Lideró el primer grupo español que puso en la carretera un coche sin conductor, uno de los pioneros del mundo allá por los años 90, y mucho antes había ideado una fórmula para predecir la contaminación atmosférica en Madrid y diseñó un programa de inteligencia artificial para hacer el trazado en pistas de circuitos impresos, ya casi obsoletos, pero hasta hace poco imprescindibles para el funcionamiento de todo tipo de aparatos electrónicos.

Teresa de Pedro ha sido una de las científicas pioneras homenajeadas por el Centro Superior de Investigaciones Científicas para celebrar su 80 aniversario. Nació en 1944 en Malillos de Sayago aunque "en mi carnet de identidad pone Pereruela, o sea he cambiado hasta de lugar de nacimiento", aunque ha vivido siempre en Madrid. Mantengo relación con el pueblo", aunque sólo le quede familia, tías y primos, en la capital, a los que visita alguna vez. "Mis últimos primos que vivían en el pueblo han muerto en un accidente de tráfico que hubo a comienzos de año".

Estudiar una carrera no era fácil en esa época para una mujer "pero de eso me di cuenta después. Para mí fue una cosa natural. Cuando acabé el colegio mi padre y mi madre querían que mi hermana y yo fuéramos a la universidad. Mi padre creía que las mujeres debíamos estar al mismo nivel que los hombres y siempre quiso que si teníamos capacidad y queríamos fuésemos a la universidad y así lo hicimos. Sí me daba cuenta que la mayoría de mis compañeras de colegio no llegaban a la universidad, no sé por qué motivos, pero seguramente porque no querían o porque no se lo habían planteado, porque el ambiente entonces era así, en fin, o por otras circunstancias".

Fue una profesora del colegio la que "me hizo descubrir la física, porque era una materia que exigía un poco de razonamiento, no como la geografía u otras materias. Me enseñó la física de manera que despertó en mi curiosidad y entonces cuando acabé la el colegio se me ocurrió estudiar físicas, una profesión que no levanta pasiones. Un niño normalmente dice quiero ser bombero, médico, o abogado, pero físico, muchísima gente no sabe qué es ni cuales son los objetivos de todo esto".

Física atómica

Su trabajo fin de carrera ya fue avanzado para su tiempo, sobre "física atómica, que era una especialidad que yo había cursado. Pero ese trabajo había que hacerlo con un programa de computador, había que utilizar ordenadores, de los poquísimos que había entonces".

Eran, recuerda, "unas máquinas muy grandes, que ocupaban habitaciones enteras que además necesitaban unas condiciones ambientales muy especiales de temperatura, eran unos trastos inmensísimos y tenían, a pesar de que eran enormes, muy poca capacidad, tanto de memoria, como de almacenamiento de datos, era otro mundo". Y, sin embargo, "se veía que era el futuro. Los que vieron aquello al principio no se han equivocado en absoluto y de hecho todavía se puede mejorar más". Fue el principio de una brillante carrera: "He hecho algo de docencia al principio. Cuando acabé la carrera sí di algunas clases en la universidad, prácticas y teóricas, porque entonces lo compaginábamos con la investigación. Empecé a trabajar en un instituto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas pero que era mixto, estaba en la Facultad de Ciencias Físicas y entonces allí casi todos los que estábamos con una beca, como ocurre ahora, nos ocupábamos también de dar algunas clases, prácticas de laboratorio, problemas, junto con el trabajo de investigación".

Las líneas de investigación del instituto estaban "muy enfocadas en la computación. Desde ahí salí para otro que era el Instituto de Automática Industrial, y el principal objetivo era aplicar técnicas de control y de automática de computación, pero para resolver problemas que se podían plantear en empresas, es decir, para hacer aplicaciones. Mi investigación casi siempre ha tenido unos objetivos prácticos para resolver el problema que nos hubiéramos planteado". Procurábamos, explica, "entendernos con las empresas pero no siempre era fácil, porque las mentalidades eran distintas. Algunos problemas nos los plantearon las empresas y otros nosotros, los que creíamos podían tener aplicación en una empresa y proponíamos aplicarlo. Unas veces lo aceptaban y otras muchas no".

Y poco a poco llegó la idea del coche autónomo. "Empezamos a hacer cosas de automatización y por los años 80 y tantos, a trabajar en robótica. Primero con robots manipuladores con brazos y cosas así y después con robots móviles siempre para hacer cosas de control".

Y, como dice Teresa, "un robot móvil no es tan diferente de un coche. Yo entonces trabajaba en un Instituto del Consejo en el kilómetro 22 de la carretera nacional III que ahora es el Centro de Automática y Robótica y en su momento fue el Instituto de Automática Industrial. Como está en las afueras de Madrid, había terreno y pudimos construir una especie de carretera que tenía unos kilómetros e imitaba un tramo urbano y por la que podían circular coches de verdad. Podíamos hacer experimentos, porque nosotros siempre hemos querido hacer una investigación aplicada, que tuviera unos resultados prácticos. Teníamos esa oportunidad y la aprovechamos para trabajar en eso".

El programa del coche autónomo "se llamaba Autopía, un acrónimo de automatización y utopía. Fue un nombre afortunado pero no es solo un proyecto, sino un programa que tenía un conjunto de proyectos ya con aplicaciones más o menos concretas".

