Tras unos días de reparaciones y puesta a punto, la puerta del antiguo palacio de la Diputación ha vuelto a su lugar habitual. Han sido días de trabajo sobre los medallones de madera. Un proceso en el que los operarios municipales han realizado tareas para acabar con la carcoma que afectaba a la madera. Tras este proceso, se procedió además a barnizar los elementos de la puerta. El resultado parece que no ha sido el esperado. Al menos no lo es para el historiador José Andrés Casquero, que asegura que lo que se ha hecho con la puerta ha sido "una chapuza".

"No la han restaurado, ni tampoco la han limpiado. Solo le han dado un barniz por encima. Se pueden ver incluso los pelos de la brocha pegados", asegura el historiador, que se lamenta del resultado final, muy por debajo de la calidad que se merece una obra de estas características. "Lo que han hecho es un disparate. Se trata de un trabajo magnífico que no se puede encargar a cualquiera. Esto es un despropósito", afirma Casquero, que señala además que incluso debido a la cantidad de capas de barniz que le han aplicado, es difícil leer la firma del autor de la obra. "Lo han embadurnado todo. El resultado no puede ser peor".

La puerta es obra del tallista Isidro Carvajal, que realizó esta piezas que luce el palacio en el año 1960. Una obra tallada en consonancia con el estilo renacentista del arco, del zamorano Eduardo Barrón, que envuelve a la obra de madera. Y es que fue el escultor de Moraleja del Vino el que se encargó de labrar el escudo que corona el edificio y también de realizar los dos medallones en las enjutas del arco, así como los grutescos, que se encuentran sobre la puerta, todo al estilo renacentista. Una serie de adornos que realizó como agradecimiento a la institución, que le había concedido una beca para estudiar en la Academia de Bellas Artes de España. Junto a ellos, sus iniciales grabadas a cada lado del arco.

De estilo historicista, el artista zamorano fue sin duda un especialista jugando con los volúmenes, algo que se puede apreciar en los medallones, donde se muestra su influencia neoclásica, tendencia que marcó casi la totalidad de su obra.

La puerta, que juega también con la simetría, enmarca las hojas de madera en las que el tallista Carvajal esculpió tanto el escudo de Zamora como el de la Diputación provincial, así como otra serie de motivos donde se puede apreciar el gran nivel de ejecución de este artista de la madera.

El antiguo palacio de la Diputación fue en su día la mansión de los Campomanes. Tras pasar por distintas manos, en el año 1867 comenzaron las obras que duraron casi catorce años.

Fue el arquitecto municipal Pablo Cuesta quien se hizo cargo de su construcción, aunque seis años más tarde pasó el testigo a Segundo Viloria, uno de los arquitectos más reconocidos de la ciudad por sus edificios modernistas en distintos puntos de la ciudad.