Su trabajo consiste en acompañar a las víctimas de delitos durante el largo proceso de recuperación. Un trabajo duro, pero satisfactorio, en el que se tiene que enfrentar a casos muy complejos como psicóloga de la Oficina de Asistencia a Víctimas de Delitos de los Juzgados de Zamora. Silvia Casaseca-Aliste es además profesora-tutora del grado de Criminología y de Psicología en el centro asociado de la UNED en Zamora.

-En las últimas semanas se han producido varios ataques violentos en distintos pueblos de la provincia como la agresión homófoba de Coreses o el incidente con un cúter en Almeida. ¿Estamos viviendo un repunte de la violencia en los pueblos de Zamora? ¿Es la sociedad ahora más violenta que hace unos años?

-Lo cierto es que coincide con la época en la que estamos, en la que hay más movimiento en la zona rural. No hay datos que confirmen que en los últimos años se estén produciendo más casos. Pero lo que sí es cierto es que la sociedad está más sensibilizada, más preparada para detectar estos casos y, sobre todo, para denunciarlos. Los medios de comunicación y las redes sociales ayudan además a que se les dé mucha más visibilidad.

-¿Es bueno entonces que estos casos aparezcan en los medios de comunicación y se denuncien?

-Es bueno en cuanto a que ayuda a que haya una mayor sensibilización y un aumento de las denuncias, porque sigue habiendo muchos casos, sobre todo de abusos sexuales, que no se denuncian. Qué se den a conocer ayuda a concienciar de la necesidad de ir a los juzgados.

-Porque no supondrá lo mismo denunciar para una persona que sufre una agresión que para que otra que ha sido violada...

-Nadie sabe lo que puede suponer para una víctima de violación tener que denunciar. Al hacerlo hay que ofrecer la mayor cantidad de datos posibles, y las para la víctima, lógicamente, no es nada fácil porque la denuncia supone tener que contárselo a la familia, a los amigos... Hay muchos casos que ni siquiera se cuentan a las personas más cercanas. Es un paso que es realmente complicado de dar.

-También en los últimos meses se están publicando noticias sobre adolescentes que violan en grupo mujeres. Es el caso de la manada de Pamplona, la de Bilbao o incluso la de Veniablo. ¿Antes no se producían estos casos o estamos antes lo que se conoce como un efecto llamada?

-Antes también pasaba, pero no salían tanto a la luz. Sí que puede existir ese efecto contagio, como igual que sucede cuando se producen casos de suicidio, que hace que aumente su número. La mayoría de las agresiones en grupo las cometen adolescentes o chicos muy jóvenes. Suelen ser personas, que por su edad, son mucho más vulnerables y que a veces necesitan demostrar su masculinidad de esta forma.

-Es difícil de entender qué se les puede pasar por la cabeza a estos chicos para que realicen actos de esta clase...

-Existe ese refuerzo entre el grupo, entre los amigos, y esa necesidad de demostrar. No hablamos, ni mucho menos, de que todos los adolescentes pueden llegar a hacer eso. Se trata de personas más vulnerables y que tienen unos rasgos de personalidad que hacen más fácil que puedan desarrollar conductas violentas, y especialmente conductas violentas en relación a la sexualidad.

-¿Tiene algo que ver qué cada vez los jóvenes accedan antes a la pornografía?

-Sin duda. Si sumamos el acceso cada vez más temprano a la pornografía, que esta sea la única fuente de información afectivo-sexual y a eso le añadimos que los amigos suelen ser de personalidad similar, la permisividad entre ellos a estos actos y a este tipo de conductas es mayor. Uniendo todo, tenemos el caldo cultivo perfecto para que suceda.

-Entonces el acceso tan temprano a la pornografía hace que se desvirtúe su imagen sobre el sexo...

