Era parada obligatoria en su viaje de treinta días de ida y vuelta por el Camino de Santiago para visitar y honrar al santo. Zamora estaba en sus planes de descanso desde que prepararon este viaje "por su interés histórico", aseguran. "Nuestra ruta se basa en intereses culturales", subraya este grupo de franceses, pertenecientes a la asociación Challenge Tamden Handisport, que se dedica a recorrer medio mundo en tándem, puesto que parte de sus integrantes sufren alguna deficiencia visual y necesitan un guía para poder completar el recorrido.

El grupo que llegó esta semana a Zamora, capitaneado por Daniel Camels y Patrick Wioland, estaba formado por 18 personas -la mitad de ellas con esa dificultad en la vista- y llevaba en las piernas nada menos noventa kilómetros en sus piernas. "Hay días que hemos llegado a hacer tiradas de 120 kilómetros", calculan. Todos ellos tienen una camiseta conmemorativa de esta experiencia, con el lema "Hispanie 2019", que muestran con orgullo cuando se quitan su indumentaria de ciclista, que nada tiene que envidiar a la de cualquier deportista profesional.

"Nuestro objetivo es demostrar que podemos asociar una discapacidad como la ceguera con una discapacidad válida para vivir mejor esta situación", explican. De ahí surgió esta asociación que desarrolla lo que en Francia se conoce como "práctica compartida", en esta caso con bicicletas tándem, que ayudan a que estas personas disfruten como cualquier otro de estos viajes y nuevas experiencias.

Madrugar es obligatorio para poder concluir cada etapa del recorrido marcado, que comenzó el pasado 9 de septiembre en el País Vasco. Por el camino aseguran que se han encontrado con cientos y cientos de peregrinos "de todas las edades y nacionalidades". Además de sus compañeros de tándem, una furgoneta también les ayuda a hacer más llevadero su periplo, cargando con macutos e incluso con los utensilios de cocina que utilizan para hacer las comidas en su parada obligada de media mañana para recuperar fuerzas, puesto que las cenas, aunque tempranas, ya las disfrutan en los albergues o pequeños hostales y hoteles donde se alojan para recuperarse de cara a la etapa de la siguiente jornada.

Lo más complicado de las jornadas ya realizadas han sido los días de intenso calor y los madrugones, ya que deben estar en pie a las seis de la mañana, "además de alguna que otra cuesta del camino", también recuerdan los ciclistas.

Tras venerar al santo gallego y pasar alguna jornada en Santiago de Compostela, durmiendo en uno de sus albergues de peregrinos con el resto de viajeros llegados de todas partes del mundo, el recorrido de vuelta a dos ruedas con pedales compartidos los ha llevado a Portugal, llegando así a Zamora, antes de continuar por Pamplona y regresar al puerto de Saint Jean, ya en su Francia natal.

El Camino de Santiago -con el que sumarán 2.300 kilómetros de pedaladas entre pueblos de España y Portugal- es solo una de las múltiples salidas que este grupo ha realizado, dejando en segundo plano su discapacidad, que nunca les ha frenado para recorrer y visitar lugares tan distintos como América Latina -que atravesaron en 2014, desde el Atlántico hasta el Pacífico, cruzando las montañas de los Andes-, el mar Adriático, con Italia y Croacia como países protagonistas, e incluso han llegado a recorrer 2.000 kilómetros por gran parte de Tailandia. Estancias todas ellas de un intenso mes para demostrar que la fuerza de voluntad y las ganas de conocer nuevos lugares son mucho más fuertes que las discapacidades de cada uno.