Lleva siete años al frente del congreso sefardí de Zamora. Siete años en los que ha logrado que el encuentro de la comunidad judía expulsada de España en el siglo XV se convierta en un referente gracias al panel de expertos de todos los rincones del mundo que participan.

-¿Cuál ha sido el tema central en torno al que ha girado el encuentro?

-Cada año dedicamos el congreso a un tema diferente. El primer año se centró en Zamora. En el 2014 hablamos sobre los judíos de Portugal y de Zamora. En el 2015, sobre las distintas teorías sobre la llegada y permanencia de los judíos en la ciudad. Este año, sin embargo, hemos querido mirar más allá y lo hemos dedicado a estudiar más de cerca la historia de los judíos que se fueron a América. Hay estudios recientes, de hecho, que demuestran que muchos de ellos se fueron siendo conversos, aunque legalmente entonces no podían partir al Nuevo Mundo. Gran parte de la herencia cultural que existe en muchas comunidades de América se mantiene gracias a la fundación por parte de conversos.

-Esos judíos que viajaron a América, llevaron sus tradiciones y también sus raíces...

-En México, por ejemplo, fundaron una ciudad llamada Zamora en la provincia de Michoacán. En Ecuador se encuentra también la región de Zamora. Existen muchos sitios que están conectados con esta comunidad de conversos.

-¿Quiere esto decir que muchos judíos zamoranos emigraron hasta América?

-En el caso de Zamora, tenemos la historia de Luis de Carvajal, el Viejo, que era natural de Bermillo de Sayago, y que a finales del siglo XVI recibió la autorización del rey para llevar a cerca de cien familias de esta zona a Nuevo León, en México. Allí, en Monterrey, de hecho, tenemos un centro que es hermano del nuestro. Se trata del Centro Carvajal Sefarad, donde se han ocupado de recuperar todo el legado de esta legión zamorana que se fue y que aún conserva sus tradiciones.

-Cada año, en cada congreso intentan poner en marcha alguna iniciativa nueva. ¿Cuál ha sido la novedad más destacada de esta edición?

-Este año hemos organizado un filandón, algo muy típico en esta zona. Se trata, en definitiva, de una reunión de amigos, una reunión con la familia, en la que simplemente se conversa. Es una tradición muy antigua que se hacía en estas tierras. Se encendía una lumbre y a su alrededor las personas contaban sus historias. Era la forma en que la gente se encontraba. Hemos retomado esta tradición y la hemos reinterpretado enfocada a los romances sefardíes de Doña Urraca que cantaban los sefardíes en los lugares a donde fueron.

-¿Se puede decir que España aún tiene una deuda pendiente con los judíos que fueron expulsados por los Reyes Católicos en el siglo XV?

-No lo llamaría deuda. De hecho, España ha hecho mucho por saldar ese daño. Tanto es así, que desde el siglo XIX los judíos han podido regresar a España. Sin embargo, la Inquisición, que duró quinientos años, no se borra de un día para otro. Queda aún mucho de la mentalidad inquisitorial y de ese antisemitismo religioso en la sociedad, aunque, en general, estoy convencido de que España ha hecho muchísimo por recuperar el legado judío sefardí en muchos sitios. Y todo gracias a asociaciones ciudadanas y públicas que han recuperado este legado en los pueblos. Es un movimiento que ha venido de la gente de la calle, de los vecinos, no de los académicos. Se está haciendo muchísimo, pero queda aún mucho por hacer.

-En el caso de los zamoranos. ¿Somos conscientes de nuestro pasado judío y de su importancia en la historia de la ciudad?

-Hoy se conoce un poco más que hace siete años. Aunque los historiadores siempre se han referido a los judíos de Zamora en muchas de sus investigaciones, siempre ha sido un tema que se ha quedado a nivel académico. La diferencia es que nosotros trasladamos ese conocimiento académico a los ciudadanos. A veces parece que todo se queda en la burbuja académica de los universitarios, no acaba de forma parte de la vida y las ideas que un ciudadano normal debe tener. Aunque publiqué un libro en 2016 bajo el título "Los judíos de Zamora. Una cronología anotada", que resume la presencia judía en Zamora desde el siglo X hasta el XVIII, estos datos se quedan normalmente en los académicos y no acaban de llegar a la gente de la calle.

-De ahí la importancia de que congresos como este, que hacen llegar al público este legado, que es en definitiva nuestra propia historia...

-Esa es nuestra labor, porque no solamente organizamos ponencias, también hay conciertos o visitas gastronómicas. Creo que conocer la cultura judía no debería ser solo una cuestión accesible para expertos o personas iniciadas en el tema. La tradición judía está en nuestra vida cotidiana. Incluso muchas de las recetas que tenemos, también en Zamora, son de origen hebreo.

-A punto de dar por finalizado el VII congreso sefardí. ¿Ya están trabajando en el encuentro del año que viene?

-Tenemos algunas ideas. Nos escriben muchas personas de Zamora y de otras ciudades que quieren saber si su nombre o apellido tiene una raíz judía. Es curioso, pero Jerusalén hay muchos apellidados Zamero o Zamora entre la comunidad judeoespañola. Nos llama la atención. Quizá podemos hacer una especie de "zamorología" traer a las personas que tengan esos apellidos y que crean que son judíos, para ver qué conclusión sacamos.