La profesora de la Universidad de Salamanca Maribel Andrés Llamero, salmantina de nacimiento pero zamorana por los cuatro costados, ha ganado con su último poemario el premio de poesía Hiperión, unos versos donde comparte su conciencia del medio rural y tributa un reconocimiento a la lucha de sus mayores.

-¿Cómo llega a la escritura y a la poesía?

-En mi casa había muchísimos libros y sin duda la influencia de mi tío (el escritor Braulio Llamero) quien me hacía creer que era posible escribir cuentos y hasta protagonizarlos (risas). Siempre me ha apasionado leer y escribir, pero nunca pensé que fuera la poesía lo primero que saldría a la luz, pues me sentía más cómoda, con la narrativa. Hace unos tres años, me puse a rebuscar en mi ordenador y me di cuenta de que tenía muchos más poemas con una misma temática. Decidí juntarlos y colocarlos de varias maneras, para ver qué pasaba.

-¿Qué le impulsó a compartirlo?

-Primero lo mandé a dos o tres concursos, pero no llegué a ganar ninguno, aunque sé que logré llegar a la final, lo que me hizo pensar que quizá el poemario podía gustar y me animé a remitirlo a editoriales. Lo envié, sin decírselo a nadie de mi entorno, y lo publicaron en un sello de Sevilla. Mi primer poemario "La lentitud del liberto" me dio muchísimas alegrías. La experiencia me animó a seguir escribiendo poesía con otros ojos.

-Prosigue escribiendo y reúne más poemas que ven la luz en "Autobús de Fermoselle".

-Tenía unos poemas antiguos que hablaban sobre mis abuelos y mi infancia y me pareció que era de los proyectos que tenía abiertos el que más ilusión me hacía. Me apetecía mucho que mi abuela, que tiene 90 años, a la que está dedicado el libro al igual que a mis otros abuelos ya fallecidos, pudiera verlo físicamente. Este poemario es como un canto de amor a los orígenes y a la familia, a esos otros que fuimos sin ser. Mis abuelos tuvieron una vida dura. Los maternos emigraron a Alemania para trabajar para que mi madre y mi tío, los que hoy somos, pudieran tener otro tipo de vida. Del mismo modo, mis abuelos paternos eran muy humildes e intentaban darles lo mejor a su familia. Siempre he veraneado con mi abuela materna en Manzanal del Barco y mis años más felices de infancia fueron allí y cada vez que regreso, veo que hay menos personas en el pueblo. Cuando hablo con mi abuela me dice que se están muriendo personas y no nace nadie. De alguna manera todo lo que yo he vivido y sentido con mis abuelos se está acabando.

-¿Qué siente con el vaciamiento de su pueblo, extensible a toda la provincia?

-Me entristece. Mi pueblo en verano se llena como sucede en tantos pueblos. Las casas cerradas se abren y entra la luz. Vienen personas que están en sus ciudades y que vuelven por unos días, pero mi abuela cada vez tiene menos amigas. En los pueblos sucede una cosa muy curiosa con los nombres propios porque te explican de qué familia es ... y eso, dentro de poco, nadie lo recordará.

-¿Hemos vuelto la espalda al medio rural?

-Totalmente. No solo porque la gente emigra a las ciudades, sino que me parece lamentable que los pueblos no tengan los servicios básicos. Creo que habría mucha más gente que viviera en los pueblos si tuvieran un acceso cómodo por carretera, autobuses e internet. Hay gentes que querrían vivir en municipios pequeños con estas condiciones más que hacinados en las grandes ciudades. La mirada hacia el pueblo de mi abuela que desaparece en mi poemario está lanzada sobre mi propia ciudad, Salamanca, pues me pregunto si mis nietos, si los tengo algún día, verán cómo desapareció mi ciudad como yo estoy viendo con el pueblo de mi abuela.

-Formalmente ¿por qué se caracteriza el poemario?

