El río Duero en Zamora sigue jugando hoy en día un papel fundamental, como lo ha hecho a lo largo de toda su historia. Fuente de vida animal y vegetal, bulle a su paso por la ciudad dentro de un delicado equilibrio que es necesario mantener en las mejores condiciones, según reclaman desde Ecologistas en Acción de Zamora.

"Los azudes deben ser mantenidos en perfecto estado porque son imprescindibles para que exista un caudal suficiente en el río, que es en definitiva lo que posibilita que haya peces, aves o flora". Qué el río siga siendo, en definitiva, fuente de vida.

Sin embargo, desde la organización denuncian el mal estado en el que se encuentran algunos de ellos, que no es el más apropiado. En concreto, el azud de Cabañales lleva meses con una rotura en su estructura que hace que el agua pase entre sus piedras sin ningún tipo de control. Un hecho del que ya alertó también el Partido Popular de la ciudad allá por el mes de enero de este mismo año, cuando hizo un requerimiento al Consistorio para que lo arreglase lo antes posible.

Sin embargo, el alcalde Francisco Guarido contestó a esta petición asegurando que esta reparación no se había llevado a cabo porque se necesitaba un permiso por parte de la Confederación Hidrográfica del Duero.

Un permiso que parece que ya ha llegado, ya que según el concejal de Urbanismo, Obras y Medioambiente, Romualdo Fernández Gómez, existe ahora mismo un proyecto de reparación que se llevará al pleno en los próximos días, y que reparará por fin el "boquete" que lleva meses abierto en el azud.

La presa de Cabañales es, según Fernández, la única que se encuentra en mal estado en la ciudad, aunque reconoce que el resto que existen, y que están localizadas en Pinilla, en las aceñas de Gijón o en los Pisones, son de propiedad privada, por lo que el Ayuntamiento tan solo puede hacer un requerimiento a sus propietarios para que las mantengan en perfectas condiciones.

Que estén siempre en buen estado es, dicen desde el Consistorio, fundamental porque si el curso del agua varía, ese discurrir puede erosionar una playa o cambiar la vida que discurre junto al río Duero. Y es que los azudes "son fundamentales para mantener el paisaje actual que se disfruta en el río", pero también para lograr que el nivel del agua no baje y afecte, por ejemplo, a las barcas que cruzan el Duero y que se abrieron al público tan solo hace unos días.