"El modelo español de trasplantes ha salvado más vidas fuera que dentro de España", debido a que ha sido adoptado por países de todo el mundo. Su inventor y durante décadas principal responsable, Rafael Matesanz, estuvo este fin de semana en Zamora, donde fue objeto de reconocimiento por parte del Colegio de Médicos en el transcurso del congreso nacional de doctores jubilados. Crítico con los recortes sanitarios Matesanz advierte que la crisis ha puesto al sistema en situación de estrés: aún se presta buena asistencia, pero hace falta más dinero.

-Recibe un reconocimiento como creador de la Organización Nacional de Trasplantes.

-España lidera desde hace 27 años el ránking internacional de donación y trasplantes y no es por casualidad, es un sistema muy bien estructurado que asienta sobre un sistema nacional de salud que es una de las joyas de nuestro estado del bienestar. Yo creo que este reconocimiento lo que pone de manifiesto es la comunidad entre todos los médicos de España, este sistema y la Organización Nacional de Trasplantes que yo me he honrado en dirigir durante todos estos años.

-¿Se ha exportado el modelo español a otros países?

-Sí, se ha exportado prácticamente a todos los países. Algunos lo han adoptado de forma total y les va muy bien, como Croacia, el norte de Italia, Portugal, Francia o Bélgica y han incrementado muchísimo sus tasas de donación. Es más difícil de trasladar a países del centro y norte de Europa, como Alemania o Escandinavia que tienen sistemas bastante distintos al español. Pero la filosofía del modelo español ha impregnado prácticamente a todo el mundo y ha conseguido mejoras de la donación en todos los países. La verdad es que se suele decir que el modelo español de trasplantes ha salvado más vidas incluso fuera que dentro de España, porque han sido tantos los países que han aprendido de nosotros y que siguen aprendiendo que eso se traduce en vidas salvadas.

-¿Como lleva la jubilación?

-Muy bien. Me costó tomar la decisión pero una vez tomada hace un par de años la verdad es que descomprimirse después de tantos años de tensión y presión extrema la verdad es que me ha sentado muy bien. En este momento me dedico a estar con mi familia, a escribir, acabo de publicar un libro en el que cuento cómo se gestó la Organización Nacional de Trasplantes, cómo ha funcionado y las claves de su éxito y a disfrutar de la vida, de mis nietos y de todo esto que durante muchísimos años no he podido hacer.

-En el libro cuenta los orígenes de la ONT, puesta en marcha por un nefrólogo llamado Rafael Matesanz. ¿Cómo empieza todo y por qué?

-Hay que retrotraerse al año 1989. En esa época la situación de los trasplantes en España era bastante caótica. Había habido un descenso bastante importante de la donación dos años antes. Hubo una conflictividad sanitaria en el año 1987 muy grande y la donación bajó un 20%. Luego no se recuperó y la verdad es que faltaba todo tipo de mecanismo coordinador de los trasplantes en España. En esa época acababan de empezar los trasplantes de hígado y de corazón y no había nada organizado, como ahora que han incluso traslados en avión. Aquello era muy precario. De hecho, algún trasplante se ha hecho enviando al cirujano en un vuelo regular y cosas de este tipo. Entonces hacía falta un organismo que regulase eso.

-¿Y cómo se hizo?

-El entonces ministro de Sanidad, Julián García Vargas, pensó que había que desarrollar un proyecto como este. No sabía muy bien cómo hacerlo, pero bueno, crea la oficina central de la ONT y nosotros nos centramos en el problema principal, que era la falta de donantes y fue cuando creamos la figura del coordinador, tal y como se entiende ahora. Empezamos a formarlos y a distribuirlos por toda España.

-Y por lo visto, ese diseño resultó ser el correcto.

-Sí, funcionó muy bien. Porque esto empieza en el año 1989, en el mes de septiembre y en el año 1992 ya somos los primeros del mundo en donación de órganos. O sea que aquello fue un revulsivo tremendo y en muy poco tiempo cambió por completo la situación de la donación para trasplantes en España.

-¿En qué principios se basaron para diseñar el sistema tal y como lo hicieron?

