No está todo lo que tiene, pero está presente lo más remarcable. La exposición "Tránsito" que puede visitar hasta el próximo día 16 en la sala de la Encarnación con motivo del cuarto centenario de creación de la imagen, por primera vez exhibe los conjuntos más significativos que atesora la Virgen del Tránsito, unas piezas realizadas entre los siglos XVII y el XX y que implican un testimonio del paso de las modas a la hora de vestir las imagenes de culto. "Hemos traído los que tienen un mayor valor por motivos históricos, por la riqueza de las telas con las que están confeccionados así como por las distintas elaboraciones, ya sean los bordados o las aplicaciones con pasamanerías o encajes al aire" describe uno de los comisarios de la exposición, Francisco Iglesias Escudero.

El grueso de la indumentaria de la Virgen está distribuida a lo ancho del presbiterio de la antigua iglesia, ahora convertida en recinto expositivo. En este ámbito llaman la atención dos piezas del siglo XVIII, dos espolines de tela "o de la Real Fábrica de Talavera o de la zona de Levante" que presentan la particularidad de que "están hechas con una hebra de seda recubierta con un fino alambre que produce ese efecto metalizado" de tal forma que "de lejos parece un bordado", un procedimiento que "se puso de moda en el siglo XVIII cuando el telar logra emular al bordado manual", describe el experto que también alude a un jubón, una seda morada espolinada del siglo XVIII que pudiera haber pertenecido a la efigie de Menga u otra imagen del monasterio utilizada para las tramoyas del Nacimiento o el altar de la procesión del Corpus.

Al visitante, al llegar a este punto del discurso expositivo sustentado en siete apartados, en un primer golpe de vista le llama la atención la diversidad cromática con ejemplos en varias tonalidades. "La gama cromática oscila entre colores más vivos a malvas, los hechos en el XVIII, mientras que a partir del XIX se utiliza el azul y el blanco" especifica Iglesias Escudero.

Entre todos los conjuntos el comisario ahonda en el vestido verde de la época de Carlos IV, del siglo XVIII, integrado por una saya, corpiño, manto de seda que combina trazado geométrico con pequeños motivos vegetales a la par que destaca el "excepcional" estado de conservación del ropaje que luce la Virgen de Belén, situada en otra parte de la sala, que "por las costuras" pertenecía al Tránsito. Este precioso traje, una de las piezas más antiguas exhibidas, "es un estilo Carlos IV, un vestido de corte adaptado", un ejemplo de "indumentaria que nos habla de la riqueza y de la importancia de quien la lleva en este caso la Virgen del Tránsito así como del poder económico del donante" en el que "se conservan todos los espejuelos".

Pese a que no existe una amplia documentación sobre los oferentes se sabe que uno de los vestidos presentes en la sala "corresponde a una donación del año 1906 efectuada por Carmen Cánovas de Castillo, una sobrina del político, lo que nos habla de la devoción que trasciende los límites provinciales pues el vestido procede de Madrid". En este caso fue "ella misma" la que lo bordó, aunque la mayoría de los conjuntos los realizaron las propias religiosas tras recibir en donación los materiales necesarios para confeccionarlos, como prueba "retales y despieces de casi todos ellos" que se conservan, "guardados con celo en previsión de posibles arreglos", en el monasterio.

Además de su ropa, el Tránsito precisa de piezas de cama que, como la vestimenta, ha variado también a lo largo de las centurias de devoción. En este capítulo del ropaje pueden contemplarse una selección de colchas entre las que cabe mencionar una de seda pintada a mano con ricos y coloristas motivos florales u otra regalada una vez concluida la Guerra Civil y que la Virgen lució durante los cultos de acción de gracias celebrados una vez concluido el enfrentamiento bélico.

Una devoción unida a los gustos de las épocas.