Pilar Rodríguez es la fundadora y presidenta de la Fundación Pilares para la Autonomía Personal, que propugna y defiende el Modelo de Atención integral y Centrada en la Persona.

Licenciada en Filosofía, ha realizado cursos de postgrado en Sociología y es gerontóloga y experta en servicios sociales. En la jornada "Esperanza Longeva: Mayores Independientes", organizada por LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA con el patrocinio de la Junta de Castilla y León, Pilar Rodríguez hablará sobre "Cambiar las políticas para promover autonomía y aprovechar el talento de las personas mayores en la nueva longevidad".

-¿Le parece interesante que se celebre un foro sobre esta temática?

-Sin duda. El incremento constante de la esperanza de vida es un gran logro de las sociedades modernas que hemos conseguido gracias a los avances sociales. Este indicador en 1908 era de 41 años. Desde entonces hasta ahora el salto ha sido enorme. Los hombres tienen una esperanza de vida media al nacer de 80 años mientras que la de las mujeres es de 86. Se trata de un fenómeno inédito en la historia de la humanidad, que requiere una adaptación en diferentes planos y que todavía no se ha sabido asimilar por la sociedad. Vivir tantos años constituye, sin duda, un enorme logro social, pero también esta longevidad es un desafío que obliga a adaptarnos a la nueva pirámide de la población, en la que el porcentaje de personas mayores va a seguir creciendo de manera intensa. En este sentido, se precisa que los sistemas de protección social realicen cambios, en especial el sistema sanitario, que debe pasar del objetivo de "curar" al objetivo de "cuidar". Para ello, una de nuestras asignaturas pendientes es alcanzar una verdadera coordinación entre el sistema sanitario y el de servicios sociales. El sistema de dependencia debe ser también revisado para lograr una financiación suficiente y para que sus recursos y prestaciones avancen para ofrecer una atención basada en autonomía y dignidad y, por tanto, que garantice el ejercicio de derechos y esté centrada en las personas.

-¿Hay que cambiar la visión que se tiene en la sociedad de los mayores?

-Ese es otro de los retos pendientes de resolver. En general, se sigue manteniendo una imagen social negativa de las personas mayores, percibiéndolas como un "peso" creciente que consume una parte enorme del gasto social y que supone un peligro para el sostenimiento de las pensiones y del resto de los sistemas de protección. Tenemos que aprender a conocer y reconocer las aportaciones que realiza este grupo de población, no solo porque han participado en la construcción de nuestro Estado de Bienestar durante su vida de trabajo activo, sino porque también durante su jubilación aporta valor al desarrollo y al incremento de nuestro capital social. Como se muestra en la investigación desarrollada por nuestra Fundación "Las personas mayores que vienen", las aportaciones positivas que realizan al sostenimiento de la familia son enormes: cuidan a los nietos y a las personas en situación de dependencia de su familia y atienden y acogen a hijos que quedan en paro o se divorcian. Un 67% de quienes tienen entre 50 y 69 años apoyan a su familia de manera, muchas veces, excesiva, lo que tendría que revisarse para que no se abuse de la generosidad de estas personas. Pero también las personas mayores participan cada vez más en actividades solidarias y altruistas mediante el voluntariado. Asimismo, contribuyen a la riqueza nacional como consumidores de viajes, moda y otras ofertas de ocio y cultura.

-¿Es importante fomentar la autonomía personal de los mayores y cómo debe hacerse?

-La autonomía es la base de la dignidad personal. Poder diseñar y desarrollar un proyecto de vida propio, sin coacciones externas, es algo que debería poder estar al alcance de cualquiera porque es inherente a la condición humana y a los países que han avanzado en la salvaguarda de los derechos humanos. Hablamos del respeto a la libertad y la igualdad a las que todos tenemos derecho para diseñar y controlar nuestras vidas, y eso es hablar de derechos y también de valores éticos de primer nivel. Cuando una persona tiene una situación de dependencia y necesita cuidados pareciera que entonces es lícito despojarle de sus derechos, y familiares y profesionales comienzan a tomar decisiones por la persona sin consultarla. Por eso es tan importante cambiar el modelo de atención vigente de manera mayoritaria, que está teñido de paternalismo y que tiene muy poco en cuenta a las personas que necesitan cuidados de larga duración. ¿Cómo hacerlo? Planteándonos como sociedad si estamos ofreciendo ahora a las personas en situación de dependencia unas condiciones de vida dignas. La transformación del modelo implica que en la atención profesional y en el diseño de recursos se propicie un cambio de mirada a la persona y un cambio en las intervenciones: pasar de verla como enferma y dependiente a apreciarla y verla en su integridad como persona valiosa que conserva muchas fortalezas y capacidades y que desea seguir adelante con su proyecto de vida, aunque necesite apoyos para lograrlo. Ese es su derecho y esa es nuestra responsabilidad, que el necesitar cuidados no obligue a las personas a renunciar a sus proyectos de vida. Para ello, además de atención profesional de calidad, el modelo propone un acompañamiento para que esa etapa vital sea lo más gratificante posible. Será un camino largo, pero la buena noticia es que hay muchos profesionales y también administraciones públicas comprometidas con este cambio. Castilla y León, con su programa "En mi casa", fue pionera y es líder indiscutible en este camino. Pero también el respeto por la autonomía personal ha de estar presente en cualquiera de las otras líneas que se trabajan con personas mayores. Ya no vale que la administración, los proveedores de servicios y los profesionales diseñen servicios sin contar con ellas. Ahora, y cada vez más, las personas mayores son más exigentes y conscientes de sus derechos y no se conforman, como antaño, con lo que buenamente se les ofrece, sino que desean participar y ser protagonistas en la toma de decisiones.

-¿Tienen que cambiar los servicios asistenciales que se les ofrecen?

-Las personas mayores prefieren vivir en su casa y en su entorno a vivir en una residencia y quieren ser atendidos por su familia con el apoyo de los servicios sociosanitarios que precisen. Hacer posible este deseo, que también reduciría costes sociales, pasa por ofrecer un conjunto de servicios diversificados y adaptados a cada caso. Es muy importante a este respecto reconocer el valor incalculable que tienen los cuidados que la familia dispensa a las personas mayores en situación de dependencia, pero se considera indispensable que se provean prestaciones y servicios directamente dirigidos a estos cuidadores para apoyar su labor y también para evitar la claudicación de los cuidados familiares. Hay que enfatizar y defender que las residencias u otros alojamientos alternativos en grupo son totalmente necesarios hoy y lo van a ser cada vez más en el futuro, pero estos establecimientos deben también realizar cambios y evolucionar para ofrecer una atención centrada en la persona.