La joven zamorana Alicia Fermoselle Martín ha ganado el premio extraordinario de enseñanza de música de Castilla y León

-¿Cómo comienza su relación con la música?

-Comencé en la escuela de música, al principio como una actividad más, pero luego pasé al Conservatorio Profesional de Zamora que he compaginado con el colegio y el instituto. La combinación a veces ha resultado complicada como el curso pasado que estudié 2º de Bachillerato. Si realmente quieres dedicarte al mundo de la música, hacerlo es bastante duro, sobre todo, los últimos cursos, pues son muchas horas de clases y a mayores muchas horas de tocar el saxofón en tu casa.

-¿Por qué eligió el saxofón?

-Siempre lo tuve claro, quizá me llamaba la atención porque lo veía tocar en las procesiones de Semana Santa. Creo que de no haberlo logrado hubiera optado por el clarinete. La mayor dificultad de tocar el saxofón es tener una buena capacidad pulmonar, una agilidad de dedos y, sobre todo, es practicar y practicar durante muchas horas.

-Usted ha tomado la decisión de dedicarse profesionalmente a la música ¿por qué?

-Desde pequeña me apasionaba la música y esa pasión ha ido en aumento. El coincidir con el profesor de saxofón Rafael Gómez Cáceres ha hecho que tome esa decisión. Él vive para la música y nos lo ha transmitido. Me ha hecho darme cuenta de que realmente quería que dedicarme a la música.

-¿Con qué edad lo decidió?

-Con 16 años y he contado siempre con el apoyo de mis padres. Cuando lo comenté me respaldaron y cuando les dije que quería preparar pruebas para acceder un año años al Conservatorio Superior de Salamanca me hicieron ver que tendría que esforzarme mucho. Hasta entonces yo estudiaba en el IEZ Río Duero y al plantearme comenzar en Salamanca tuvo que cambiarme y estudiar el Bachillerato en horario nocturno, donde logré sacar una excelente nota.

-Por lo que dice dejó su vida habitual hasta ese momento.

-Sí, porque no tenía tiempo de otra manera. No ha sido duro a nivel de compañeros porque yo sigo en contacto con mis compañeros del instituto. Sigo quedando con mis amigos el poco tiempo libre que tengo. Lo más complicado ha sido afrontar el tantísimo trabajo que tenía. A veces hechas en falta levantarte a las ocho para ir al instituto y comer en tu casa frente al ritmo que he llevado de levantarme a las seis de la mañana para coger el autobús para poder ir a Salamanca. Mi rutina cambió completamente.

-¿Cómo surge el presentarse al premio extraordinario de enseñanza de música de Castilla y León?

-Recuerdo que un viernes mi profesor de saxo me dijo que al concluir Sexto existe este premio al que se accedía teniendo una nota de media de 9,6. No me lo dijo para presionarme, dado que tenía tres frentes abiertos, pero al final lo logré. Me animé a intentarlo como un desafío personal. Finalmente me dio la nota, hice la selectividad, con buenos resultados, y luego los exámenes para el premio.

-¿Qué tal fue la experiencia? ¿esperaba lograrlo?

-Las pruebas me parecieron abarcables a mi nivel. Para el examen de saxofón tenía que llevar tres obras elegidas por mí de diferentes estilos. Opté por el programa "Scaramouche" de Darius Milhaud para saxofón y piano, "Brillance" de Ida Gotkovsky para saxofón y piano así como "Le frêne égaré" de François Rossé para saxofón solo.

-¿Quién le acompañó al piano?

-Me acompañó la profesora Natalia Zapatero. La experiencia con ella ha sido muy positiva. Con anterioridad habíamos hecho cosas juntas cuando fue mi profesora y cuando se lo comenté dijo que sí, que me acompañaba.

-¿Cómo conoció que era la mejor alumna de Castilla y León?

-Fue al concluir el último examen. Me lo dijo mi profesor de saxo. La verdad es que me sorprendió mucho ser la mejor de la región. No lo asimilas porque he tenido un año muy ajetreado. Ahora estoy estudiando Segundo en el Conservatorio de Salamanca.

-¿Cuántas horas dedica al saxo

-Ahora cinco o seis y los fines de semana más. Además, formo parte de la Orquesta de Vientos de Zamora, OVZA, que dirige José Ignacio Petit.

-¿Qué es para usted la música?

-La música para mí la profesión más bonita del mundo porque puedes hacer feliz a alguien con tu trabajo. Por otra parte, es muy duro. Las carreras como medicina están valoradas y la formación musical es tan dura como la formación universitaria y sin embargo socialmente no se valora de la misma manera. Cuando yo decía que quería hacer el Superior de Música la gente me preguntaba que cómo con las notas que tenía. Al principio me molestaba porque es un gran trabajo. Salir a un escenario para dar un concierto requiere mucho esfuerzo diario, no es un simple concierto. Es un estudio continuo. Si haces una carrera te puedes ir de vacaciones y no pasa nada mientras que cuando tocas un instrumento tienes que hacerlo todos los días. Hay personas que te lo reconocen, pero por lo general pocos lo tienen presente. Como joven me gustaría cambiar un poco esta idea que se tiene de la profesión de músico.

-Habla de desigualdad ¿en qué otros aspectos se manifiesta?

-La mayor desigualdad se produce con los deportistas de élite que estudian. A ellos se les reconocen las marcas que logran y sin embargo a los músicos no se no valora nada.

-Tras Salamanca ¿qué planes tiene?

-Quiero hacer el master fuera en Francia o Alemania. Me quedan todavía tres años para decidirlo.

Puedes verla y oírla en acción, aquí.