Un artículo publicado en el anuario del Instituto Florián de Ocampo bajo el título "El ladrillo de Zamora. Existencia, desaparición, reaparición y destrucción de la prueba material de que Zamora fue Numancia" relata uno de los sucesos más rocambolescos de la historia de la ciudad, cuyos responsables exhibieron durante siglos un ladrillo que, supuestamente, probaba que el solar numantino -célebre por su resistencia a los romanos- estuvo en el territorio de la provincia. El historiador de origen zamorano Josemi Lorenzo recreó, en 2017, la historia del supuesto vestigio romano, con motivo del 2.150 aniversario del fin de la resistencia numantina.

Tal y como describe Lorenzo, dicho ladrillo fue exhibido en el Ayuntamiento de Zamora, al menos, desde el siglo XVII, fruto del interés por encarnar los valores numantinos. El 1890 el ingeniero Eduardo Saavedra puso el dedo en la llaga a través de un artículo que cuestionaba tal vestigio, toda vez que décadas antes ya se había establecido la ubicación de Numancia en Soria.

Fue a principios del siglo XX cuando el historiador Manuel Gómez-Moreno, que se encontraba en Zamora en dos etapas para redactar el Catálogo Monumental de la provincia, quien quiso llegar hasta el final y acudió al Ayuntamiento para reclamar el ladrillo y poder estudiarlo. Entonces fue informado de que el importante vestigio no solo no se custodiaba con esmero en el Archivo, sino que había sido destruido, "confundido con escombro". La inscripción que figuraba en la pieza, que supuestamente recreaba la palabra "Numancia", fue "corregida", al parecer, para intentar acercar las letras a los intereses zamoranos. A través de las cartas de Gómez-Moreno, como ya publicó LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA, se sabía de la contribución del historiador, una más, para el redescubridor del famoso Bote de Zamora.