Son siete de los 1.026 opositores que este curso pasaron las pruebas del cuerpo de maestros para Castilla y León y acaban de comenzar sus prácticas en diferentes centros educativos. Siete ejemplos, zamoranos, de que el esfuerzo tiene recompensa. Así lo corrobora Ana María Ramos Macías, maestra de Primaria en el CEIP Alejandro Casona de la capital, con una amplia experiencia en presentarse a estas oposiciones, pues la primera vez fue en 1994, nada más finalizar sus estudios de Magisterio en Zamora. "Saqué muy buena nota y aunque creí que al faltarme experiencia no tendría nada que hacer, comencé ya con las sustituciones", recuerda.

En cada convocatoria no ha perdido la oportunidad de intentar conseguir su plaza. Y siempre habiendo estudiado. "Nunca he firmado y he salido del examen, mi moral no me lo permitía, pero sí es cierto que unos años he podido estudiar más que otros, porque, mientras tanto, he planificado mi vida familiar, he tenido un hijo, he preferido estar a media jornada...", explica. Sin dejar de trabajar de una forma continua como interina desde el año 2000, reconoce que no tener la plaza era "una espina clavada", por lo que decidió en 2016 acudir a un preparador en Valladolid. "Me dijo que iba a ser muy exigente y que si no me iba a dedicar al 100% al estudio, no me animaba a continuar", relata. Así que estuvo durante tres meses de prueba, con una ingente tarea cada semana. "Basta que me dijera eso para que yo me empeñara más en sacar la plaza", asegura, describiendo una oposición como "algo totalmente diferente a un examen de la facultad. Aquí tienes que ser el mejor entre los mejores, por eso yo le dediqué dos intensos años", subraya.

Con su más que merecida plaza, reconoce que todavía no se lo cree del todo, pero que, echando la vista atrás, "el esfuerzo ha valido la pena", sonríe, sin olvidar todo el apoyo recibido en este tiempo por compañeros y, por supuesto, su familia. "Desde hace dos años no he visto ni una película ni he hecho ningún viaje ni he tenido un fin de semana libre", enumera. Todo ese sacrificio le ha dado como resultado ser la tercera persona en la lista de Zamora. "He podido elegir en el colegio que quería, el Alejandro Casona, donde ya estuve de interina hace tres años".

De esta manera, tras dos décadas de profesión, puede decir que ya es funcionaria, aunque todavía en prácticas. "La plaza es importante, pero también lo es que los más jóvenes empiecen a trabajar para conocer la escuela, enfrentarse a la realidad de las aulas. Sería necesario que hubiera un tiempo para ese contacto, antes de ponerse a trabajar", razona. Sobre su etapa de interina, asegura que ha sido muy beneficiosa. "Pasas por muchos centros, conoces a distintos compañeros y es algo muy enriquecedor, como persona y como maestra. Experiencias que la gente que aprueba en seguida la oposición se pierde", lamenta.

Lo que tiene claro es que su forma de ver esta profesión no va a cambiar por el hecho de tener ya una plaza fija. "Quiero seguir sumando, estar al día de las nuevas metodologías y continuar con los cursos del CFIE, donde se hace un trabajo excepcional con los profesores", agradece.

En Bermillo de Sayago se está acoplando a su nueva situación Sonia Vaquero Pedruelo, como maestra de Inglés. La enseñanza es su vocación, pero ella comenzó estudiando Filología Inglesa en Salamanca porque le apasionaba ese idioma. "En principio no estaba pensando en mi futuro como docente, pero al no tener prácticas en la carrera, me preparé el CAP (Curos de Adaptación al Profesorado) para poder hacer algunas y comprobar si realmente era lo que quería hacer", argumenta. Vio que era lo suyo y decidió seguir formándose, estudiando Magisterio en Zamora. "Quería completar mi licenciatura y hacer prácticas en un centro para tratar con los niños. También estudié el Máster de Secundaria, pero sentí que, por mi forma de trabajar, encajaba más con los más pequeños, así que decidí presentarme las oposiciones de maestro y lo hice por primera vez en 2011", calcula.

No aprobó, pero sí pudo conocer de primera mano cómo eran las pruebas, qué se sentía al enfrentarse a un tribunal o si iba a necesitar ayuda extra para prepararlas más a fondo, como así hizo, acudiendo a una academia en Salamanca.

