"Los boleros son historias de amor y desamor". Como las canciones de este estilo musical, así son Miguel Ángel, Eloy, Antonio y Eduardo, los cuatro integrantes de este conjunto nacido para enamorar. Diferentes pero iguales, ellos son Voces de Bolero.

Vienen del mundo del arte, pero cada uno de un lugar: los coros de Semana Santa, las tablas del teatro y las noches de la tuna han sido sus escuelas. "Descubrimos que a todos nos unía la música romántica, y aunque cada uno tiene un origen, Voces de Bolero ha sido el embudo que nos ha unido". Fue hace más de seis años, allá a finales del 2012, cuando al igual que en las calles de Cuba, Voces de Bolero se fundó al pie de un bar donde confiesan se sienten "como en casa".

Pero, ¿por qué boleros?, "porque somos unos románticos", responden entre risas, y añaden, que más allá de la emoción típica de la música, este estilo es uno de los más universales de todo el mundo hispanohablante. El bolero, sugieren, está "en todas partes". Desde Tristezas, el conocido como "el más antiguo de los recordados", hasta cualquier pieza de cantautores actuales, el grupo coincide en que esta, es una música "con poso". "Nos encanta que los jóvenes escuchen música en español, pero las modas actuales crean melodías fugaces, no dejan huella. Al final, siempre se vuelve a lo de antes, a lo que perdura". Ellos recorren toda la evolución del bolero con su repertorio, con piezas como Son Cubano, Lágrimas Negras, Cantinero de Cuba, y El Canela.

"Versionamos todo. Nada de nuestro repertorio suena exactamente igual". Y les funciona, tanto, que en diciembre de 2015 el Teatro Principal no consiguió dar cabida a todos los que quisieron verlos en concierto. "Fue una noche especial, allí se grabó nuestro primer disco". También han hecho sus pinitos componiendo, y han puesto música a un poema de León Felipe. Son versátiles, y como el bolero, ellos fluyen. "Es padre de muchos géneros. No se ha estancado, ha seguido evolucionando. Artistas como Zenet, Café Quijano y El Kanka los cantan, siempre con su estilo personal, pero es bolero. También Ana Belén y Mecano lo han interpretado. Es música atemporal. El bolero vive en todas partes". Pero ¿qué es exactamente?, les preguntamos, y alegan que a veces es amor, y otras desamor. Que los hay lentos, pero también movidos. El ritmo clásico a veces varía, y cambia de tríos a grupos, o incluso a solistas. Pero siempre "es de calle". De Cuba a México y luego al mundo. Ahora el bolero está en Zamora, pero también en las parrandas de Levante, cuentan. En el folk de Las Canarias e incluso en las orquestas de Gloria Estefan. Todo ha cambiado desde el llamado primer bolero, Tristezas.

Al requinto, Eduardo. Los punteos de guitarra los comparte con Miguel Ángel. Antonio se dedica al acompañamiento y Eloy a la percusión. Todos cantan y todos aportan sus temas favoritos, pero cada uno busca cosas diferentes en la música. Lo importante de las actuaciones es "mostrar cómo interpretamos la música", subraya Antonio. Para Eduardo es transmitir lo que siente. Eloy busca hacer disfrutar al público, y Miguel Ángel ver cómo los oyentes se emocionan y conectan con ellos. Esas son sus recompensas. "El bolero crea momentos mágicos, algo que no mucha música es capaz de hacer", concluyen.

No dudan en decir que han apadrinado nuevos amores o que han devuelto la chispa a otros. También han hecho recordar buenos tiempos a quién lo había perdido, y entre tantos ratos felices, dicen, "te sientes bien por emocionar, pero también hay mucha tristeza".

Les ha pasado de todo, desde encontrar las cuerdas rotas de un contrabajo antes de actuar, hasta repetir la misma canción dos veces seguidas. Miles han sido los inconvenientes en estos seis años y medio de andaduras, pero ellos, al contrario de lo que dice el bolero, no tienen intención de dejar nada.