-Quiero pensar que conseguí que haya una especie de luz y de pureza, en la forma. De alguna manera intenté que la luz de Castilla y esa sencillez del paisaje, que lo hace muy hermoso, la sencillez de mis abuelos y de todos los temas que aparecen en el libro estuvieran reflejados en la forma. Que la línea del horizonte de Castilla y su sencillez y claridad se vieran en el origen del poema.

-El título es un guiño a un autor zamorano.

-Es un verso de un poema de Agustín García Calvo que habla de un pueblo interior de Zamora en el que tres mujeres van a esperar al autobús. Se arreglan, se ponen guapas y van a la parada del autobús a esperar a ver qué viene de fuera. Me parece muy bonita la metáfora de vivir en un sitio en el que no pasa nada y creer que algo de fuera va a venir para salvar de alguna manera. Además, tiene una carga sentimental porque yo lo conocí por mi padre que le puso música y lo cantaba mucho en casa. Es un modo de homenaje Agustín García Calvo y cuándo surgió como título fue como una revelación porque era llamativo, al mismo tiempo como es un recorrido por Castilla y me gustaba la idea de viaje al pasado.

-En este recorrido ¿utiliza topónimos de las provincias de Zamora y Salamanca?

-No, porque quise hacerlo extensivo a muchos más lugares. Hablo de Salamanca, hablo de Zamora... pero está hecho de una manera velada. No obstante, sí figura en algunos muy concretos. En un poema hablo de mi abuelo molinero en Casaseca de las Chanas, donde aparecen también Jambrina o Gema. Para mí es muy importante la mención a San Pedro de la Nave, el pueblo natal de una de mis abuelas, y unos versos están dedicados a ella. Es uno de los más antiguos. Siempre me había obsesionado un poco qué tuvo que sentir cuando su pueblo desapareciera bajo las aguas. Lo escribí porque yo siempre he sentido la poesía como una herramienta que me permite comprender ciertas cosas. Con esa escritura intenté pensar qué paso y qué sintió, ella. Quizá sea el poema más triste pero al mismo tiempo he querido que esté porque me reconcilia. Además, a una de mis bisabuelas paternas la conocí a través de una fotografía que se expone en el Museo Etnográfico en la parte dedicada a la alfarería porque ella era alfarera. Me pareció precioso que una mujer sencilla acabara en un museo, lo que seguro que ella nunca pensó y lo plasmé en otro poema.

-Con este poemario ha sido uno de los ganadores ex aequo de la última edición de los premios Hiperión.

-¡Ha sido una entrada por la puerta grande! De vez en cuando consulto los concursos poéticos y en una ocasión estaba abierto el plazo para este premio, que junto con el Adonáis son los más importantes en este país. Tenía cinco o seis poemas largos y me puse a trabajar para intentar sacar adelante un conjunto interesante. El resultado lo mandé al Hiperión y un buen día me llamo Jesús Munárriz, su director, para comunicar me había ganado.

-¿Qué está suponiendo para usted?

-Una puerta abierta. He conseguido llegar a muchísimos lectores gracias al premio. La sentimentalidad compartida me reconforta mucho. Me reconforta que la gente se suba al autobús y lo sienta suyo.

-¿Publicar a través de concursos es la manera de que la poesía llegue al público?

-En este país se publica mucha poesía, aunque sea un género que tenga pocos lectores. De alguna manera algunos concursos para los lectores son una especie de crítico literario que recomienda. Soy también consciente de que un concurso literario tiene mucho de azar.

-En el centro cultural de Manzanal del Barco hoy a las 19.30 horas presenta su poemario.

-Me hace muchísima ilusión y además me acompaña mi tío. Creo que las personas que asistan les va gustar más el libro que a otros lectores porque van a sentir su pueblo. El libro salió para la Feria del Libro de Madrid y tras mi pueblo iré a presentarlo en Soria para luego darlo a conocer en muchos más lugares con el curso comenzado.