Un grupo de feligreses trasladó ayer al Obispado de Zamora su profundo malestar al enterarse de que la próxima remodelación que llevará a cabo su máximo responsable, Gregorio Martínez Sacristán, afectará de lleno al párroco de San Lorenzo, en Los Bloques. Los parroquianos se han adelantado incluso a que la decisión del prelado sea firme. En declaraciones a este diario, explicaron que habían tenido noticia de que en la localidad de Villaralbo, su actual responsable se había despedido de la feligresía debido a la proximidad de su traslado desde Tierra del Vino (comarca en la que atiende varias parroquias) a la iglesia del barrio zamorano y por ello acudieron a hablar con el padre Campos. Este reconoció la proximidad de su relevo, "aunque parece que existía un acuerdo para no hacerlo público antes del 7 de julio", fecha para la cual ya sería oficial la remodelación diocesana emprendida por Martínez Sacristán, afirman.

"El padre Jesús Campos nos ha dicho que, como sacerdote, acata lo que le mande su superior pero nosotros sabemos que tiene a su madre muy enferma con alzhéimer. Además, confiamos en él, está haciendo una labor pastoral preciosa. No entendemos qué razones pueden justificar este traslado ni el de Villaralbo, donde también están satisfechos con el párroco actual". Esa misma observación se la trasladaron en la mañana de ayer tanto al secretario episcopal como al vicario general. Los responsables diocesanos argumentaron, frente a la protesta, que los cambios introducidos responden al criterio de la máxima autoridad que decide sobre los mismos, el obispo, quien ayer se encontraba de viaje en Madrid, y subrayaron el juramento de obediencia que asumen quienes se consagran al sacerdocio y a la vida eclesial. Los argumentos fueron insuficientes para convencer a los parroquianos quienes vinieron a criticar las decisiones para ellos incomprensibles con una frase más que elocuente: "Cosas así hacen que la fe se vaya al garete".

Aunque todavía no existe resolución oficial alguna sobre la remodelación, lo trascendido indica que serán más sacerdotes quienes se vean afectados por los traslados en varias comarcas de la diócesis zamorana. Los cambios se producen tan solo un año después de que el obispo realizara su última gran remodelación. Otro año antes se produjeron también varios nombramientos, cambios que han generado ya polémicas como la vivida en 2018 con la marcha del sacerdote Héctor Galán. Los vecinos de Trabazos, donde ejercía su labor pastoral, enviaron una contundente carta al prelado para dejar constancia de su desacuerdo.

La Iglesia zamorana padece directamente las consecuencias del envejecimiento de la población y la ausencia de vocaciones, lo que dificulta los relevos. El pasado mes de mayo el propio Gregorio Martínez Sacristán alababa la labor de los sacerdotes más mayores durante una celebración frente a los "pocos" curas jóvenes "que no siempre tienen la predisposición para llevar la diócesis como hay que llevarla".