La memoria de los zamoranos se ha retrotraído durante los últimos días hasta 1987. Militantes socialistas han recordado con pavor, casi como quien ve un fantasma, el nombre de José Luis Antorrena. Hace 32 años, el PSOE tuvo más cerca que nunca gobernar la Diputación Provincial de Zamora, pero un voto "traidor" lo impidió. Hoy, la situación es distinta. El partido se ha roto incluso antes de la votación en La Encarnación y nadie tiene muy claro qué intereses puede haber detrás. Lo que sí se mantiene es la lucha fratricida en el seno del puño y la rosa. Y también las dudas sobre qué ocurrirá mañana durante el Pleno constituyente de la institución provincial.

Aquel "antorrenazo" sobrevuela las negociaciones para la gobernabilidad de la Diputación Provincial. Pero, en realidad, el voto del representante toresano en beneficio de Alianza Popular en agosto de 1987 tan solo fue la culminación de una sucesión de incumplimientos de palabra que arrancó un par de meses antes. Concretamente, cuando se firmó el que ha pasado a la historia como "Pacto de los Luises", documento que ve ahora la luz por primera vez públicamente.

Todo se remonta al 9 de junio de 1987, un día antes de la celebración de las elecciones municipales en la provincia de Zamora. De un lado, Luis Cid, miembro de la Ejecutiva Provincial de Alianza Popular y candidato a la Presidencia de la Diputación. Del otro, Luis Malmierca, secretario provincial del Partido Socialista de Zamora y "con plena autorización" de su formación para llevar a cabo una negociación. En ese momento, se firmó un documento que planteaba algo tan actual como lo es el gobierno de la lista más votada. Aunque con matices.

Las cosas no estaban nada claras antes de los comicios y por ello los representantes de las formaciones mayoritarias decidieron suscribir el denominado "Pacto de los Luises" para, en definitiva, repartirse el poder de la Diputación Provincial. El acuerdo estipulaba que debía ser la lista más votada quien ostentara la Presidencia, aunque se incluiría al perdedor en la comisión y las tareas de gobierno. Igualmente, se repartiría de manera proporcional al número de representantes la confección de programas y planes provinciales. El dinero, en definitiva. Y, por último, quien perdiera tendría también derecho a negociar las liberaciones, parciales o totales, a la hora de su designación.

Al día siguiente de la rúbrica, el 10 de junio de 1987, las urnas dieron la razón a "los Luises". El reparto de diputados anulaba las mayorías, dejando a Alianza Popular con 12 representantes, al PSOE con 10 y al Centro Democrático y Social con tres. Si el pacto se hubiera respetado, el desenlace tendría que haber estado claro antes de empezar. Pero, ahí, llegó el primero de los incumplimientos de palabra. Y de firma, en este caso.

Cabe recordar que Luis Malmierca era el líder del PSOE de Zamora, pero no el candidato a la Diputación. Este puesto correspondía a otro histórico, Manuel Riesco. Malmierca, de hecho, ya había abandonado la dirección del partido en el momento del Pleno constituyente, el 1 de agosto de 1987. De esta manera, y pese al "Pacto de los Luises", Riesco decidió no entregar la cuchara y logró un acuerdo para la gobernabilidad de la institución provincial junto a Luis Rodríguez San León, presidente de CDS en Zamora, con el objetivo de echar a los aliancistas y conseguir un cambio en la institución.

La jornada plenaria llegó dos meses después de las elecciones y todo parecía encauzado para el cambio. A la hora de la votación, sin embargo, saltó la sorpresa. Un voto presupuesto al pacto PSOE-CDS saltó hacia Alianza Popular y permitió a Luis Cid mantener su poder. Un voto. Lo único que ahora necesita el Partido Popular para prolongar su hegemonía provincial.