Un zamorano sabe que tendrá que convivir con el paso de vehículos si transita a pie por el Casco Histórico. Un visitante, no. Y esa, precisamente, es otra de las cuestiones que añade más madera a la problemática sobre los bordillos. En el seno del Ayuntamiento de Zamora saben que esta indefinición acerca de la peatonalidad de las rúas es un asunto de peso de cara a evaluar el problema. Es decir, no se pueden eliminar las aceras -cuyos bordillos nada uniformes son los causantes de las caídas- porque debe existir un espacio habilitado para los viandantes; pero tampoco se pueden imponer bordillos más altos porque entraría en conflicto con las medidas por la accesibilidad que ya se le exigen a cualquier ciudad. "A día de hoy, la política de los cascos históricos es eliminar completamente este tipo de bordillos para las aceras y construirlas sobre rasante y sin obstáculos", señala Romualdo Fernández. Una cuestión que, en Zamora, aún tendrá que esperar.