-¿Qué características debe tener el docente del siglo XXI?

-El rector de la Universidad de Helsinki me contó cómo hacían las pruebas de acceso para la docencia. Encierran a los alumnos en una habitación durante dos horas y les dan un libro que no han visto nunca, porque les interesa no cuánto saben, sino cómo aprenden. Luego les observan uno o dos días en una escuela mientras trabajan. Y es que una cosa que no se puede enseñar en la facultad es la calidad humana y la relación afectiva con los niños. Citando a los finlandeses, creo que necesitaríamos encontrar una manera de articular las capacidades de aprendizaje constante y calidad de relación afectiva y emocional que tienen los adultos con los niños. Añadiría una tercera: el compromiso ético con la educación. El maestro tiene que ser alguien muy comprometido con la causa. Es más que un trabajo, es una vocación. Hay que rescatar ese concepto y mimarlo, tenemos grandes docentes en nuestras aulas, cansados, desmotivados y mal dotados de recursos. Ese cansancio es circunstancial, se puede rescatar la vocación.

-¿La educación sigue siendo la gran asignatura pendiente del Estado?

-Un gran pacto nacional por la educación sigue siendo una asignatura pendiente en este país. Lo he defendido en muchos foros, hay que despolitizar este debate y buscar una visión muy técnica y especializada de cuáles son las vías de mejora y excelencia educativa, porque creo que es un derecho de nuestros niños, que son las generaciones futuras. Si no somos suficientemente generosos para poder superar tantas barreras, acritud y conflictividad como se azuza tantas veces en el sistema, va a ser muy difícil que lo logremos.