Era un hombre "accesible y colaborador". Así lo definió ayer el vocal de Geografía e Historia del IEZ Florián de Ocampo, José Carlos de Lera Maíllo, en la presentación del anuario que la institución cultural le dedica.

"Estamos ante una persona que ha sido un magnífico representante de Zamora, por su persona y por su impresionante actividad investigadora y académica" subrayó la arqueóloga territorial y vocal de Arqueología del IEZ, Hortensia Larrén Izquierdo, quien remarcó: "Los que lo conocimos gozamos de su sabiduría, de su buen hacer y de su cariño al terruño y es algo que hay que recordar" además "muchos tuvimos la suerte de que nos acogiera en su regazo y gracias a su impulso muchos ahora somos miembros correspondientes de la Academia de la Historia".

Quintín Aldea Vaquero nació en Gema del Vino en 1920 ,y por la expulsión de la Compañía de Jesús de España durante la Segunda República, efectuó su noviciado como jesuita en Bélgica. Cursó sus estudios de Letras y Humanidades en Salamanca. Vivió en Dublín, París, Roma y Munich, donde se forjó en las materias de Teología e Historia.

Se dedicó a la docencia, a la investigación y la difusión de la historia de España y de la Iglesia. "Fue un historiador reconocido en España y en el extranjero". Impartió docencia en la Universidad Complutense de Madrid, en la Universidad Pontificia de Comillas y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. A partir de 1996 fue nombrado miembro numerario de la Real Academia de la Historia, donde actuó como bibliotecario perpetuo desde finales de 2001 hasta su muerte. "Fue un hombre que conoció a los grandes historiadores de Europa de su tiempo y, sobre todo, era un hombre colaborador con Zamora y cuando se le requería estaba siempre presente", enumeró el técnico del Archivo Diocesano de Zamora José Carlos de Lera.

El padre Aldea, socio de honor del IEZ, uno de los zamoranos contemporáneos "más ilustre y conocido, especialmente, en el mundo de las letras y de la historia", era un hombre "consciente de la funcionalidad de la Historia, que es mucho más que un saber erudito" y era consciente de que "hay que ensanchar nuestra mirada a todo el horizonte histórico que nos rodea" y para "reconstruir la historia provincial de Zamora no hay que olvidar que la historia local, la nacional y la internacional han marchado siempre juntas en el tiempo".

Aldea Vaquero fue sensible con la problemática de la enseñanza de la Historia y promotor de unos diccionarios "excelentes", el Diccionario de Historia de la Iglesia y del Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia.

El anuario de 2018 dedica gran parte de su extensión a contenidos relacionados con el intelectual con textos del académico secretario de la Real Academia de la Historia, Feliciano Barrios Pintado, así como historiadores locales como José Navarro Talegón o Pedro García, mientras que Manuel Revuelta comparte una semblanza del religioso sin pasar por alto la contribución de Diodora Aldea, quien ayer detalló que "a Quintín le gustaba mucho Zamora y Gema... era un entusiasmado por enseñar su tierra, aunque fuera a ministros alemanes o de dónde fueran. Él era un hombre muy alegre siempre orgulloso de su tierra", para posteriormente comentar que a su hermano no le gusta la denominación de Gema del Vino, sino "la villa de Xema con 'x' porque le añadieron del Vino en los años 40", comentó esta nonagenaria que se confesó admiradora de Isabel La Católica.

Por su parte, Carmen Calvo Aldea compartió vivencias familiares sobre su tío. "Era muy cariñoso con la familia y a los sobrinos nos intentaba orientar en camino de los estudios" y también recordó que "no le gustaban nada los tacos". En este sentido pormenorizó que "cuando éramos niños y adolescentes no quería que dijéramos tacos. Aceptaba cualquier opinión, aunque él fuera contrario, pero si lo decíamos de mala manera había que dar cinco pesetas que metíamos en una hucha".