El problema demográfico de la España interior, una "cuestión de Estado" según todas las instituciones, ha ocupado solamente unos segundos en las más de diez horas del debate de investidura celebrado durante los dos últimos días. Aunque todos los partidos aprovechan la mínima ocasión para reivindicar la "importancia" del mundo rural -incluso muchos de ellos centraron buena parte de su campaña electoral en los pueblos de las dos Castillas, Extremadura y Aragón- la realidad es que la cuestión ha ocupado muy poco tiempo de los discursos que durante las últimas horas se han realizado desde la tribuna del Congreso. La corrupción, la política fiscal y económica y el mercado de trabajo, temas eclipsados por Cataluña buena parte de las comparecencias, centraron el debate.

De hecho, hubo que esperar hasta el final de la presentación del programa de Gobierno de Sánchez para encontrar mención al "reto demográfico", que se defenderá con "mejores servicios públicos, generación de empleo y un impulso al sector agroalimentario". Nada nuevo. Ni siquiera se mencionó la rehabilitación de las instalaciones de Defensa en el medio rural, tal es el caso de Monte la Reina. En la oposición prácticamente no hubo mención alguna más allá de una frase, de Albert Rivera, recordando que su partido ha propuesto una comisión para proponer soluciones a la despoblación.