"Desde Bilbao, el 30 de octubre de 1879 embarqué en un vapor-correo. Como contaba con mis primeros ahorros, viajé en primera; era la primera vez que cruzaría la anchar mar. Ese mes no era bueno para viajar por el Atlántico, pues estábamos en plena temporada ciclónica, pero excepto unos días en los que la mar estuvo muy agitada, el viaje fue muy bueno. Todo ello me permitió apreciar la belleza del amplio océano, sus peces voladores, los delfines haciendo piruetas alrededor del vapor, las medusas flotando y contemplar las noches estrelladas".

Este es un solo un fragmento de "Un médico de Riomanzanas en Cuba, 1879-1898", un relato escrito por Ramón Fidalgo Castellanos, dedicado a su a abuelo Feliciano y al pueblo que le vio nacer y presentado durante la edición del año pasado de los premios a Memoria de la Emigración Castellana y Leonesa. Un extracto de la memoria de una familia, de los recuerdos de una generación. La historia, en definitiva, de un nieto que quiso dejar para la posteridad el relato de su abuelo emigrante a Cuba.

Narraciones como esta forman parte del libro que recopila los trabajos presentados en este certamen y que este año cumple su sexta edición. "Buscamos relatos que hablen de esa Castilla y León que tuvo que emigrar a otro país, incluso a otra región", explica Rubén Sánchez, del Centro de Estudios de la Emigración Castellana y Leonesa, entidad organizadora del certamen, junto con la UNED de Zamora. Narraciones que hablan de esa España de entonces, del choque cultural que hubo cuando los castellanos y leoneses llegaron desde los pueblos a la gran ciudad. De esos años en los que todo era diferente.

Es, por tanto, el momento de abrir baúles, del subir al desván y mirar los objetos antiguos de la familia. El momento de desempolvar nuestras raíces, y más ahora que durante el verano muchos regresan a los pueblos de sus ancestros, explica Sánchez, que cuenta que no les interesa tan solo recibir relatos o videos de la gente que emigró fuera de España, sino también de aquellos que tuvieron que irse a otra provincias como Cataluña o Andalucía en busca de una vida mejor. "Queremos recopilar aquellas historias de hijos y padres que expliquen cómo se ve la emigración ahora cuando muchos se han quedado allí a vivir".

Además de relatos escritos, también se pueden enviar trabajos audiovisuales, como el que remitió el año pasado un nieto que grabó la historia de su familia con el móvil. "Valen todos los formatos, no es necesario que sea en un formato profesional", recuerdan desde el Centro de Estudios de la Emigración Castellana y Leonesa. Este certamen es, en definitiva, una forma de recuperar la memoria, una manera de que no quede en el olvido la historia de tantos castellanos y leones que tuvieron que emigrar fuera de nuestras fronteras para sobrevivir. Una forma de reactivar la memoria familiar. El plazo máximo de entrega, el 9 de septiembre.