El Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) ha celebrado la decimocuarta edición del programa "Acércate", una iniciativa orientada a estudiantes de ciencias de la salud que finalizan sus estudios de bachillerato con una nota media de diez o matrícula de honor. La convocatoria, lanzada a través del Plan de Formación CNIC-Joven, tiene como objetivo, en palabras del director general del centro, el Dr. Valentín Fuster, "atraer y formar a los jóvenes más brillantes para crear una cantera de investigadores de excelencia en el campo de la investigación cardiovascular". La zamorana Celia Fernández Pérez ha sido una de los ocho estudiantes de segundo de bachillerato seleccionados de entre los centros de todo el país. Gracias a esta beca, los ocho jóvenes procedentes de Canarias, Madrid, País Vasco, Andalucía y Valencia han disfrutado de una estancia de investigación de dos semanas en los mismos laboratorios del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares.

-Cómo conoció estas becas y qué le llevó a solicitarlas.

-Al final de curso, los profesores de mi instituto, el León Felipe de Benavente, nos contaron que podíamos optar a estas becas. Necesitábamos ser estudiantes de ciencias de la salud y tener una media de diez o matricula de honor, mi caso. Presenté mi solicitud junto con una carta de motivación, y tras un sorteo con los finalistas, me llamaron. Fue increíble. Siempre he estado muy interesada en la investigación así que me animé enseguida a participar.

-¿En qué ha consistido la experiencia?

-Hemos estado dos semanas desarrollando actividades en los laboratorios del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares. Un día normal empezaba por la mañana con una charla donde nos explicaban un tema y luego continuaba una práctica de laboratorio donde lo poníamos en práctica. Por la tarde teníamos otra actividad relacionada con lo que habíamos hecho por la mañana. Luego, durante el tiempo de ocio, un monitor nos recogía y visitábamos museos u otros eventos culturales. Por la noche siempre había algo especial, una velada para nosotros. Mis compañeros eran muy interesantes, compartimos muchas cosas, y nos hemos unido muchísimo después de convivir doce días viviendo una experiencia como esta. Hemos experimentado la investigación en un lugar privilegiado. No creo que veamos algo así en la universidad.

-¿Es su primer contacto con un laboratorio profesional?

-¿Directo? Sí. He estado en tres campus científicos pero no tenían nada que ver. Tuve la suerte de asistir a uno sobre biología marina en Vigo, pero solo recogimos unas muestras que no analizamos en profundidad, fue una experiencia bonita pero muy superficial a nivel académico. Los otros dos campus fueron más generales, muy ligados al temario de bachillerato. La beca en el CNIC ha sido una experiencia muy profesional, aquí trabajan con tecnología puntera. Hemos podido disfrutar de los laboratorios y utilizar técnicas durante las prácticas que hasta ahora yo no sabía que se podían llevar a cabo o incluso que existían. No me imaginaba la investigación así, ahora sé lo que es y me encanta, me parece una meta a tener en cuenta.

-¿La investigación ha sido siempre su sueño?

-No. Aunque siempre me lo había planteado, he tenido idas y venidas. La primera vez que me interesé por este mundo fue de unos años para acá, cuando empecé a estudiar biología. Luego descarté la idea porque aunque me apasionaba descubrí que es un camino con muchos obstáculos, no me compensaban tantísimo esfuerzo y sacrificios sin resultados claros. Pero tras esta experiencia, sin embargo, he descubierto cómo es la investigación en realidad, ¡y me encanta! Así que aunque tengo claro que voy a estudiar medicina también tengo en mente poder ser investigadora en algún momento. Sé que es duro pero todo lo que merece la pena lo es.

-¿Con qué se queda de esta experiencia?

-He conocido de cerca en qué consiste la labor investigadora y he visto cómo se trabaja en un laboratorio de verdad, cómo es el trabajo de los investigadores, lo importante que es para la sociedad y lo mucho que se esfuerzan, muchas veces trabajando con todo en contra y siguen adelante. Un mismo grupo puede estar formado por médicos, biólogos o bioquímicos, y aunque cada uno se centra en estudios diferentes, todos trabajan unidos para conseguir un mismo objetivo. Cuando hablan de sus investigaciones transmiten su ilusión y las ganas que ponen, se nota que para ellos no es solo un trabajo, sino también una vocación. Realmente es un sueño, y eso es algo que no puede saberse de oídas, para conocer realmente este mundo hay que estar ahí, y estos días he tenido la suerte de que me han hecho sentir una más. He podido camuflarme entre investigadores de verdad, por eso me quedo con la experiencia de sentirme como en casa, a pesar de estar en uno de los laboratorios más punteros del país.

-¿Algún consejo para otros jóvenes que quieran iniciarse en el camino de la ciencia?

-Que no se rindan, muchas veces cuando estás en el instituto no eres consciente de la diferencia entre sacar un nueve y un diez, piensas que no merece la pena el esfuerzo extra. Conseguí la beca gracias a mi media académica. Sin esta experiencia habría abandonado la posibilidad de investigar, pero en su lugar he descubierto cómo es realmente el mundo de la ciencia. Que luchen y no se rindan, todo esfuerzo tiene su recompensa.

-¿Cuales son sus otros intereses y sueños?

-En mi tiempo libre disfruto escuchando música, pero además me fascina leer y escribir. Muchas veces se piensa que alguien de ciencias no puede estar interesado en las letras, nada más lejos de la realidad. Respecto a mi futuro, creo que no quiero ejercer de médico en España durante toda mi vida, también me gustaría dedicarme a la investigación desde el ámbito clínico algún tiempo, y algo que tengo claro es que me encantaría viajar como voluntaria a otros países. Quiero ayudar a la gente gracias a mi profesión, hay muchos lugares del mundo donde se necesitan médicos.