Un junco del Segura murciano parece cuando baila por Alegrías. O una mimbre del río Mula cuando lo hace por Bamberas. Cynthia Cano es la luz por fuera y por dentro es agua remansada. Una fuerza de la naturaleza que mana pasión, electricidad, salud, pero que se aquieta cuando mueve su cintura y manda parar al mundo. Loca está por el baile flamenco desde bebé. "El flamenco lo es todo para mí", dice en esta entrevista, donde confiesa que es tan exigente que a veces sufre en el escenario cuando no sale todo rodado, cuando el olé no es perfecto. Es una de las estrellas del cuadragésimo noveno festival flamenco de San Pedro que organiza la peña Amigos del Cante y el sábado hará sentir a la Plaza de la Catedral junto a Pansequito, Juanito Villar y Esperanza Fernández. "El baile es fuerza, energía, pasión; pero también reposo y soledad".

-¿El baile es el hermano pobre del flamenco?

-Eso es lo que piensa alguna gente, la que no ahonda en la significación de esta expresión universal. El baile es la manifestación más global del jondo. Aúna el cante, la guitarra, la fuerza de la danza, todo.

-¿Está viviendo, como ocurre en el caso de la guitarra, su edad de oro particular?

-Sí, nunca ha habido bailaores y bailaoras tan preparados, que conozcan mejor la técnica, los recursos del baile. Hay una gran riqueza de estilos.

-¿Pero la excesiva técnica, el fuerte entrenamiento no mata a veces el duende, el olé, la espontaneidad más vigorosa, más creativa?

-No, no. Hay una gran oferta que va dirigida a diferentes públicos. Aquí cabe todo el mundo. Y se está experimentando, que es bueno siempre que se haga, claro, desde el conocimiento de la raíz. Yo respeto mucho a Israel Galván o Rocío Molina, que coquetean con la vanguardia. No se puede negar la necesaria evolución. El flamenco siempre ha estado en movimiento.

-Usted, sin embargo, es más purista, más de raíz...

-Creo que es muy importante conocer la tradición y al baile de siempre añadirle el sello personal de cada cual. El espectador suele tener un canon, un concepto de lo que es el baile y eso hay que mantenerlo. A partir de ahí está la genialidad, la forma en que tú seas capaz de interpretar el palo, de hacer sentir a quien te está viendo.

-¿Ya ha conseguido su sello personal, eso que la distingue de las demás?

-Estoy en ello. Cuanto más aprendes más te das cuenta de que sabes menos, eres más consciente de tus limitaciones. Hay que trabajar mucho.

-En su caso, su sello personal podría ser la exigencia, ese sentido de responsabilidad que asume siempre que sale a un escenario.

-Sí, es verdad. Soy muy exigente. Siempre quiero superarme, estar ahí, flotando sobre el escenario, que todo salga perfecto, que disfrutes con ello, pero a veces cuesta, no siempre sale el olé impoluto.

-Esa búsqueda de la perfección no siempre asegura la felicidad; ¿no es mejor dejarse llevar y ya está?

-Cada uno es como es y la forma de entender tu profesión es una cuestión particular. Es verdad que el ser tan perfeccionista te impide disfrutar en el escenario como tú quisieras. Es muy difícil que todo esté perfecto, siempre hay pequeños fallos.

-A la hora de interpretar la urdimbre bailable de los palos flamencos, ¿dónde se halla más a gusto, en los cantes de tragedia o en los festeros?

-Intento abarcar un gran número de palos. Por ejemplo, me gusta mucho bailar por tarantos, es un baile muy sentido; también por soleá, te permite expresar todo lo que llevas dentro, más que la bulería. Me encuentro muy a gusto con las cantiñas. Soy de bata de cola...

-¿Si tuviera que escoger a un compañero de profesión para hacer un dúo en el escenario, a quién elegiría?

-A muchos. Depende, claro, de la pretensión del espectáculo. Hay que tener muy en cuenta el sentido de lo que quieres poner sobre las tablas. Pero ahí van unos nombres: Marco Flores, Farruquito, pura elegancia, técnica; Jairo Barrull, Jesús Carmona...

-Su vida está ligada al baile flamenco, empezó casi desde la cuna, con dos años, ¿no ha tenido que sacrificar demasiadas cosas por llegar arriba, por dedicarse al arte?

-No, nunca he tenido la sensación de pérdida ni de la niñez ni de la juventud. Siempre he vivido mi vida con un horizonte amplio y he intentado realizarme. El flamenco me lo ha permitido y es mi mundo, en el que me encuentro muy a gusto. No entendería mi vida sin el flamenco.

-¿Nació para bailar?

-No sé si para esta profesión se nace o con el tiempo una se va haciendo. En mi caso no tengo antecedentes familiares ligados a esta manifestación, pero fue mi madre quien me metió en este mundo desde niña y se lo agradezco. Empezó mi hermano y yo seguí, no me arrepiento.

-¿Su encuentro con El Güito fue clave, no?

-Sí. Eduardo Serrano el Güito es un genio. En poco tiempo de él aprendí mucho. Sus clases fueron magistrales.

-Hay quien dice que el cante flamenco es más gitano que payo, ¿en el baile pasa igual?

-En esta profesión hay payos y gitanos. En el cante pasa igual. Es un debate que ya no tiene sentido. El flamenco es cultura, es universal, es un don que se nos ha dado y debemos extenderlo, no es ni de unos ni de otros. Cuanta más cultura haya en el mundo más paz habrá. El arte no tiene color de piel, es universal: Camarón y Morente, dos genios que transmitían, eso es lo que importa. Solo una acotación personal: cuando un gitano hace flamenco tiene algo especial.

-¿Qué hace una murciana en el mundo del traje de cola?

-Pues bailar e intentarlo hacer lo mejor posible. Hay gente que se extraña, pero que nadie lo olvide: Murcia tiene dos de las manifestaciones flamencas más importantes de España y del mundo, el Festival Internacional de Cante de las Minas y el Festival de Lo Ferro.

-¿Ha notado algún tipo de discriminación?

-No, en absoluto; allá donde he ido se me ha tratado con un gran cariño.

-¿Qué conoce de la Zamora flamenca, territorio al que el gran Antonio Mairena llegó a llamar la Andalucía del Norte?

-Estuve en la provincia actuando hace unos años, concretamente en una velada en Morales del Vino, dedicada al flamencólogo Blas Vega. Noté el respeto que se tiene en esa tierra al flamenco y a todas sus manifestaciones.

-¿Tiene que ver algo el repertorio del sábado con su espectáculo Bailaora de Postín?

-Tengo que ajustarme a los tiempos y por eso he preparado una bambera y una alegría. Sí que tiene que ver algo con Bailaora de Postín. De hecho estarán en el escenario Luis Medina, Miguel Lavi y Torombo, claves en mi espectáculo.

-¿Cómo valora que la peña flamenca Amigos del Cante acabe de ser galardonada por Caja Rural por su labor cultural?

-Es un premio muy merecido. Conozco la labor de la peña y sé que ya ha recibido otros muchos reconocimientos. El flamenco es cultura. Que se reconozca con un premio es una maravilla.

-Usted es periodista y sé que sigue la actualidad nacional y conoce el problema territorial que tiene España, donde muchas provincias se están quedando vacías, entre ellas Zamora; ¿si tuviera que escenificar este problema con un baile, qué palo elegiría?

-Sin duda el taranto. Refleja el sentimiento, el dramatismo de vivir, la pérdida, el duelo.