España ha sacado por fin, no sin cierto retraso, a Francisco Franco del Valle de los Caídos. Los restos del dictador están ya alejados del mausoleo en el que compartía descanso con los miles de represaliados que allí yacen desde hace décadas. La pregunta ahora es qué hay que hacer con el complejo funerario. Ese es el reto de un Gobierno en el que ya se escucha la expresión de "resignificar" todo lo que rodea a Cuelgamuros. Cabe recordar que el número de personas que permanece bajo el monumento se eleva hasta un total de 33.833 y sus familias esperan de una vez por todas el reconocimiento que se merecen, máxime cuando el tirano ya ha abandonado este enterramiento ideado a su gloria. De todas las víctimas, 21.423 están identificadas y de las otras 12.410 no existen registro: son los denominados "sin nombre". Y dentro del primer grupo, de los que sí tienen nombres y apellidos, aparecen cinco zamoranos.

Estas cinco personas permanecen aún enterradas en la fosa común más grande de España en busca de una reparación y dignificación. Se trata de un reducido grupo de zamoranos cuyos cadáveres fueron trasladados entre los años 1959 y 1960 hasta este lugar junto a los otros miles llegados desde prácticamente todos los puntos del país. Y a día de hoy se conocen sus nombres y sus historias gracias al trabajo de Innovation and Human Rights, organización que ha analizado los datos de procedencia de las 20.324 personas identificadas cuyos cadáveres se trasladaron al Valle de los Caídos. Se trata de Domingo Ratón Ratón, Manuel Blanco Pérez, Mariano Del Amo Asensio, Martín García Alonso y Vicente Álvarez Narciso.

El día 22 de marzo de 1959 es la primera de las fechas marcadas para estos cinco zamoranos que descansan en el Valle de los Caídos. En aquella jornada, los restos de Vicente Álvarez Narciso abandonaban la fosa de Ferreruela de Tábara para viajar hasta el mausoleo erigido a mayor gloria del dictador. Se hizo lo propio durante ese mismo día con el cuerpo de Domingo Ratón Ratón en Sesnández de Tábara y con el de Manuel Blanco Pérez en Perilla de Castro. Dos meses más tarde, el 26 de mayo de ese mismo año, los restos de Martín García Alonso abandonaban la localidad de Galende para incorporarse también a esos miles de personas allí aglutinadas trasladadas desde toda España. Y cerraría el capítulo Mariano del Amo Asensio, llevado el 15 de enero de 1960 desde la fosa de Villanueva del Campo, tal y como se desprende de la aplicación del Mapa de Fosas dispuesta por el Ministerio de Justicia.

Los datos que ha analizado la organización, no obstante, podrían estar muy lejos de la realidad que se esconde bajo el risco de Cuelgamuros. Y es que ni siquiera en la Abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, donde se custodian estos cadáveres, saben dar una cifra más o menos acertada del número total de finados. De hecho, en su página web se puede leer lo siguiente: "Conforme a la finalidad del monumento, en total hay enterrados en la Basílica más de 33.700 caídos de ambos bandos según el registro (o más de 50.000, según otras estimaciones más probables)".

Todo el mundo se pregunta ahora cuál debe ser el futuro del Valle de los Caídos, una vez que el genocida Francisco Franco ha abandonado el recinto en cumplimiento de lo dispuesto en el Congreso de los Diputados. Un asunto en el que algo deben decir también las familias de todas estas víctimas que permanecen bajo el espeso manto de rocas de este monumento que ya ha dejado de ser el de la injusticia. Cabe recordar que, con la salvedad de Ourense, Pontevedra y Santa Cruz de Tenerife, lugares desde donde no hubo traslados de cadáveres, el reguero de personas sepultadas en el mausoleo afecta a todas y cada una de las provincias de España, por lo que no existe un asunto más transversal que este en materia de reparación y memoria histórica.

La mayoría de los cuerpos identificados, no obstante, se corresponden con ciudadanos de Madrid, Tarragona, Zaragoza y Teruel. Entre estas cuatro provincias, según ha corroborado la organización Innovation and Human Rights, acumulan el 70% de los trasladados. No en vano, los de Madrid son 4.083; de Tarragona son 3.902; de Zaragoza un total de 3.691; y de Teruel la cifra de 2.346 cadáveres. En el conjunto de Castilla y León se han podido identificar 225 cuerpos según los registros de la Abadía, siendo Segovia el territorio con más personas bajo la gran cruz, con un total de 70 ciudadanos.

El objetivo ahora es que todas estas personas dejen de ser cifras y consigan tener una reparación digna. Miles de ciudadanos de toda España que fueron protagonistas de una de las páginas más negras de la Historia reciente de este país.