Los integrantes de la Cofradía de las Ánimas de Zamora y de otras cofradías y hermandades de la ciudad así como decenas de fieles participaron anoche en la tradicional procesión que honra y recuerda a los difuntos que reposan en el camposanto de San Atilano.

Las velas y antorchas que portaban la mayoría de asistentes iluminaron los pasillos centrales que separaban los cuarteles que configuran la estructura del cementerio capitalino. En su caminar los presentes fueron rezando el rosario, conducido por el sacerdote Emilio Santiago Lorenzo. Alguno de manera testimonial aprovechó la ocasión para detenerse unos minutos ante sepulturas de sus seres queridos y allegados para posteriormente reincorporarse nuevamente al cortejo. El ceremonial, que se repite cada año en el mismo escenario e impresiona por la solemnidad del acto, por la oscuridad y el silencio reinante en el cementerio municipal, concluyó con una breve celebración en las inmediaciones de la entrada a San Atilano. Las imágenes del Santo Cristo del Perdón y la imagen de Jesús de Luz y Vida, que tallara Hipólito Pérez Calvo y que desde días atrás estaba en la capilla del cementerio, presidieron el emotivo rezo que contó con el canto del coro de la Hermandad Penitencial de Nuestro Señor Jesús y Vida.

Precisamente la penitencial que honra a los semanasanteros fallecidos cada Sábado de Pasión desde hace más de un cuarto de siglo, organizó, antes de la procesión alrededor de las tumbas y sepulturas, una eucaristía en la capilla del cementerio por todos los difuntos de la Semana Santa de Zamora. La ofició el capellán de la hermandad y contó con la participación de la Schola Gregoriana Gaudete, colectivo que por la mañana entonó la misa de réquiem en canto gregoriano en la Catedral.

Luz y oración para recordar a los difuntos.