El trabajo no le faltó en este tiempo y volvió a intentarlo cinco años después, con poca suerte, aunque no tiró la toalla y, mientras seguía haciendo sustituciones como docente de Inglés, Ciencias Naturales, Sociales o incluso Educación Artística, se preparó estas últimas oposiciones por su cuenta. "Estoy muy orgullosa, porque me ha costado un gran esfuerzo", asegura. Y los datos le dan la razón, pues ha sido la primera en las listas de Zamora y la duodécima en Castilla y León.

Otro ejemplo de excelencia lo puede dar María Teresa Rubio Pernía, segunda de Castilla y León en la modalidad de Educación Infantil. Tras un 9,84 en el primer examen, en el segundo el tribunal no solo le otorgó un diez, sino que incluso le aplaudió. "Estoy muy contenta por todo el trabajo, esfuerzo y dedicación de los últimos años", señala esta zamorana que, antes de probar suerte en Castilla y León, se labró una buena experiencia docente en Andalucía, donde reconoce que la administración funciona mucho peor en materia educativa que en Castilla y León.

El CEIP Buenos Aires de Benavente es su destino para las prácticas. "Estar en un colegio rural es una gran experiencia", asegura, mientras se siente muy satisfecha "de formar ya parte de la administración" e invita a todos los que lo están intentando a afiliarse a algún sindicato de profesores. En su caso, ANPE le ayudó a realizar todos los trámites cuando todavía estaba en Andalucía, a reconocerle los trienios y a orientarle de cara a las oposiciones. "Es fundamental tener este tipo de apoyo", insiste.

En esta nueva etapa asegura que piensa seguir con la misma ilusión del primer día. "Me encanta mi trabajo y si transmites esa alegría a los niños, ellos la sienten. Siempre hay que ir con una sonrisa al colegio y la motivación es esencial para preparar unas oposiciones, aunque sea muy duro tener que renunciar a tu vida personal", revela.

Otro zamorano que ha logrado una plaza en Inglés es Diego González Iglesias, destinado para sus prácticas al colegio Anduva, en Miranda de Ebro (Burgos). Graduado en Magisterio desde hace una década, describe la preparación de las oposiciones como "una maratón que hay que ir ganando cada año". Y en estos años ha habido de todo, "desde recortes hasta cursos sin plaza. Vuelves una y otra vez al proceso y llega a ser algo traumático, porque vas aplazando varios aspectos de tu vida privada", asegura. Aun así, y sabiendo que el tiempo es más limitado cuando encima se está trabajando, "al final, es un muro que termina cayendo", anima a los opositores que lo seguirán intentando.

Lo que también hay que tener claro es que en este proceso hay factores que el aspirante no puede controlar "como puede ser el tribunal, que no deja de estar formado por compañeros. Ahí juega un gran papel el factor suerte, porque cada grupo tiene diferentes criterios de calificación", asegura. "Conozco a estupendos profesionales que aún no tienen su plaza", indica.

Le gusta destacar que Castilla y León, y en especial Zamora, son cuna de grandes maestros. "Estamos exiliados por muchos lugares, pero somos una gran cantera de docentes", se enorgullece.

En su caso, solo fue a prepararse a una academia la primera vez que se presentó. "Me hacía falta una guía, pero como cuando das clases también están investigando, al final eso es también otra forma de estudiar", apunta. Así que el resto de convocatorias se preparó por su cuenta. "Cuando estás en el examen recuerdas todo lo que tienes en la mochila", explica, asegurando que cree que no será consciente de que por fin tiene la plaza hasta que no llegue la próxima convocatoria y descubra que no tiene que ponerse a estudiar.

Ejemplo de que la experiencia también aporta un buen empujón para obtener una plaza lo da Lara Morín Martín, graduada en Magisterio por Educación Física en el Campus Viriato de Zamora en 2009 y que decidió este año presentarse por primera vez a las oposiciones. "Mi objetivo era más que nada firmar para poder entrar en la lista de interinos", reconoce esta zamorana que tiene una gran experiencia como monitora de zumba o trabajando con niños.

