Los ciudadanos de la llamada España Vaciada estaban ayer llamados al mediodía a concentrarse frente a los ayuntamientos de sus capitales de provincia para clamar contra la despoblación. El objetivo no era otro que el de darle empaque, presencia y visibilidad a las reclamaciones de los territorios empobrecidos y que miran a los ojos a la desaparición. En la ciudad de Zamora se concentraron unas treinta personas, aunque lo hicieron separadas. La mitad, frente a la Diputación Provincial de Zamora. La otra mitad, ante el Ayuntamiento. Prácticamente todas ellas, políticos. Y de la plataforma Viriatos, ni rastro.

Mal ejemplo de unión o muy bueno de desunión el protagonizado ayer por las dos instituciones más representativas de la provincia de Zamora. Apenas distan unos trescientos metros entre la Plaza Mayor y la de Viriato, aunque la separación se hizo kilométrica a juzgar por la puesta en escena de la concentración, o concentraciones, de la España Vaciada. Por una parte, la plana mayor de la Diputación Provincial paraba cinco minutos frente a la Encarnación; por la otra, concejales municipales de todos los partidos hacían lo propio ante la Casa de las Panaderas.

Los representantes institucionales quisieron, eso sí, lanzar un mensaje común: Zamora languidece y es necesario poner remedios. El presidente de la institución provincial, Francisco José Requejo, así lo apuntaba minutos después de la concentración. "Pese a que esto no deja de ser un acto simbólico, lo que planteamos es que debemos trabajar desde las administraciones por el mismo objetivo", indicaba. "Creemos desde la Diputación de Zamora que hay que atraer al talento joven y en ello estamos trabajando; que todos aquellos que se fueron puedan volver para emprender y encuentren facilidades", señalaba el dirigente de Ciudadanos.

Más político y menos institucional fue el testimonio del vicepresidente de la Diputación, José María Barrios. "A nosotros no nos gustan esas definiciones que hablan de la España Vaciada; es verdad que somos la España poco poblada, pero tendremos que trabajar para dejar de serlo", afirmaba. "Desde la Diputación lo hacemos todos los días, pero no nos viene nada bien la manera de actuar del Gobierno", incidía. "Por una parte, le dicen por carta a las comunidades autónomas que no hay dinero para los servicios esenciales, pero por la otra anuncia Pedro Sánchez que va a desbloquear muchos millones para ellas. O hay dinero, o no hay", criticaba.

A este respecto, el también presidente del Partido Popular quiso poner encima de la mesa el debate sobre la financiación local. "Los pueblos no pueden seguir recibiendo del Estado el dinero que reciben", explicaba. "Los criterios son que el dinero va en función de la población, pero eso es insuficiente para prestar servicios y por eso la población se va, haciendo que los pueblos reciban aún menos dinero", argumentaba.

Una tesis que compartía, no muy lejos de allí, el alcalde de la capital. Francisco Guarido se ha destacado durante los últimos meses por su voz crítica contra los criterios de gasto impuestos por el Estado a los ayuntamientos y ayer aprovechaba para lanzar un nuevo dardo en este sentido. "Los retos del problema demográfico son evidentes y es cierto que tenemos que colaborar todas las administraciones para abordarlo, pero también es una realidad que el Estado es quien tiene la responsabilidad de redistribuir la economía y también la población", comentaba el alcalde. "Debemos hacer un país más equilibrado como son los casos de Francia, Italia y Alemania; conseguir que España sea un país sostenible, porque ahora mismo hay despoblación en la mayoría de territorios, mientras que existe una gran concentración en núcleos concretos", incidía.

Y mientras todo esto ocurría frente a Diputación y Ayuntamiento, la Plataforma Viriatos prefería no hacer acto de presencia. aludiendo al "codiciado tercio de los escaños del Congreso como única razón del repentino interés de los políticos por el mundo rural y sus problemas" y calificando la situación como "el negocio de la despoblación". La concentración de la España Vaciada dejó paso, por lo tanto, a la de la Zamora Dividida.