Hace un tiempo que en Zamora ya no solo llaman la atención sus iglesias y sus edificios modernistas. La plaga de grafitis que sufre la ciudad se ha ido convirtiendo poco a poco en compañero habitual de muchos de los inmuebles y monumentos de la ciudad. Por esa razón, el Ayuntamiento ha puesto en marcha un plan de muralismo con el que intenta frenar el aumento de pintadas, tanto en el casco histórico, como en el resto de la ciudad.

Se trata, según explica Pablo Novo, concejal de Barrios y Participación Ciudadana, de un proyecto que a la vez que embellece la ciudad puede ser un complemento que ayude a potenciar el turismo, ya que se sumaría como una atracción más para los que nos visitan. También ayudaría en gran medida, cuenta, a frenar el número de grafitis sucios, o firmas, que proliferan en la ciudad, ya que los grafiteros que se dedican a dejar su impronta en las paredes suelen respectar el trabajo realizado po estos artistas, que serán algunos de los más reconocidos de la ciudad.

Todo esto vendrá acompañado por un aumento de control policial y un proceso gradual de limpieza, aunque especifican desde el consistorio que no es tarea fácil ya que en el caso de los monumentos, los productos que se usan pueden dañarlo."Se pueden poner todos los medios para intentar combatir este tipo de vandalismo, pero el problema es que si no los pillas, y tienes pruebas, es difícil detenerlos", explica Novo, a lo que añade: "También es un problema de educación cívica, un problema de falta de concienciación".