"Fui preparándome poco a poco las oposiciones, mis compañeros me dieron muchas facilidades y en los últimos días dejé de dar clase para dedicarme al 100%", agradece. Viajó hasta Palencia para la prueba, con un tema y un supuesto práctico sobre una unidad didáctica para trabajar las habilidades motrices con los que obtuvo una nota superior al nueve. "Tenía recursos de toda mi experiencia profesional para elaborar esa parte", confiesa. Además, el tribunal ante el que leyó la felicitó por su naturalidad. "En el examen todo el mundo estaba muy nervioso, yo lo pasé peor esperando la nota", compara.

Ahora está realizando sus prácticas en un colegio de Ponferrada, pero seguramente no sean tan extensas como las de sus compañeros, puesto que está embarazada de seis meses, por lo que se acortarán por causas de fuerza mayor.

Especialmente vocacional es la labor del pedagogo terapéutico, que este año ofertaba 123 plazas en Castilla y León. Una de ellas ha sido para otra zamorana, Alicia Rodríguez Villanueva, quien desarrolla sus prácticas en el CRA Tomás Luis de Victoria de Sanchidrián, en Ávila. Tras finalizar Educación Especial, se graduó en Pedagogía Terapéutica en la Universidad de Valladolid y se habilitó también en Audición y Lenguaje. La primera vez que se "enfrentó" a unas oposiciones fue en 2015 en Madrid. Tras suspender, se preparó al año siguiente las de Castilla y León. "Ahí sí saqué buena nota, pero no tenía experiencia y me quedé si plaza", rememora. A la tercera fue la vencida y este año buscó un preparador on line mientras trabajaba a media jornada en el colegio León Felipe de Benavente. "Esta vez saqué buena nota y un buen puesto, debido a mis tres años de experiencia laboral", justifica. Además, agradece al sindicato ANPE todos los cursos de preparación que ofrecen para estas pruebas. "Me ayudaron bastante, porque enseñan diferentes técnicas que luego aplicas a la hora de examinarte", afirma.

Aun así, junto a otros tres amigos opositores decidieron aplazar sus vacaciones hasta que no salieran las notas, por si tenían que presentar alguna reclamación a la administración. "Nos fuimos más tarde y, además, los cuatro sacamos nuestra plaza", aplaude.

La labor del pedagogo terapéutico se centra en los niños con necesidades especiales, en un amplio espectro que aglutina a los que tienen dificultades motoras, problemas visuales o auditivos o están diagnosticados con el Trastorno del Déficit de Atención e Hiperactividad. "Es un trabajo muy duro, porque solo se ven los progresos a largo plazo. Hay que tener mucha paciencia y dedicación, pero luego reconfortan los resultados, se te ve así recompensado todo el trabajo", atestigua.

Y es que desde el principio lo tenía claro. "Yo quería trabajar en algo en lo que me sintiera útil y esto es realmente satisfactorio", agradece. En el CRA abulense es la más joven del centro, con 28 años, pero se siente muy bien acogida. Natural de Villamor de Campos, su sueño es poder acercarse en próximos cursos a la provincia de Zamora.

Por último, Jesús Ángel Marino Ferrero finalizó sus estudios de Educación Física en Magisterio en 2006, pero asegura que no ha parado desde entonces, preparándose las oposiciones y estudiando otras menciones para incluir en su currículo, como Primaria, Pedagogía Terapéutica, Inglés, Audición y Lenguaje o Religión. "En 2007 comencé a presentarme a las oposiciones, tanto de maestro como para Secundaria, y siempre con mucho interés y ganas, pero aprobando sin plaza", resume. Ese era su objetivo, no bastaba con sacar más de un cinco. "También me di cuenta de que opositar supone tiempo y dinero, así que yo busqué una buena academia y un buen preparador", señala. Con esa buena base, el resto de las convocatorias se las preparó ya por su cuenta y la de este 2019 se la tomó como un auténtico trabajo. "Por las mañanas daba clase en un colegio y por las tardes me dedicaba al estudio", resume.

Ahora que está dando clase de Educación Física en el colegio Arias Gonzalo de la capital, asegura que no termina de creerse que por fin tenga plaza "tras doce años trabajando para lograrlo". Así que se planifica sus meses de prácticas "con muchas ganas de aprender. Utilizaré mi tiempo libre para preparar las clases, pero también, por fin, para dedicarlo a mi ocio", confiesa.

Si tuviera que dar un consejo a los opositores sería el de que "la organización, la planificación y la constancia son los auténticos frutos del éxito. No hay que correr desde el primer día, porque se trata de una carrera de resistencia".