-En un principio organizativo, sobre todo teniendo en cuenta que en ese momento todavía no se habían producido las transferencias de salud a las comunidades autónomas, pero ya nuestra Ley General de Sanidad contaba que tenían que ser transferidas. En consecuencia, no se podía seguir con un sistema centralizado. Nosotros lo que hicimos fue crear una comisión con representantes de las 17 comunidades autónomas, aunque no tuvieran la sanidad transferida, pero que ha tenían la capacidad, por ejemplo, de acreditar centros para trasplantes. Recuerdo que entonces quien decidía en un hospital si se hacía un trasplante de riñón o hígado era la comunidad. Como consecuencia nosotros ya desde el primer momento empezamos así para que cada comunidad pusiese los coordinadores para los hospitales, empezamos a contactar con gente, a formarlos.

-¿Costó mucho encontrar a esa gente?

-Ya digo que la situación era caótica, pero sin embargo teníamos gente muy imaginativa, muy joven, muchos habían salido fuera de España, tenían ganas de innovar, lo que ocurría es que simplemente no encontraban los cauces para hacerlo. Y en el momento en que se les dieron esos cauces, aquello fue todo uno, porque empezaron a funcionar y lo hicieron muy bien. Los resultados se vieron en muy poquito tiempo.

-¿Qué cambió en nosotros, como sociedad, que permitió ese incremento de las donaciones de órganos?

-Yo creo que todo. En aquellos momentos la donación se veía como algo misterioso, la gente tenía muchísimas reticencias. Yo he hecho muchas entrevistas familiares, he pedido los órganos de un potencial donante a sus allegados y te encontrabas con mucho desconocimiento, muchas reticencias. En estos momentos sigue habiendo un porcentaje de familias que dicen no, pero ese porcentaje es muy pequeño, porque la sociedad española ha asimilado perfectamente el concepto de donación. Y un dato relevante, y muy importante para mi, es que los extranjeros que viven entre nosotros tienen un porcentaje de negativas familiares igual que el de los españoles. Es decir, han asimilado perfectamente el concepto de donación.

-¿Donan más que si estuvieran en su propio país?

-Sí, y hay datos curiosos. Por ejemplo, nosotros tenemos una colonia británica muy importante viviendo en España, como se está poniendo de manifiesto ahora con esto del Brexit y ya tenemos un historial largo de personas inglesas que han fallecido aquí en España ya han sido candidatos a donar sus órganos.

-¿Y se nota un cambio respecto a su país?

-Los ingleses en Gran Bretaña tienen una negativa familiar de un 40%, mientras en España en este momento es de un 15%. Y sin embargo, los ingleses en España tienen una negativa familiar de un 8%. O sea, donan mucho más en España que en Reino Unido. Probablemente porque aquí se les aborda mejor, en su idioma, y de una forma mucho más técnica. Y eso pone de manifiesto que la técnica, la experiencia de quien pide los órganos, es fundamental para que la donación llegue a buen término.

-O sea, que captar la solidaridad de la gente también depende de cómo se le pida.

-Sí, hace falta que la gente sea solidaria, por supuesto. Pero realmente lo que hace falta también es que haya una persona experta que le explique al familiar en qué consiste la donación y el trasplante y en consecuencia que consiga que done. Eso es lo que ha demostrado el modelo español. Es un problema, sí, de solidaridad, de generosidad de la población, pero también muy fundamentalmente de organización y de contar con personal muy experto.

-Influye mucho, supongo, la limpieza del proceso, que la gente sepa que se sigue un criterio profesional a la hora de asignar un órgano a un paciente.

-La limpieza del proceso es básica. Porque si la gente considerara que el proceso no es limpio, que hay intereses económicos, el tema del tráfico de órganos o cualquier cosa que emborrone la actuación podría dar al traste con todo. Eso es fundamental para la población y tenemos que demostrarlo con hechos. El hecho de que en 30 años no se haya producido el más mínimo problema es bastante responsable de los buenos resultados obtenidos.

-La medicina ha avanzado mucho en la curación y tratamiento de numerosas patologías. ¿Los órganos siguen siendo tan necesarios?

-Sí. Y van a seguir siéndolo durante mucho tiempo. Porque aunque se puedan crear los órganos bioartificiales que se llaman, órganos generados por ejemplo a partir de células madre o generados en animales, en caso de que funcionaran, que es en lo que está trabajando mucha gente, pasaría bastante tiempo en el que tendrían que convivir los dos tipos de trasplantes, el de la donación clásica y la del órgano artificial. La idea de que vamos a dejar de necesitar la donación no es correcta, hay que quitársela de la cabeza.

