento y los sentimientos, donde abordan una de las claves de todo el proceso que es el control de las emociones.