Ha sido uno de los pocos españoles que ha participado en el seminario organizado en Cracovia (Polonia) en el que se ha recordado a los miles y miles de gitanos exterminados en los campos de concentración nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Un viaje del que el zamorano Carlos Fernández Herrera, secretario de la asociación gitana Lachó, ha vuelto emocionado. Una experiencia dura, pero "muy enriquecedora", asegura.

-Acaba de regresar de un seminario en Polonia sobre el exterminio gitano a manos de los nazis. ¿Qué experiencias se ha traído consigo?

-He estado en Cracovia (Polonia) en la conmemoración anual que se hace del Holocausto Roma, que recuerda a las víctimas gitanas durante la Segunda Guerra Mundial. Un seminario que se llevaba haciendo desde 2013 y en el que este año han participado 450 gitanos de 32 países europeos. Durante toda esa semana se ha dado formación sobre qué se hacía en los campos de concentración. Y es que cuando se habla del holocausto nazi, se suele pensar normalmente en los judíos, pero también es necesario recordar a los 600.000 gitanos que fueron masacrados. En estos campos, los nazis experimentaban con las familias gitanas al completo. Si en el caso de los judíos, las familias eran separadas en función de su sexo, a las familias las gitanas las dejaban juntas para que siguieran procreando y así hacer pruebas con los niños. Uno de los supervivientes nos contó el caso de una mujer a la que le llegaron a arrancar un feto para insertarle otro de perro. Murió por una infección. También experimentaban con los hombres. Les llegaban a arrancaban un ojo y les introducían otro para ver si funcionaba y así hacer lo mismo con los soldados heridos.

-Escuchar en primera persona las historias de aquellos que sobrevivieron ha tenido que ser desgarrador.

-Este tipo de seminarios emocionalmente son muy duros. Sigo gestionando lo que he vivido porque ha sido una semana muy emocionante. Recuerdo la historia de Raymond Gurem, uno de los pocos que logró escapar. Su familia tenía un circo y fueron apresados en el norte de Francia y enviados a un campo de concentración. Logró huir, pero él acabó en Francia y su familia en Bélgica. Cuando se enteró, cruzó toda Francia en bicicleta hasta llegar a Bruselas. De hecho, cuando viajó al seminario, lo hizo en autobús porque contaba que no quería subir a un avión porque estuvo tanto tiempo viendo solo el cielo que necesitaba ver algo más.

-¿No se está llegando a un punto en el que se frivoliza sobre todo e incluso los campos de concentración se han convertido en una especie de parque temático para los turistas?

-No somos conscientes de lo que estas personas tuvieron que pasar. Se está llegando a un punto en el que vemos Auschwitz más como un decorado de película que como realmente fue. Se está frivolizando con lo que pasó y hubo un momento, al final de la guerra, cuando se tomó la decisión de exterminar a todos los gitanos. Entonces murieron miles de personas. No hay que olvidarlo.

-Seminarios como este al que ha acudido son entonces fundamentales...

-Son una formación necesaria para hacerse tan solo un poco a la idea de lo que fue aquello. Poder hablar de tú a tú con un supervivientes en el hotel, que te cuente su historia... me emociona. Normalmente los ves en conferencias, pero tenerlos tan cerca, verlos y sentir esa vitalidad con la que viven... Aunque algunos no han sido capaces de contar su historia hasta hace tan solo cinco años, cuando se lo dijeron finalmente sus familias.

-¿Hubo también gitanos españoles en estos campos de concentración?

-Existe un campo en Alemania donde está certificado que hubo cuatro gitanos. El problema es que con la guerra, muchos se cambiaron el apellido en España, lo que hace más complicado hacer un seguimiento. Sin embargo, tengo la certeza de que muchos fueron a los campos de concentración, y también a los campos de trabajo que hubo en nuestro país y de los que tampoco se dice nada.

-Siempre se habla de los judíos que exterminaron en los campos de concentración. ¿Sienten que se deja de lado el sufrimiento del pueblo gitano?

-Se mataron a seis millones de judíos, pero también hubo muchos miles de gitanos muertos. Los judíos tienen una posición económica mejor, y el dinero vale para todo, también para esto. Como el pueblo gitano no tiene esa capacidad económica, ni tampoco un estado, no somos capaces de que se nos reconozca de la misma manera.

-¿Cuál es la situación de la comunidad gitana ahora mismo en España?

-España es una referencia a nivel europeo. De hecho, tenemos cuatro parlamentarios en el Congreso de los Diputados. El problema es que hay muchas diferencias entre el norte y el sur del país. En Andalucía es mucho mejor, por ejemplo, porque el flamenco tiene mucho peso y eso hace que estén incluidos en la sociedad. Nos llevan años de ventaja. Realmente, ha sido muy interesante conocer la perspectiva del resto de gitanos en el resto de Europa y darse cuenta de que hay que seguir luchando. Pensar en lo que pudieron llegar a sufrir estas personas, te anima a seguir adelante y a buscar una mejor condición de vida.

-Y en Zamora, ¿se sienten excluidos?

-En Zamora, a diferencia de lo que ocurre en otras ciudades, no existen guetos, pero sí que hay un problema que en el resto de España casi no hay, y que es el chabolismo del barrio de Rabiche. Por eso es necesario llevar a cabo un plan integral que busque su desaparición, pero sin que se creen nuevas zonas de exclusión.

-¿A qué se debe este rechazo por una parte de la sociedad? ¿De dónde surge este racismo?

-La comunidad mayoritaria ve el espejo en el pueblo gitano. Dicen que somos muy machistas, que no dejamos a los chicas estudiar y que somos unos ladrones. Pero no he oído un caso de violencia o asesinato de una mujer que se haya llevado a cabo por un gitano. Nuestro valor fundamental, y del que me siento orgulloso, es la defensa de la familia, aunque es cierto que el modelo tradicional. Para bien o para mal, siempre estamos muy unidos. A mi me han llegado a decir que estudiar no es cosa de gitanos. Realmente, son todo clichés de lo que nosotros también tenemos parte de culpa. Además, los programas de la televisión no nos ayudan. No nos hace bien porque fijan estereotipos. El pueblo gitano ha sido la minoría más atacada, por eso intentamos, poco a poco, que cambie. Luchamos por la inclusión social, que no la integración porque si te integras pierdes lo tuyo para ser como los demás. En mi caso, quiero estar en la sociedad, pero sin dejar de ser yo mismo.