El Museo Etnográfico de Castilla y León, ubicado en Zamora, ha organizado el taller didáctico intensivo ‘Y que tenga de repente', impartido por Virginia Imaz, que tendrá lugar el viernes 27, sábado 28 y domingo 29 de septiembre, con una duración de diecisiete horas, en el salón de actos, y dirigido específicamente a los narradores orales de Castilla y León. El taller tiene una inscripción de quince euros y las plazas son limitadas.

Virginia Imaz Quijera es una payasa profesional vasca, fundadora del grupo de teatro Oihulari Klown y premio Emakunde a la Igualdad 2017. En este taller Virginia Imaz compartirá con sus alumnos la metodología desarrollada por la Compañía de Teatro Oihulari Klown a lo largo de treinta años para seleccionar y preparar un cuento para que se sostenga oralmente. También dará a conocer los diferentes recursos que nos ha legado la tradición oral para contar un cuento de viva voz de forma clara y elocuente, tomando conciencia de que narrar es tomar decisiones éticas y estéticas en relación a lo que se cuenta y desde dónde se cuenta, trabajando sobre los diferentes aspectos de la oralización de una historia, cuando la fuente no es oral.

Asimismo, Virginia Imaz contará para familias con niños a partir de 4 años el sábado, 28 de septiembre, a las 12:00 y a las 13:00 horas, en la Planta 0 de la exposición permanente, con entrada libre y gratuita hasta completar el aforo. Virginia Imaz ofrecerá las sesiones ‘Contar cuentos’, dirigidas a público familiar, pero pensadas para los más pequeños de la casa. Para Virginia Imaz contar es hablar con una voz más vieja que las piedras, recuperar la memoria de las gentes que nos precedieron en el oficio de vivir. Narrar como si estuviéramos junto al fuego del hogar o alrededor de la hoguera, encendiendo los recuerdos hasta que ardan todos los miedos y nos abrasen todos los deseos. Narra historias que ha escuchado, que ha leído o que ha inventado, pero todas han pasado por su propio aliento.

Virginia Imaz narra su propia biografía: ‘Me nacieron en la primavera de 1962 a dos mundos: al que le dicen real y al que llega por la puerta de los cuentos. He hecho mi nido en ese umbral de magia. Cuando era niña tuve la fortuna de tener tantas personas a mi alrededor que contaban historias, que yo creí que narrar era una forma de ser gente. Necesito escuchar y contar cuentos como respirar. Cuento profesionalmente desde 1984, historias que he escuchado, que he leído o que me he inventado, aunque todas tienen algo en común: son historias que me han movido los adentros, inspirándome o iluminándome en esta aventura del vivir. He contado en todo tipo de lugares y para personas de todas las edades, naufragios y sueños. Las historias se van puliendo por los caminos, cambian y me cambian. A menudo me preguntan si se puede vivir del cuento. Yo solo sé que no puedo vivir sin ellos’.