Rodrigo Cacia y Miguel González se conocieron hace cuatro años en un campamento. Desde entonces no han parado de tocar juntos. Dieron su primer "bolo" a los 16, pero no ha sido hasta este verano, tres años después, cuando el dúo Miguel y Cacia ha dado el primer paso a la música profesional.

"Ojalá vivir de esto", es la primera frase que sale de sus bocas, a la que le sigue un rápido "pero hay que seguir estudiando", el Grado en Derecho en el caso de Miguel y Ciencias de la Actividad Física y del Deporte por parte de Rodrigo. A su primer concierto acudieron amigos y familia. Un año después, llenaron un bar hasta los topes, "no podíamos respirar", comentan felices. A partir de ahí vieron que lo que para ellos era una forma de pasarlo bien podía convertirse en algo más.

Dudan a la hora de definirse. Al final convienen en que lo que más tocan es pop-rock, en concreto baladas. "Nos gustan las canciones que musicalmente dan de sí para que nosotros hagamos nuestros arreglos". Y aunque reconocen que no es el mejor género para triunfar porque "el reguetón vende más", saben que no disfrutarían tanto de tocar otros palos. "Nos gusta la música en español, Hombres G, Fito y Fitipaldis, Sabina, Estopa, Jarabe de Palo, y el Canto del Loco son nuestra base".

Este verano se han apuntado al festival "Vete al fresco", iniciativa promovida por la hostelería de Zamora para apoyar a jóvenes artistas de la ciudad. Quieren ir ampliando sus recursos y profesionalizarse poco a poco, y este, ha sido el empujón que necesitaban. Saben que están empezando, y en términos de autocrítica confiesan que les "falta saber cómo ganarnos al público, interactuar con ellos más allá de la música" y es que las tablas faltan cuando tienes 19 años. Lo positivo es que les queda mucho tiempo para aprender. "Al principio tenía sudores fríos" musita Miguel, y sigue "al ser un dúo cuando uno no sabe qué decir, el otro mete baza. Nos complementamos".

Consideran que gustan al público, y es que "siempre hay alguien que nos aplaude, es lo bueno de que vayan tus padres" ríen, y bromean con los malos ratos que la familia y amigos les han hecho pasar durante las actuaciones. Ya acumulan un par de anécdotas, su favorita, la de cuando tocaron el tema "Carolina" de M-Clan e hicieron subir con ellos al escenario a quién se llamara así. No contaron con que actuaban para un público adulto "cuando cantamos la estrofa de "al final te tendré que comer" las risas fueron generales, no era convincente por nuestra edad".

El amor por la música les viene a los dos por la familia, Miguel descubrió la guitarra gracias a su prima, Rodrigo cuenta que siempre ha estado rodeado de ella en casa. Ambos hacen de todo, y aunque cada uno es mejor en una cosa, se compenetran, y niegan confesar quién canta o toca mejor, aunque ellos lo sepan. "Que vengan a vernos para descubrirlo".

Los iniciaron sus estudios musicales en el conservatorio, pero no era lo que buscaban en la música. "Queríamos aprender para divertirnos con nuestros amigos. La música que nosotros queremos tocar no es tan técnica, nos hemos formado y seguimos haciéndolo, pero con otras herramientas y siguiendo mucho nuestra intuición", la que les ha llevado por nuevos caminos "antes tocábamos canciones mas lentas, solo pensábamos en lo que nos gustaba a nosotros. Ahora que tocamos para otros intentamos adaptar canciones en las que nos sentimos cómodos pero con ritmos más movidos".

En cuestión de retos, el de ahora es encontrarse a sí mismos "estamos empezando a introducir nuestras propias composiciones en los conciertos", y sueñan con que quien los escuche coree con ellos sus estribillos. Poco a poco, estos dos chicos dan un paso tras otro, avanzan tranquilos, disfrutando el camino. Rodrigo además dedica tiempo a desarrollar su faceta como cantautor. "En mis temas vuelco todo mi espíritu romántico, cuento historias que son mitad realidad y mitad sentimientos". Su primer trabajo en solitario fue "Quién ha sido el ganador", en el que habla de las relaciones tras las rupturas. A esta le siguió "Mentes cortadas", dónde narra el proceso de madurar y hacerse mayor. Por último, "De la nada", su tema más intimista, está a punto de ver la luz y de unirse a las otras dos canciones en su canal de YouTube, donde acumula miles de reproducicones. "No sabemos adónde nos conducirá la música, pero sí que esto acaba de empezar".

En su opinión, lo que más los beneficia es que son "un poco sinvergüenzas", dice Miguel entre risas, algo con lo que Rodrigo no está muy de acuerdo al principio. Tras unos minutos de negociaciones, resuelven que un poco "canallas" sí que son, "pero es que para esto tienes que ser así, es la manera de afrontar el escenario" defienden, cómplices. Eso sí, cada uno lo lleva a su manera "nos llevamos tan bien porque somos diferentes", concluyen.

El canalla y el romántico, el bueno y el menos bueno, así son Miguel y Cacia.