-Lógicamente la percepción del sexo es irreal. Hay chicos que acceden por primera vez al porno a los once o doce años. Es muy pronto. Por eso es importante la implicación de los padres. Qué se formen. Existen muchísimos cursos, en los colegios y en otras instituciones, que ofrecen formación para saber controlar internet y las redes sociales. Los chicos tienen móvil y tableta cada vez más pronto. Por eso tiene que haber un control parental. Su uso tiene que ser en casa, y además en el salón, delante de los padres. No puede usarse en su habitación, ellos solos, y durante tantas horas al día.

-¿Cuál deber ser la labor de los padres con hijos adolescentes entonces?

-Control, control y control.

-¿Sería necesario que hubiese formación sexual en los colegios?

-Sería muy positivo, aunque ya se imparten talleres para los chicos. Los padres tienen que saber que en ellos se ofrece información afectivo-sexual. También es necesario que se fomente la educación y la confianza para que los menores se dirijan a sus progenitores para pedir esa información. No lo van a preguntar todo, y lo consultarán con los amigos, pero si tienen esa confianza, será más fácil y tendrán una información mejor. Pero sobre todo, es necesario controlar el móvil y el resto de dispositivos. Algunos padres piensan que cómo le van a mirar el móvil a su hijo, que están violando su intimidad. Y no es así. Tienen que saber la clave de los dispositivos electrónicos de sus hijos para controlarlo.

-Estamos a pocas semanas de que se produzca la vuelta al colegio de los niños. En las aulas también se producen casos de violencia, de acoso escolar. ¿Se ha producido un incremento en los últimos años?

-Puede haber aumentado, pero ocurre lo mismo que con el resto de casos de violencia, se visibiliza mucho más. Ahora existen protocolos de intervención específicos que antes no existían y que nos guían para saber cómo actuar en cada momento. El proceso incluye a los profesores, tutores y orientadores. Hay reuniones con las familias tanto de las víctimas como de los agresores...

-Este acoso en la infancia, ¿se llega a superar algún día o es algo que te marca de por vida?

-Todas las experiencias que vivimos a lo largo de la vida nos marcan de alguna manera, todas y cada una de ellas, incluso algunas a la que quizá no le demos mucha importancia. Por eso es necesario que haya una intervención por parte de un profesional que ayude a gestionarlas. Hay que intentar que no se cronifiquen esos sentimientos que giran alrededor de esas situaciones, enfocarlos de una manera adecuada y recuperarse. Es, lógicamente, una experiencia dura que el menor ha vivido, por eso hay que trabajarlo y gestionarlo de la forma adecuada.

-Estos niños, con un perfil de acosador cuando están en el colegio, ¿se pueden convertir en maltratadores cuando lleguen a la edad adulta?

-Hay que intervenir, igual que hay que intervenir con la víctima para apoyarla, para escucharla y que se recupere emocionalmente del daño que pueda haber sufrido, con los agresores. En estos casos, hablamos de edades muy tempranas, en las que hay que atajar esa violencia y esa falta de habilidades, ese control y esa manipulación que quieren ejercer sobre el otro. Tienen que aprender a canalizarlo de otra manera y con las herramientas adecuadas.

-En cuanto a la violencia machista, ¿se han incrementado el número de casos en los últimos años en Zamora?

-Hay casos. Aunque sea una ciudad pequeña, se producen casos.

-¿Hay algún condenado por violencia doméstica que lleve pulsera electrónica?

-En Zamora no hay ninguna. Es una decisión que dictamina el juez cuando estima que hay un riesgo elevado para la víctima, y por ahora no lo ha hecho.

-Algunas personas creen que la ley de violencia de género favorece a la mujer y discriminan al hombre. ¿Qué opinión le merecen estas afirmaciones?

-Es una ley necesaria que se ha tenido que establecer para apoyar a las víctimas. No discrimina al hombre. En el caso de la violencia de género, hablamos de un hombre agresor que en el momento en que es denunciando va a tener también todos los apoyos a nivel jurídico. No se le perjudica. Ha sido una ley necesaria. Existen muchos casos que antes se tapaban y no se denunciaban. Y sigue ocurriendo.

