No suman la decena los vecinos de una apacible y tranquila calle del barrio de Pinilla, la de San Gregorio, pero estos días andan sobresaltados con el estado de uno de sus miembros, A.L., de 55 años, ocupante de una vivienda en la que reside sin las mínimas condiciones de salubridad y aquejado de problemas de salud que han obligado a ingresarlo en el hospital dos veces, a pesar de su negativa a recluirse en un centro sanitario.

El hombre vive en condiciones infrahumanas, según relataba ya este periódico hace un año, "enchufado" literalmente a la botella, en una casa sin luz ni agua y llena de suciedad. Hasta tal punto que algunos vecinos del barrio se referían a él como "Diógenes" por la cantidad de suciedad acumulada en la vivienda. El caso es que el domingo por la tarde una vecina escuchó los lamentos de este hombre, voces de "Ay, qué me pasa" que salían de la casa y que le hicieron reaccionar para pedir ayuda. A.L. estaba tirado en el suelo, al parecer desde hace días, sin poder levantarse, y envuelto en sus propias deposiciones. Una ambulancia del servicio de emergencias 1-1-2 lo trasladó al hospital, donde fue hospitalizado. Sin embargo, una vez limpio y tras la primera atención pidió el alta voluntaria y volvió para la casa en la que habita en el barrio de Pinilla, que ha sido la vivienda familiar desde siempre, aunque él ha pasado muchos años residiendo fuera antes de regresar.

Tras recibir el alta, el lunes por la tarde esta persona, vecina de una agente, recibía la visita de la Policía Nacional, que al comprobar su estado dio aviso de nuevo al 1-1-2 para reclamar atención sanitaria, ya que otra vez se encontraba en el suelo sin poder levantarse, entre sus propias heces. De nuevo la ambulancia lo trasladó hasta el hospital Virgen de la Concha, no sin esfuerzo, ya que los agentes tuvieron que echar mano de todos sus elementos de convicción para lograr que saliera de casa y subiera en el transporte sanitario. Según relatan los vecinos, este hombre tiene familia, que se ocupa de él en lo que puede, aunque su carácter hosco y su negativa a irse a vivir a otro lugar que no sea su casa impiden que sea atendido en mejores condiciones.

Su dependencia de la bebida es vox pópuli, así como el estado en el que reside en el interior de la vivienda. Los servicios sociales tampoco parecen poder hacer nada por él, debido a que rechaza la ayuda y no está incapacitado legalmente: es una persona libre que puede elegir su forma de vivir. La concejala de Servicios Sociales, Inmaculada Lucas, rehusó, no obstante, realizar comentarios sobre el caso concreto, debido a la necesaria confidencialidad con la que deben funcionar los centros de acción social.

El caso es que los vecinos están preocupados por la suerte de A.L., sobre todo si regresa a casa en las mismas condiciones, como parece probable salvo que entre en razón y se avenga a una vida más normalizada. Y también por el problema que supone tener un vecino residiendo en una vivienda en condiciones insalubres y de suciedad. Sin embargo el caso no parece tener solución ya que a pesar de que los vecinos han alertado a las autoridades todo parece seguir igual, con suciedad en la casa, y el problema de alcoholismo de su morador sin resolver. Nadie ha tomado cartas en el asunto, ya que ni siquiera está considerado un caso de síndrome de "Diógenes" (personas que acumulan basura sin control dentro de sus viviendas), circunstancia que en todo caso debería determinar un forense. Todo parece indicar que serán los propios vecinos los que tengan que seguir vigilantes.