Cuando un colegio o instituto elabora su plan de lectura de centro, intenta dar respuesta al reto de lograr que su alumnado sea "un lector activo y eficaz" de los textos habituales en su etapa, tanto para el aprendizaje, como para el disfrute personal y la interacción social.

Se convierte así este trabajo en un marco organizativo en el que debe consolidarse y potenciarse lo que el centro ya hace bien, todas las buenas prácticas docentes y todas sus respuestas organizativas al respecto. Pero en él también se ensayan nuevas formas de actuar para dar respuesta a carencias lectoras del alumnado y a nuevas posibilidades y necesidades de lectura en la sociedad de la información y del conocimiento, siempre partiendo de su propia realidad y contexto.

Si leer es una actividad compleja, enseñar a leer también lo es, por lo que un plan de lectura de centro debe integrar estrategias y actividades que atiendan las diversas finalidades del acto lector. Así, los docentes pueden dar prioridad a una visión funcional, educativa o lúdica de esta actividad, es decir, ese plan puede pretender con diferente intensidad que el alumnado sepa leer para aprender, para alcanzar objetivos personales y para disfrutar de la lectura.

Además, todo ello debe hacerse teniendo en cuenta los nuevos tipos de textos generados en el entorno digital, las interacciones que permiten y las nuevas formas de lectura que hace posible el texto electrónico.