El escritor Luis García Jambrina acaba de publicar "El manuscrito del aire". El zamorano presentará su última novela este martes, día 5, a las 20.00 horas en el salón de actos de la Biblioteca Pública de Zamora.

-Ha publicado una nueva entrega del pesquisidor Fernando de Rojas, una nueva aventura en la que el personaje deja su pueblo e incluso España.

-Al final del epílogo de "El manuscrito de piedra" ya se anticipaba que fray Antonio iría a La Española en el tercer viaje de Colón. Era cuestión de tiempo que este dominico reclamara la presencia de su amigo Rojas para que hiciera las pesquisas de algún crimen o hecho violento. Me interesaba mucho que Rojas se adentrara en el Nuevo Mundo, y ningún lugar mejor que la isla de La Española (actual República Dominicana y Haití), pues se trataba del primer asentamiento de los españoles en las Indias Occidentales. La intención última era airear al personaje y someterlo a nuevas experiencias y aventuras en escenarios nuevos, pero lo fui dejando para el final de la tetralogía.

-¿Por qué?

-Requería un gran trabajo de documentación, que he ido realizando a lo largo de varios años. También hice un par de viajes a Santo Domingo, pues quería conocer de primera mano, hasta donde fuera posible, esa tierra, esa luz tan transparente, ese mar tan hermoso y esa vegetación tan exuberante, así como la Ciudad Colonial, que tanta importancia tiene en la novela.

-Pese a estar lejos de Salamanca, de alguna manera la ciudad sigue muy presente en el texto. ¿Por qué?

-Podría hablarse de una especie de conexión o cordón umbilical con Salamanca a través de los primeros dominicos que fueron a La Española en 1510, procedentes del convento de San Esteban y formados en la Universidad de Salamanca, y que enseguida se convirtieron en los primeros y únicos defensores de los indios taínos, con gran riesgo de sus vidas. Décadas después fundarían la primera universidad del Nuevo Mundo, según el modelo del Estudio salmantino, algo de lo que deberíamos enorgullecernos.

-En esta novela da voz a una parte de la conquista de América todavía muy desconocida. Otorga voz a los sometidos, al pueblo de los taínos, y también a los dominicos que denunciaron las brutalidades que llevaron a cabo los encomenderos.

-Yo quería enfocar los hechos sin ninguna clase de prejuicios dándole voz a los propios personajes. No solo a los taínos y a los dominicos, también a los encomenderos y autoridades y contemplando los hechos desde la mentalidad de aquella época, no desde la mentalidad actual o desde una mentalidad digamos retrógrada. En mi novela, además, no hay un narrador que diga cómo hay que interpretar los hechos. En ella se muestran diferentes puntos de vista y luego que cada uno juzgue. Para ello es importante acudir a las fuentes, a las crónicas de Indias, las cartas, los documentos, las relaciones... y contrastarlo todo luego con lo que plantean los historiadores actuales.

-Muestra un choque cultural entre dos formas de entender la vida que atrapan a Fernando de Rojas. ¿Por qué lo coloca en esa tesitura?

-Por su condición de converso Fernando de Rojas es ya de por sí un personaje desgarrado, que vive siempre bajo sospecha, entre la ortodoxia y la heterodoxia. Cuando llega a La Española e inicia las pesquisas de la matanza que ha ido a investigar, enseguida se da cuenta de lo que allí sucede y tendrá que tomar partido de alguna forma entre esos dos mundos, entre esas dos culturas. Se trata, por lo demás, de una experiencia de la que saldrá renovado y transformado.

-En la trama aparece el "Sermón de Adviento" e incluso uno de los personajes de su novela es Bartolomé de las Casas.

-Se trata de un sermón tan importante desde el punto de vista histórico que debería conocerse y leerse en todos los colegios e institutos. Escrito de común acuerdo por los dominicos del convento de Santo Domingo y pronunciado por fray Antón de Montesinos el 21 de diciembre de 1511, este sermón en favor de los indios taínos y en contra de los encomenderos españoles tuvo una gran trascendencia, pues generó leyes y debates sobre la situación de los indios en el Nuevo Mundo, inspiró a autores como el dominico Francisco de Vitoria y, a la larga, sentó las bases de lo que, siglos después, luego sería el reconocimiento de los Derechos Humanos. También sirvió para que Bartolomé de las Casas, que antes de ser fraile fue encomendero, tomara conciencia de ello y acabará convirtiéndose en el principal defensor de los indios.

-Se cita en numerosas ocasiones al rey Fernando que no sale muy bien parado en las manifestaciones de algunos personajes. ¿Tenemos que volver a redescubrir los personajes de nuestra historia?

