Esta última idea entronca con la teoría de García Lozano y su tesis de que, lejos de ayudar a encajar el enclave de la avenida de la Feria con la propia muralla, el Ayuntamiento de Zamora está, en ocasiones, haciendo lo contrario. "Hemos visto cómo en la plaza de la Puentica, justo frente al gran edificio que se acaba de derribar, se han llevado por delante unas escaleras del siglo XIX que eran patrimonio de Zamora; patrimonio de esa urbanización de aquel siglo que va desde el Sillón de la Reina hasta la Puerta de la Feria", explica. "Por eso, lo primero que deberíamos plantearnos es ordenar el entorno porque, a día de hoy, en el exterior de la muralla, no existe ningún tipo de ordenación", añade este experto.

Hasta hace bien poco, antes de que en 2016 se iniciaran los derribos de la primera fase de liberación, el entorno de la muralla en la avenida de la Feria estaba prácticamente devorado por los aparcamientos y el tránsito de peatones se tornaba en quimera. La ampliación de las aceras y la nueva iluminación han sido dos de las novedades impulsadas por la administración de Francisco Guarido. Pero esto no sería suficiente si se trata de realzar el valor del monumento. "Los espacios y recorridos peatonales son residuales, con aceras estrechas y ahogados por aparcamientos en batería en cuanto es posible, así como falta de continuidad en los recorridos", analiza Claudio Pedrero. "Además, nadie ha optado por iluminar un solo tramo de muralla y ahora, en el caso de la Feria, las farolas de ocho o diez metros que han colocado se cargan completamente la escala de la muralla", añade Rafael García Lozano.

Por todo esto, casi tan importante como tener un plan de liberación de la muralla sería contar con un estudio específico para ordenar todo lo que tiene alrededor. Por fuera. En el exterior del Casco Histórico. "Las rondas deberían convertirse en circuitos mixtos donde convivan peatón y automóvil, con pavimentaciones y mobiliario urbano adecuados a ello", idea Pedrero. "O en paseos tipo bulevar, según las posibilidades y los tramos", prosigue. "Además, deberían plantearse recorridos que ofrezcan continuidad al paseante: sería fundamental conectar la ribera del Duero desde Puerta Nueva con la zona de la avenida de la Feria a través de Trascastillo, con paseos de tipo mixto, al menos hasta alcanzar la Puerta de Doña Urraca", detalla el arquitecto.

El entorno es la clave para los expertos y es en este punto donde incide Rafael García Lozano. "De poco nos sirve liberar la muralla en la avenida de la Feria si después permitimos que tiren el edificio de la harinera y damos el visto bueno a que se construyan allí viviendas sin ningún tipo de consideración en su fachada hacia lo que existe enfrente", explica. De la misma forma que hay un Plan Especial del Casco Histórico que regula las construcciones dentro del recinto amurallado, también debería de tenerse esa consideración para los espacios extramuros tan cercanos como este a un espacio monumental como es la fortificación medieval, según la visión del estudioso de la arquitectura zamorana.

El proceso de liberación de la muralla impulsado durante el anterior mandato ha sido muy importante y de eso no existen dudas. A juicio de los expertos, sin embargo, sería una cuestión clave contar con un plan específico para saber qué hacer después, siempre con el objetivo de realzar el valor del monumento. Respecto a la posibilidad de continuar liberando tramos, especialmente intramuros, que permanecen ocultos bajo propiedades de la Iglesia y particulares, la cuestión se tornaría delicada. "Los espacios vinculados a las cercas fueron objeto de ocupación desde épocas muy tempranas. A nadie se le ocurriría, por ejemplo, alterar la configuración de la cuesta de Balborraz, con un parcelario medieval que ocupa el frente exterior del recinto de época de Fernando I", razona Claudio Pedrero.