Este es el relato de un sindicato que nació casi de la nada y que en poco tiempo llegó a convertirse en uno de los más populares de España. No en vano, llegó a intervenir como acusación particular en algunos de los casos de corrupción más mediáticos de los últimos años. Un proceso meteórico que llevó a sus máximos dirigentes a introducirse en una vorágine de poder que acabó por destruirlos. Tanto es así, que incluso durante el juicio del caso Nóos contra Iñaki Urdangarín y su exsocio Diego Torres llegaron a reclamar dos millones de euros para retirarse de la acusación particular contra la infanta Cristina.

El periodista de investigación Javier Chicote ha sido el último invitado al CLUB LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA. Ocasión que ha aprovechado para presentar su último libro "Manos limpias, manos sucias", un trabajo de investigación donde desgrana la historia, los orígenes y la caída de este sindicato.

"Analizo desde sus primeros años en la ultraderecha madrileña, hasta quién los financiaba, cómo extorsionaban y cómo sus máximos dirigentes terminaron finalmente en la cárcel", cuenta el autor. Un libro, en definitiva, que sirve de excusa para repasar algunos de los casos de corrupción más sonados de los últimos años, en los que el sindicato estaba implicado de alguna forma. "Si había un caso mediático, ellos entraban. Y eso al margen de las mil quinientas denuncias que llegaron a poner a lo largo de sus años de historia" en todo tipo de procesos.

Una obra, en definitiva, que hace un repaso a los años de la burbuja inmobiliaria, "años en los que corría el dinero a raudales y donde aparecieron personajes de todo tipo. Años en los que hasta el que decía que perseguía el corrupto se acabó finalmente corrompiendo". Una época a la sombra del ladrillo que compró políticos y personajes de todos los ámbitos, tanto públicos como privados.

Manos Limpias, cuando comienzan todos estos juicios sobre corrupción, lo que buscaba principalmente era "notoriedad", cuenta Chicote. "Empezaron de forma muy marginal porque provenían de la ultraderecha. No ejercían ninguna actividad sindical, hasta que de repente, empezaron a meterse en algunos de los casos más llamativos y mediáticos". Una época en la que tenían mucha relación con periodistas y en los que filtran incluso información. "En mi caso, los conocí como periodista. Tenía buena relación con ellos hasta que comprobé el grado de corrupción del sindicato".

Y es que, cuenta Chicote, "llega un momento que se emborracharon de poder. A Miguel Bernal, uno de las cabezas visibles del sindicato, le llegaron a llamar incluso del periódico Washington Post por el tema de la infanta. Se obsesiona por salir en la televisión. Y esa fue su perdición ya que empiezan a usar el sindicato para lograr beneficios económicos".

"Manos limpias, manos sucias" es una obra que surge tras la publicación de unas fotografías en las que aparecían la abogada del sindicato, Virginia López Negrete, con el juez Castro, instructor del caso de la infanta. "A raíz de ahí me empezó a llamar gente que había estado en contacto con Manos Limpias y que me aseguraban de que limpias no tenían nada". Es entonces, cuando Chicote comienza esta ardua tarea de investigación para destapar la labor real del sindicato. "Empiezo a verme con abogados, procuradores y colaboradores que me empiezan a contar la verdad". Incluso, narra, "una de las personas que trabajaban para Manos Limpias me dio una copia de los discos duros que había en la sede, desengañado por Miguel Bernal, uno de sus dirigentes. Ahí es cuando acceso a toda su historia, sus cartas y sus denuncias".

Una labor de investigación que ha visto la luz en cerca de 300 páginas. Un libro en el que el autor refleja "que mi compromiso no es con nadie, más que con la verdad".

Y es que como él mismo asegura, hacer periodismo de investigación es fundamental para la sociedad, "necesario" aunque sea "incómodo". Un género "totalmente abandonado por muchos motivos, pero que es fundamental porque consigue información que está ahí y que es muy valiosa porque informa al ciudadano de temas que de otra forma no saldrían a la luz". El problema, recuerda, sin embargo, "es que es caro y además genera muchos enemigos" por lo que las empresas prefieren no apostar por él.