Fue aquella una noche en la que Zamora no durmió. Se llevaba días hablando en las radios y los periódicos de un hito que muchos no se llegaban a creer del todo. El hombre estaba ya de camino a la Luna, aquel sueño con el que muchos niños fantaseaban desde pequeños se iba a lograr finalmente.

España contenía el aliento delante del televisor. Zamora también. Eran las 3.56 de la madrugada y Jesús Hermida narraba el acontecimiento histórico. Neil Armstrong ponía el primer pie en la Luna, aquel pequeño paso para el hombre, inolvidable para la Humanidad.

La expectación era máxima. Hacía días que El Correo de Zamora llenaba su portada con titulares sobre este acontecimiento. "Nixon hablará por teléfono con la Luna. El Apolo XI sigue su marcha con absoluta normalidad y esta tarde entrará en órbita lunar", se titulaba los días anteriores. "El Apolo XI, en órbita lunar. Esta noche llegará a su destino. Los astronautas no tienen instrucciones escritas en caso de una tragedia".

Y por fin: "¡Llegaron! Dos hombres en la luna. A las 3.56 de esta madrugada, Neil Armstrong pisaba la superficie de laLuna. A las 4.16, lo hacía Aldrin. Tras una caminata de más de dos horas, regresaron al "Águila" decía la portada de la edición especial que informó a los zamoranos de este hito para la Humanidad. El periódico, de hecho, publicó una edición especial, que acabaría agotándose, y que volvió a repartirse con la edición habitual del rotativo.

Por aquel entonces el historiador zamorano Florián Ferrero estaba de viaje fuera de España. "Estudiaba fuera y ese verano lo pasé en Italia". Sin embargo, recuerda perfectamente ese instante, porque son de esos momentos que quedan grabados durante toda la vida. "Vi la llegada a Roma en la cocina de un convento de monjas".

El que sí que estaba en la ciudad era el pintor Antonio Pedrero. "Fue un momento realmente emocionante", rememora. "Era un momento único en la Historia. Recuerdo verlo con mi mujer, recién casados, en la casa que teníamos en la calle Lope de Vega".

Corría el año 1969 y en aquella época no todos los hogares contaban con una televisión. Y es que tener un aparato así en casa suponía desembolsar entre 20.000 y 30.000 pesetas, cuando el salario medio era de unas tres mil. Muchos se compraban a plazos, aunque no todo el mundo se podía permitir tenerlo en el salón.

Y a pesar de lo que sucedió con la boda de Fabiola y Alberto de Bélgica, cuando la venta de estos aparatos se disparó, el viaje a nuestro satélite no supuso un gran aumento de ventas de televisiones. Unos aparatos bastante voluminosos por aquel entonces, que se tenían que sintonizar y que ocupaban casi como un mueble.

Recuerdo perfectamente, cuenta Ferrero, que "en Radio Zamora había una televisión y que la gente se paraba a verla cuando pasaba por delante". Sucedía lo mismo en Almacenes Roncero y el Bazar J, los dos mayores establecimientos de la época, y de los pocos comercios de la capital donde se podría adquirir este aparato que había realizado su primera retransmisión tan solo trece años antes.

Zamora tenía entonces unos 45.000 habitantes - ahora ronda los 62.00- . Se vivían los últimos años de la dictadura de Franco y el país estaba inmerso en un proceso de migración a las grandes ciudades que vaciaba el campo.

"Había pocos servicios en Zamora", cuenta Ferrero. "Estaba empezando el comercio y abriendo los primeros supermercados, que se llamaban entonces autoservicios. Es la época en la que se empezó a envasar la leche en plástico. Era una ciudad mal comunicada con Madrid o Salamanca, con tan solo funcionarios y comerciantes. La ciudad terminaba a la altura del Hospital Virgen de la Concha".

La situación en la provincia no era mucho mejor. Muchos pueblos aún carecían de agua corriente y alcantarillado. Otros no tenían ni luz. Allí la llegada a la Luna pasó más desapercibida. Por eso, los pocos que tenían televisión en casa acogían a sus vecinos para ver el aconteciendo.

La famosa pisada del astronauta Armstrong hizo que muchos se empezasen a interesar por la astronomía, por mirar más allá de nuestro planeta. Una fascinación que nació en Ferrero, que asegura ser un gran interesado en la astronáutica. Incluso logró hacerse con una reproducción de un módulo lunar, aunque tuvo que ser en Suiza. Lo mismo le sucedió a Máxi Guzmán Iglesias, miembro de la Asociación Zamorana de Astronomía.

"Aquello fue un flash para mi. Recuerdo que cuando lo vi, a partir de entonces comencé a jugar con cascos y visores. Me encantaba mirar a la luna. Tenía tan solo seis años, pero empecé a interesarme por los cómics sobre ciencia. La astronomía fue mi siguiente paso. Vivía en Benavente, a las afueras, mi padre era guardia civil, y teníamos televisión en casa. Aunque muchos no la tenían entonces. Recuerdo perfectamente el momento en que lo vi. Eso sí, al día siguiente de la llegada porque era muy pequeño. Estaba con mi madre en la cocina".

Si la actuación de Salomé en Eurovisión llenó de tertulias con su actuación en Madrid, la noticia dede la llegada al satélite terrestre no fue menos. No se hablaba de otro tema en la ciudad. "Era una verdad de Estado. No existía la libertad de información que hay ahora porque los informativos estaban en manos del Gobierno. Se creía o se creía porque si lo había dicho la televisión tendría que ser verdad. Éramos una ciudad de crédulos".

No es de la misma opinión Carmen Ferreras, directora del Club La Opinión-El Correo de Zamora. "Muchos creyeron que era un montaje de los americanos. Yo sin embargo me lo creí a pies juntillas y más narrado por Jesús Hermida y esa forma que tenía de contar las cosas".

"Durante mucho tiempo se siguió hablando del tema, unos con asombro, otros con ironía, pero todos extasiados antes el acontecimiento que acaban de presenciar", recuerda Ferreras. "La llegada a la Luna nos acercó un poco más a aquello que siempre habíamos soñado".

Recién llegada de Guinea Ecuatorial, Ferreras recuerda cómo era la Zamora de entonces, aquella que mientras el hombre llegaba a Luna también trataba de despegar. "Venía de otro país, de otro continente, de la que era una colonia española y descubrí una Zamora pobre, que no había avanzado demasiado. Allí las mujeres era incluso dueñas de fincas y plantaciones. Aquí la situación era otra. La sociedad estaba mucho más retrasada".

Sin embargo, recuerda, "se vivía mejor y la amistad entonces era con mayúsculas", una opinión que comparte Pedrero, que recuerda cómo la Zamora de 1969 era "más provinciana, pero más tranquila y bonita".

Una Zamora en blanco y negro que soñó por una noche que volar hasta la Luna estaba un poco más cerca de todos.