Como un robot móvil

"Lo que queríamos era suplir al conductor mediante un programa de computador, que pudiera conducir de la misma manera que una persona se sienta al volante de cualquier coche y lo puede conducir; queríamos hacer lo mismo". Para lograr el vehículo sin conductor "necesitamos poner sensores en los coches, cámaras de visión, GPS, sensores de ultrasonidos, en fin muchas cosas que puedan dar información al conductor virtual de todo lo que está pasando en el entorno, lo que hay enfrente, alrededor, las señales de tráfico o baches que haya en la carretera. Con toda esa información, igual que una persona conduce en función de lo que ve, frena o acelera o gira el volante en función de si hay un obstáculo o si pasa cualquier circunstancia de la conducción , nosotros hacíamos lo mismo. Esa información se transmitía a un computador que iba en el coche, con un programa que la procesaba y en función de eso actuaba sobre el pedal del freno, el acelerador y el volante, los mandos con los que se dirige un coche".

Y funcionó: "Hombre, si funcionó. Funcionaba y funciona. Recuerdo que le parecía ciencia ficción incluso al director de nuestro instituto, que en su momento le pareció que estábamos un poco locos por hacer eso. Naturalmente que funciona, porque como he dicho nosotros teníamos allí una pista con condiciones reales en la que los coches se movían solos. Lo ha visto muchísima gente. También hemos hecho experimentos en Francia, en Holanda, en muchos sitios, hemos sacado nuestro coche con los ordenadores y funcionaba perfectamente".

¿No resulta peligroso un coche circulando solo por una calle o una carretera?. "Es algo que los trabajan en esto tienen presente. Es una cuestión que hay que dilucidar. Es una situación nueva en la vida, como surgen muchas otras, es un problema nuevo y también surgen problemas legales. Yo estoy segura de que llegará un momento en que las compañías de seguros pondrán las pólizas más baratas para aquellos coches que cuenten con ayudas automáticas". ¿Y se fiará la gente de un vehículo sin nadie al volante? "Continuamente aparecen problemas de todo tipo, el que la gente se fíe o no se fíe, pues bueno, qué le vamos a hacer. Todavía hay gente que no se sube en un ascensor o unas escaleras mecánicas, porque le da miedo. Y hay gente a la que le daría mucho miedo ser astronauta porque es una profesión con sus riesgo sy sus peligros y otros que estarían encantados si les dieran oportunidad de subirse en el primer cohete que los llevase por ahí. Pero bueno, la técnica va avanzando y las situaciones son bastante seguras".

Teresa está convencida de que no tardaremos mucho en ver coches sin conductor circulando por las calles: "Se han hecho experimentos en España. Nosotros hemos hecho cien kilómetros con nuestro coche por la carretera de La Coruña con tráfico real en el año 2014. En Alemania hay un vehículo con un programa que creo que se llama Espirit of Berlín y también circula por Berlín, de manera experimental. Si económicamente es rentable, ahora mismo el coche sin conductor es algo posible".

En esa carrera del coche autónomo el equipo de la zamorana fue pionero. "Sí. En España clarísimamente y cuando nosotros empezamos a trabajar en eso hacia los años 1996-97 había muy poquitos grupos en el mundo".

Otros éxitos

El de Autopía es su proyecto más famoso, pero el trabajo de la física cuenta también con otros logros trascendentes. El primero, uno que tuvo "cierta repercusión mediática fue un trabajo sobre predicción de la contaminación atmosférica en Madrid. Con los datos que recopilaba el Ayuntamiento y con las predicciones meteorológicas, hicimos un modelo que permitía predecir la contaminación que iba a haber en Madrid al día siguiente con el objetivo de que se pudieran tomar medidas como por ejemplo de control de tráfico". También su tesis doctoral tuvo su repercusión, aunque en los ambientes más científicos, y no tanto mediática. "Era un proyecto de programa de inteligencia artificial para hacer el trazado en pistas de circuitos impresos, que eran por ejemplo esas plaquitas verdes que tenían el interior de los televisores antiguos, aunque creo que con los avances electrónicos que ha habido cada vez se usan menos porque ahora son chips, pastillas, la técnica cambia muchísimo. Ese programa se usa en muchas universidades y empresas de España y fuera, aunque ya probablemente no se use porque esa tecnología se ha superado".

Y cada vez más, advierte, los robots realizarán el trabajo de los humanos. "En tareas rutinarias está claro, eso es así. Pero los robots todavía los construimos los humanos y lo más probable es que se cambien unos trabajos por otros. Habrá trabajos binarios que podrán hacer robots y dejarán tiempo libre y capacidad para que los humanos vayamos construyendo otros robots que hagan otras tareas. Y llegará un momento en que esto se sofisticará mucho y a lo mejor puede haber robots que construyan otros robots, y así sucesivamente".

Eso sí, "los problemas éticos cada vez están más presentes en la robótica y en la automatización en general y es un aspecto que no hay que descuidar en absoluto. De hecho, hay que estar vigilantes". La zamorana es una convencida de que "se puede investigar en España. En ello están las universidades españolas y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, naturalmente y algunas pocas empresas".