-Por lo general se han dado visiones interesadas de estos grandes personajes, bien a favor bien en contra, por un motivo u otro. Pero hay que verlos sin apasionamiento y valorarlos desde la mentalidad de su época. Fernando el Católico había aparecido ya en varias novelas mías. Su actitud con respecto a los indios fue muy ambigua. Por un lado, aparentaba preocuparse por ellos, al menos mientras vivió su esposa la reina Isabel, ya que eran súbditos de la Corona; por otro, no hacía más que pedir que se le enviara cada vez más oro de la isla y con más frecuencia, y eso solo se podía hacer explotando y esclavizando a los taínos, lo que hizo que muy pronto se extinguieran.

-Desde su punto de vista ¿hay que pedir perdón por la Conquista?

-Yo creo que es demasiado tarde para pedir perdón. ¿Quién debería pedirlo? ¿A quién? ¿De qué manera? El mejor reconocimiento que podemos hacerles a los pueblos precolombinos, y especialmente a los taínos, es esforzarnos en conocer cómo eran y qué es lo que realmente pasó en el proceso de Conquista y colonización, más allá de leyendas negras y leyendas blancas. Y, desde luego, reconocer el importante legado. Nos dejaron, entre otras cosas, numerosas palabras que de la lengua taína pasaron al castellano y del castellano a otras lenguas europeas que todos los días utilizamos sin tener conciencia de ello, como huracán, canoa, piragua, cacique, yuca, barbacoa...

-Presenta a una mujer fascinante, la princesa taína Ana de Guevara, una fémina muy fuerte y fundamental en la trama. ¿Se trata de un personaje real o que nace de su imaginación?

-Es un personaje histórico. Se llama Higuemota y es la hija de la célebre Anacaona, una cacica ejecutada por los españoles a la que todos admiraban por su inteligencia, valor y hermosura; también era hija de Caonabó, que fue uno de los primeros caciques en enfrentarse a los españoles. Higuemota es una mujer muy peculiar, pues se casó con un español, Hernando de Guevara, y para ello tuvo que bautizarse; eso hizo que viviera entre dos mundos, el taíno y el cristiano. De alguna manera representa la memoria del pueblo taíno cuando este ya está a punto de desaparecer en la isla. Por otra parte, hay que decir que las taínas tenían más peso e importancia en su sociedad que las españolas en la suya.

-Rojas al llegar a Santo Domingo es seducido por el lugar, una seducción que llega a otros terrenos dado que por primera vez aparece el amor en la serie de "manuscritos".

-Sí, el amor constituye una parte importante de la trama. Desde el primer momento Rojas queda fascinado por Higuemota. Es el amor entendido como una experiencia radical, que hace que los cimientos del alma se tambaleen. Había habido ya un atisbo de esto en "El manuscrito de piedra", pero muy contenido y en una época juvenil de Rojas. Ahora he tratado de mostrar cómo el amor puede ser lugar de encuentro con el otro, con lo otro; el amor como vía de conocimiento, como puerta de acceso a lo desconocido, como reconocimiento de lo distinto, en este caso del pueblo taíno. Ello da lugar a varias escenas de un gran erotismo.

-También existe metaliteratura, dado que el propio Rojas habla de los personajes de su Celestina.

-Rojas se enamora de una manera tan apasionada de Higuemota y era inevitable trazar algunos paralelismos y traer a colación su libro. También su condición de escritor vuelve a estar muy presente en esta novela, pues decide escribir sobre los taínos y sobre su inquietante viaje por el río Ozama hasta adentrarse en las entrañas de la isla en pos de algún sospechoso.

-En las últimas páginas de la novela aparece un hijo del pesquisidor. ¿Este vástago volverá a nuevas entregas?

-Tengo previsto que Rojas vuelva al Nuevo Mundo y pase por La Española de forma clandestina, camino de tierra firme, para hacer las pesquisas de un hecho histórico muy controvertido en el que se ven implicados varios descubridores muy conocidos. Este viaje propiciará el encuentro con un hijo del que no tenía noticia.

-¿Qué proyectos tiene en cartera?

-En lo novelístico, tengo previsto escribir una nueva tetralogía de "manuscritos" protagonizados por Fernando de Rojas, con nuevas aventuras, eventos y escenarios, dentro y fuera de España, entre ellos Zamora, pero no puedo adelantar nada. Ya te terminado la documentación para la primera, que ahora estoy escribiendo en los pocos ratos que tengo libres y luego vendrán las demás, hasta que el personaje se agote o deje de interesar a los lectores. De momento, creo que hay Rojas para rato.

-¿Qué tiene la novela histórica para que regrese una y otra vez a ella?

-Es el género en el que más cómodo me siento y el que considero más apropiado para el tipo de historias que quiero contar. Para mí es el género ideal, si bien lo concibo y lo cultivo de una manera muy peculiar mezclándolo con otros géneros, como la novela negra y la de aventuras y con muchos elementos tomados de la literatura clásica española. Por otra parte, la novela histórica tiene un valor añadido con respecto a otro tipo de novelas y es su función didáctica.