El proceso de liberación de la muralla se ha realizado a golpe de derribo hasta conseguir despejar más de 250 metros lineales en la avenida de la Feria, así como diferentes tramos en la bajada de San Martín y la calle Mesones. Sin embargo, el trabajo no ha hecho más que empezar. El futuro pasa por ligar la fortificación medieval con un entorno urbano del que está desconectada. Urbanizar, ajardinar y ofrecer atractivos al ciudadano para que el monumento no sea solo una zona de paso, sino de estancia y de aprendizaje. Expertos en diferentes campos analizan cuáles deben ser los pasos a seguir para conseguir este objetivo. Y lo hacen respetando siempre y por encima de todo que la propia muralla es lo suficientemente importante como para que se establezca un plan integral que la dignifique de una vez por todas.

Rafael García Lozano, experto en arquitectura y doctor en Historia del Arte, tiene claro que existe un conflicto de base con todo lo que rodea al monumento. "No se trata únicamente de liberar la muralla, porque ya estamos viendo que inmediatamente después surge el primer problema: Y tras los derribos, ¿qué?", analiza. La realidad es que, encima de la mesa del Ayuntamiento de Zamora, tan solo existe una petición al Ministerio de Cultura para que actúe en la conservación de los sillares y un proyecto de colocación de esculturas del Cerco de Zamora a lo largo del futuro ajardinamiento de la avenida de la Feria.

El urbanismo es la clave para que todo encaje. Pero, por ahora, no parece existir un plan sólido que consiga que la muralla sea parte de ese todo que engloba al Casco Histórico de Zamora. "No existe una idea clara sobre el carácter de los espacios aledaños", razona el arquitecto Claudio Pedrero. "Resulta descorazonador el tratamiento de las vías de ronda del Casco Histórico que acompañan en gran parte el trazado de la muralla, con aspecto y acabado propio de tramos de carreteras en travesías urbanas: asfalto, señalización horizontal...", critica esta voz autorizada para tratar sobre la presente materia.