-¿En que momento están los órganos artificiales?

-Falta muchísimo. A pesar de que en algún momento se han lanzado infundadamente las campanas al vuelo yo no lo veo antes de una década al menos.

-¿Habría que buscar alguna fórmula para aprovechar toda la experiencia acumulada por los médicos jubilados, como usted y otras personas?

-La experiencia de tanto médico jubilado es un tesoro que es necesario primero guardar y segundo aprovechar. Me parece que actos como el celebrado este fin de semana en Zamora reivindican ese enorme potencial de los médicos jubilados y que tanto las administraciones como la propia sociedad lo deben de tener muy claro. Están ahí y muchos están encantados de ayudar, de cooperar y de transmitir esa experiencia y esa sabiduría que han acumulado a lo largo de los años.

-¿Tiene solución la carencia de médicos que padecen provincias como Zamora sobre todo en el ámbito rural?

-Pues tiene difícil solución sobre todo si se quiere hacer de la noche a la mañana porque esto es un problema de falta de planificación desde hace muchos años, a nivel estatal, no es un problema local, ni mucho menos. Es un problema complejo y que se va a ir agravando con el tiempo. Y yo creo que ni siquiera es un problema español, sino universal, porque los médicos se van buscando mejores oportunidades en otros países y a la vez médicos de terceros países acaban viniendo a estados como España. Tampoco es algo que nos debe pillar de nuevas porque era perfectamente previsible desde hace años.

-Para resolver este problema el dinero no sirve de nada, supongo.

-Bueno, con dinero se pueden paliar bastante las cosas, sobre todo implementando más formación de médicos especialistas. Pero insisto, no es algo que se vaya a resolver de la noche a la mañana.

-¿Hizo mucho daño la pasada crisis al sistema sanitario?

-Hizo mucho daño a todo el Sistema Nacional de Salud, sobre todo porque le hizo entrar en una situación de estrés. Hay que tener en cuenta de que se dispusieron de menos médicos, menos recursos, menos de todo, de un aparataje que se fue haciendo obsoleto cada día. Eso no significa que no se pueda seguir prestando una buena calidad asistencial, pero sí que el sistema está muy estresado. Y eso les pasa a los trasplantes. Afortunadamente no cayeron, sino que incluso aumentaron, pero gracias a un esfuerzo tremendo de toda la gente, y eso es algo que hay que tener muy en cuenta.

-¿La crisis puede acabar afectando al modelo del Sistema Nacional de Salud?

-Yo creo que influir ha influido y seguirá influyendo. Lo que nos hace falta ahora es una mayor sensibilidad por parte de los políticos. Las crisis siempre son motivos de oportunidades y yo creo que si en estos momentos hubiera una apuesta decidida de todo el sistema por una mejor financiación, provisión de recursos, personal y todo lo que integra el Sistema Nacional de Salud podría servir incluso para mejorarlo de una forma clara. Las crisis son una oportunidad y el Sistema Nacional de Salud tendría que aprovecharla.

-Su libro supongo que lo habrá escrito para que no se pierda la memoria de lo que hicieron entonces.

-En realidad es un libro de gestión y de hecho se llama "Gestión con alma". En la obra se ponen de manifiesto cuáles han sido las claves de la Organización Nacional de Trasplantes y en qué se pueden aplicar estas claves a otros procesos, tanto de sanidad como de otros ámbitos. Es verdad que muchos de los principios que nosotros hemos utilizado luego los hemos visto repetidos en multitud de empresas multinacionales. Por ejemplo, la ONT no es un sistema vertical o piramidal, de arriba hacia abajo, sino que somos un sistema de organización horizontal, porque todos los coordinadores no dependen orgánicamente de la ONT sino de cada comunidad, y sin embargo nosotros les formamos y les coordinamos. Se usan principios de comunicación, de gestión de las crisis y todo esto pueden valer para multitud de otros proyectos. Con esa idea lo he escrito.

-¿Qué significa el reconocimiento que ha recibido en Zamora?

-Algo muy entrañable, porque es verdad que he venido aquí bastantes veces a lo largo del tiempo, tengo aquí grandes amigos de hace mucho tiempo. Que los compañeros jubilados reconozcan tu labor la verdad es que es muy entrañable.