El panorama de edificios catalogados vacíos en Zamora es desolador. Numerosos inmuebles del centro de la capital con un importante valor artístico se encuentran abandonados. Hay algunos ejemplos que sin embargo parece que se salvan de este deterioro constante y implacable del paso del tiempo. Así ha sucedido, por ejemplo, con el edificio de las Cariátides, que ahora se ha reconvertido en viviendas de lujo o el edificio de García Casado, que, tras años en venta, por fin ha sido adquirido por unos dueños que le darán de nuevo vida.

Sin embargo, poner en marcha este tipo de proyectos no es precisamente tarea fácil. Muchos de los edificios del centro están catalogados. De hecho, existe varios niveles de protección en función de cómo sea el edificio, su historia y su valor patrimonial, según el secretario del Colegio de arquitectos de Zamora, Esteban Granados Álvarez.

La mayoría de los edificios notables del centro de la ciudad se encuentran dentro del nivel de catalogación III. Es el caso del antiguo cine Barrueco, donde la solución para darle nueva vida no ha sido fácil, ya que la fachada cuenta con unas ventanas que no se amoldan a un uso residencial. Los arquitectos han optado por tanto por levantar un edificio interior de 24 viviendas.

Construido por Antonio García Sánchez-Blanco, el Plan Especial de Protección del Conjunto Histórico de Zamora obliga, además de a mantener la fachada, a recobrar los colores originales de los antiguos cines; el granate en la zona inferior y el beis en la superior. También lucirá de nuevo el cartel de la primera cinta que se proyectó en su sala el 7 de febrero de 1963, primer día que abrió sus puertas al público.

Esta tendencia a recuperar el proyecto original del arquitecto se puede ver también en el edifico de Alfonso IX, 4 en el que en breve se abrirá un nuevo local. En este caso, se ha obligado a recuperar parte de las molduras que adornaban el edificio y que desaparecieron en alguna de las remodelaciones anteriores. También se ha recuperado la entrada en forma de arco del proyecto original y el paramento que lo recubre.

Y es que lo que pretende el plan de protección del patrimonio es volver a los colores y formas primigenias que lucían los edificios cuando se proyectaron. Algo que ya sucedió en el caso del Teatro Ramos Carrión, que luce tras su remodelación el azul original que proyectó el arquitecto en su día.