Andrés Ferrero e Hijos nace en el año 1984. Andrés y Félix Ferrero, abuelo y padre de los actuales gerentes de la empresa, ponen en marcha una sociedad que se dedica al comercio mayorista de pescados, verduras, carnes o helados. Ahora, 35 años después de que la empresa se pusiera en marcha, Yolanda y Andrés Ferrero, que dirigen la sociedad en la actualidad, recibirán el Premio Mercurio de la Cámara de Comercio de Zamora Premio Mercurio de la Cámara de Comercio de Zamoracomo mejor empresa dedicada al sector del comercio del año en la provincia. "Lo recibimos con mucho orgullo y no podemos hacer más que dar las gracias a la Cámara de Comercio por este reconocimiento", apuntan los responsables de la empresa.

La trayectoria de la empresa durante las tres décadas y media de vida es la viva muestra de la superación empresarial de unas personas empeñadas en que su proyecto salga adelante. Andrés Ferrero e Hijos echa a andar en la antigua estación de autobuses de Zamora, en un local de la familia. Sin embargo, el volumen de negocio y el tránsito de camiones y vehículos que cargan y descargan en la empresa se hace pronto tan intenso que el Ayuntamiento pide a los empresarios que se trasladen a unos terrenos de su propiedad, en el Camino Viejo de Villaralbo, donde ahora está ubicada la empresa. Primero se construye una nave y, después, cuatro más. En total, en unos terrenos de alrededor de 9.000 metros cuadrados, unos 4.000 están edificados.

La empresa vive un momento crucial entre los años 2005 y 2010. Hace ahora catorce años los responsables de la empresa, la generación anterior a la que ahora ocupa los puestos de dirección, se dan cuenta de que el volumen de trabajo era demasiado como para seguir en las instalaciones del Camino Viejo de Villaralbo. Entonces se acomete una importantísima inversión en el polígono industrial de Los Llanos, en la capital. Con Andrés Ferrero e Hijos ya plenamente ubicada en sus nuevas instalaciones un incendio provocado por un cortocircuito "arrasa con todo" en la noche del 27 de septiembre del año 2008. "Todavía, cada vez que oigo las sirenas de los bomberos se me pone la carne de gallina", reconoce Andrés Ferrero. "Gracias a la ayuda de los clientes y de los proveedores pudimos volver", asegura su hermana Yolanda.

¿Cómo se recupera una empresa después de un golpe tan brutal? "Nunca termina de hacerlo", reconocen los hermanos Ferrero, que dirigen la sociedad desde el año 2011. "Creíamos que ya no íbamos a recibir ningún premio, pero se ve que estaban esperando para ver si éramos capaces de superar lo que nos pasó", aseguran Andrés y Yolanda con sentido del humor.

Actualmente la empresa cuenta con unos 20 puestos de trabajo directos, a los que hay que sumar los que se generan con su actividad. La facturación, cerrado el ejercicio 2018, supera los 5,4 millones de euros con un crecimiento de más del 58% durante los últimos cinco años. De hecho, las naves actuales vuelven a quedarse pequeñas, como ya lo hicieron hace casi 15 años. Que los hermanos Ferrero no son supersticiosos es un hecho. Los planes más inmediatos de la empresa hablan de una nueva obra en los terrenos del polígono industrial de Los Llanos, obras encaminadas a aumentar la actividad de la empresa. Las nuevas instalaciones, destacan, tendrán capacidad para 1.200 palés. "Las previsiones que tenemos son buenas", aseguran.

Andrés Ferrero e Hijos trabaja con productos de toda índole. En conjunto, apuntan sus responsables, pasan por las instalaciones de la empresa un total de más de 10.000 productos distintos. No es, por tanto, una empresa de pescados y mariscos congelados sin más. De hecho, ahora se trabaja el congelado, el fresco y el seco. Los principales clientes son los bares y restaurantes de Zamora así como residencias de ancianos, colegios o tiendas de comestibles. En total, unos 3.500 clientes.

"Los clientes ahora buscan una mayor calidad y un gran servicio aunque el producto ha cambiado" como consecuencia de la crisis. De marisco, cigalas y langostinos muchos negocios han pasado a apostar por las verduras o el pollo. Productos más baratos, que son los que los clientes demandan. Otra muestra de la capacidad de adaptación de una empresa que, literalmente, logró resurgir de sus cenizas.