-¿Y por qué aún sigue constando denunciar?

-Por miedo, vergüenza, sentimiento de culpa... por la dependencia que existe de la pareja. Hay un proceso de manipulación y control que es clave para que sea muy difícil dar el paso y denunciar. Pero sobre todo, es fundamental el miedo que sienten después de denunciar las víctimas ya que perciben que viven con un riesgo mayor. El hecho de denunciar les supone acceder a unas medidas de seguridad que de otra manera no tendrían. Pero resulta difícil porque la dependencia emocional es muy fuerte.

-¿Cuál es la labor que hacen desde la Oficina de atención a las víctimas de los juzgados?

-Es una oficina a víctimas de delitos. Atendemos víctimas de todo tipo, sobre todo mujeres por violencia de género, pero también a víctimas de cualquier tipo, sean hombres o mujeres, además de familiares. Se ofrece orientación a nivel jurídico, explicamos cómo es el proceso judicial, las ayudas que pueden recibir y también ofrecemos asistencia psicológica. Suele ser necesario un proceso psicológico y terapéutico que es bastante largo. De hecho, al principio, las sesiones son con más frecuencia, pero poco a poco se van distanciando. También depende e influye cómo se va alargando el proceso judicial porque a veces se retrasa mucho y ese momento del juico supone volver a contarlo todo y revivir la experiencia de nuevo. Por eso también ofrecemos apoyo a las víctimas en las declaraciones o durante el mismo proceso. Y un punto importante, también atendemos sin denuncia. Se puede acudir a la oficina para obtener información, orientación, aunque no quieran denunciar o no sepan si pueden hacerlo.

-¿Se hace lo suficiente desde la administración para frenar los casos de violencia?

-Cada vez hay más recursos y vamos aprendiendo más, pero si sigue habiendo cada vez más casos, y cada vez más víctimas de diferentes agresiones, y siguen muriendo mujeres a manos de sus parejas o exparejas, es que tenemos que seguir haciendo más cosas. Hay recursos a los que se puede acudir, como la asistencia psicológica y jurídica gratuita.

-¿Han recibido en la oficina algún caso de violencia doméstica contra hombres o en estos casos aún cuesta más denunciar?

-Cuesta igual que cuando la víctima es una mujer. El sentimiento de vergüenza y de culpa es el mismo porque el agresor está haciendo siempre sentir culpable a la persona. Por parte de los hombres hay muchísimos menos casos y seguro que cuesta mucho denunciarlos porque siente de alguna manera que se está dañando su masculinidad.

-Estamos viviendo un repunte en el caso del acoso psicológico entre jóvenes. Muchos hombres, cada vez de menor edad, controlan cada paso que dan sus parejas...

-Sucede desde hace tiempo. Hay parejas de adolescentes que controlan a sus parejas de nivel psicológico.

-¿Y a qué se debe?

-Se debe a que tienen acceso a cierta información cuando no están preparados... quien intenta controlar y manipular a la pareja es alguien con muy baja autoestima, personas inseguras y con muchas dificultades. También influye el uso de móviles, lo que les permite tener un control mayor a través de Whatsapp o las redes sociales. Quieren tenerlas controladas y tienen la opción de hacerlo. Ellas ceden a tener que llamar cada poco o enviar fotos de dónde están, borrar los números de amigos chicos, cambiar la forma de vestir...Estas mujeres además lo valoran como algo positivo, cómo un síntoma de amor.

-¿La educación que reciben en casa estos jóvenes, a los que muchas veces se les consiente todo para compensar la falta de tiempo que los padres pasan con ellos, puede ser una de las causas?

-Puede influir. Si un padre controla el móvil de su hijo y ve que está llamando a su novia constantemente, tiene que llamarle la atención. Igual sucede al revés. También se transmiten cambios en el estado de ánimo, en el rendimiento escolar o el absentismo escolar. Desde ahí que sea importante que observen y fomenten la comunicación y la confianza.