La Feria Taurina de San Pedro, corta pero intensa, ha dejado algunos momentos, contados, en el paladar de los aficionados. La memorable faena de Diego Ventura a su segundo toro -al que supo entender de maravilla- en la tarde del domingo queda para la historia. Un día antes, el sábado, lo mejor lo puso Manzanares al cortar las dos orejas al sexto, el ejemplar más destacado del encierro.

Con todo, la feria deja serias sombras en el plano ganadero, sobre todo en la tarde del sábado. Los toros a los que se enfrentaron Morante, El Juli y Manzanares -dos de Virgen María y cuatro de Daniel Ruiz- fueron en general malos. Sin entrar al terreno de la bravura de los animales -muy buen veedor hay que ser para anticipar las embestidas de un toro antes de que salga a la plaza- la realidad es que los toros que saltaron al ruedo evidencian un paso atrás en el ámbito del ganado con respecto a ferias anteriores. Con la cara anovillada la mayoría, escasos de trapío y justos de hechuras, los animales pusieron la parte negativa a una tarde que se presumía triunfal.

El propio empresario de la plaza apuntó, al presentar los carteles, que aspira a que la feria zamorana tenga ese "toque torista" que esperan, esperamos, muchos aficionados. Quizás el año próximo sea el indicado para intentarlo. Este es el gran debe de la feria.

Por lo que refiere al público, parece que la asistencia ha tocado techo en esas 7.000 personas de las tardes grandes. Son los toros un espectáculo peculiar. La organización de cualquier otra actividad hubiera cambiado el horario este fin de semana, en plena ola de calor y con más de la mitad de las localidades ubicadas a pleno sol. En el mundo taurino hablar de retrasar los espectáculos, incluso de la posibilidad de celebrarlos por la noche en los días de más bochorno, es poco menos que un sacrilegio. Alguien tiene que abrir ese melón, y deberían ser las grandes plazas. De lo contrario, más de la mitad de las localidades de la plaza son, directamente, imposibles de vender, y no está la fiesta de los toros como para dejar escapar a ni un solo asistente.