El grupo Mayalde toca hoy en el paraninfo del Colegio Universitario en el tradicional concierto de inicio de curso de la Escuela de Folklore de Zamora. Eusebio Martín es uno de los integrantes del grupo Mayalde.

-"La madre que parió a la música" es el título del espectáculo que ofrecen, toda una declaración de principios.

-Sí, es una especie de concierto comentado o de conferencia ilustrada donde básicamente explicamos de dónde procede casi todo lo que utilizamos en la música tradicional, que es en la fragua. Tras muchos años de fraguas, de herreros, de conversaciones y de cuentos uno llega a cierto convencimiento, más por edad que por sabiduría. Es un concierto muy dinámico, muy participativo y entretenido.

-Harán un repaso por la música tradicional fundamentalmente de Salamanca de donde proceden.

-Nuestro ámbito de recopilación ha sido la provincia de Salamanca. Tenemos tanta riqueza, tantos hilos de los que tirar por las repoblaciones, los pastores trashumantes, los arrieros, la Raya ... no vamos a acabar nunca. En unos tiempos en los que domina la globalización, donde todo se difumina, intentamos defender los pequeños territorios que al final se convierten en lo más universal.

-Usted defiende que la cultura y la música tradicional es una cuestión de territorios

-Sin duda. No solo la música tradicional, en general nuestra supervivencia como seres humanos. La globalización es una trampa comercial, cuando a alguien lo haces ciudadano del mundo ya le puedes vender la misma cosa en todos los puntos del mundo. Si tú no conoces un territorio no puedes amarlo, si no lo amas no lo defiendes y si no lo defiendes, alguien inexorablemente lo conquista, y hablo de territorios espirituales. No hay un territorio en España donde más sevillanas se bailen que Castilla y León porque nos hicieron avergonzarnos. Todo guarda relación con la España vaciada, pues nos han hecho avergonzaros de ser de pueblos, de cantar lo que cantaban los abuelos y cuando alguien desprecia sus ritos, lo conviertes en otra cosa, en una vaca, que es lo que están pretendiendo.

-¿Empezamos a estar orgullosos de lo nuestro?

-No lo sé. Mi padre y mi abuelo eran hombres de campo felices y me decían que había que irse del pueblo, una vivencia que tiene la gente de mi generación. ¿Cómo puede ser posible que te echen de tu pueblo cuando ves a gente inmensamente feliz haciendo lo que le gusta? Los primeros estudiantes no ricos nos dimos cuenta de muchas cosas. En estos tiempos, en los años 40 y 50, se moría la música tradicional en España porque había que evolucionar. Hay un momento en el que el sentido nacionalista salvó la música y la gastronomía. En el País Vasco la txalaparta se moría, en Galicia la gaita y las pandereteiras se morían. Los territorios espirituales comienzan a reivindicarse con fuerza y surge Heiva, Carlos Núñez... pero en Castilla y León como somos España no se reivindica nada de nada, cunado aquí se murió prácticamente todo sin relevo.

-Pero en esa agonía surgió Mayalde.

-Nosotros tuvimos mucha suerte al igual que Jambrina y Madrid, entre otros, que nos dimos cuenta de que todavía llegábamos a tiempo. Todavía quedaba la última generación que conservaba de manera directa y con orgullo en su alma sus canciones. No obstante, en los pueblos se han perdido. ¿Cuánta gente se sigue reuniendo alrededor de un fuego a cantar? Nadie o muy poca gente, por eso nos queda el escenario. Actualmente con el movimiento neorrural y esa gente que se da cuenta que las lechugas que traen de Holanda con más baratas pero no saben a "ná", que los pollos que comen no saben a "ná" y de pronto redescubren el pueblo y descubren la música. Es algo cíclico, pero el problema actual es que va a ser la última oportunidad que quizá tengamos para enganchar con el eslabón perdido. Nosotros y mucha gente tenemos todos los años a miles de personas delante en plazas de pueblos, en institutos o en teatros. No está todo perdido.

-¿Van a invitar al escenario a algunos de sus amigos músicos de Zamora?

-Haremos que suba gente con nosotros porque la música si no se comparte es una mierda.

-Hablaba antes de lo inagotable que es la música tradicional, pero lo que se ha agotado son los informantes de los que han aprendido.

-Nosotros seguimos haciendo trabajo de recopilación con la ventaja de que antes la gente estaba dispersa y ahora está concentrada en las residencias de ancianos, donde no va nadie, ni tan siquiera los grupos que están intentando engancharse al mundo de lo tradicional.

-¿Por qué no va nadie?

-No lo sé, pero percibo que no va nadie. La gente está tirando de lo que se ha editado porque es más fácil. Eso tiene un problema pues cuando te subes al escenario a cantar algo que ha recopilado un tercero se produce como la electricidad que al pasar de torreta en torreta algo va perdiendo por el camino. Yo veo en el escenario a gente que dice que ha estado en una cocina, cuando no ha estado y eso se nota mucho. Si puedes beber de la fuente limpia, mejor que embotellada. A quienes están empezando, a quienes ponen en marcha un grupo les digo que vayan a ver a los viejos que quedan.

-¿Y cómo ve a los nuevos grupos?

-Reinterpretan como hemos hecho todos, no nos queda otra. Mayalde hizo una apuesta dura hace 40 años. Cuando empezamos Pilar y yo con el caldero, las cucharas... nos llamaron locos y anacrónicos. Sentimos que nadábamos contracorriente, pero sé que los peces que nadan contracorriente son los van vivos. Dejarte arrastrar por la corriente tiene un peligro. Ir contra ella supone recibir golpes, pero si aguantas te haces duro. Nosotros hemos conseguido que gente se enganche con la tradición porque hemos aguantado. La música es un patrimonio inmaterial y si una iglesia románica está protegida y una canción de Sanabria no, quien intente acercarse a ella, quien intente restaurarla, debe de acercarse con respecto, tener cuidado y tener un conocimiento previo.